Gustavo Maia, la historia de un fracaso

El paso del extremo brasileño por el filial blaugrana ha sido una acumulación de errores y despropósitos

La cesión al Internacional de Porto Alegre es el punto final de una operación que ya nació torcida en su origen

Gustavo Maia solo ha jugado una temporada en el filial del Barça

Gustavo Maia solo ha jugado una temporada en el filial del Barça / FCB

Joaquim Piera

Joaquim Piera

Gustavo Maia se va cedido al Internacional de Porto Alegre hasta diciembre de 2022 y difícilmente volverá a vestir la camiseta blaugrana. Su paso por el filial blaugrana, primero con García Pimienta en el banquillo y ahora con Sergi Barjuán, ha sido un fracaso sin paliativos. Han sido 4,5 millones de euros invertidos lanzados al cubo de la basura.

Todo en esta operación ha acabado siendo un sinsentido, empezando en su génesis. Los scoutings del club, llegados a Brasil desde la Ciutat Esportiva, se enamoraron del extremo, entonces en el Sao Paulo, que tuvo un pico de rendimiento en la Copa Sao Paulo de Juniores, de 2020, la última que se disputó antes de la eclosión de la pandemia. En ella, Maia marcó tres tantos en siete encuentros.

Fijarse en un extremo, con regate y llegada tiene todo la lógica, pero no obsesionarse por un futbolista, que iba a quedarse en tierra de nadie en el Sao Paulo, ya que finalizaba su etapa juvenil y su club no tenia ninguna intención de subirlo al primer equipo, donde, el entonces técnico Fernando Diniz (ahora en el Santos) daba constantemente oportunidades a los más jóvenes.

Gustavo Maia nunca llegó a debutar en el equipo profesional, donde juega Dani Alves y, aunque su entorno profesional filtró que había interés del Liverpool, la verdad es que no estaba en la agenda de ningún grande europeo. Aquí llegó el segundo error. Mal trabajo de los scoutings y mala decisión de la entonces dirección deportiva del filial que quiso comprar al futbolista. Lo lógico, hubiera sido la opción de una cesión con opción de compra no obligatoria. De esta forma no había ningún riesgo financiero y seguro que el Tricolor paulista hubiera aceptado.

Se pagó precipitadamente un millón de euros para bloquear al futbolista. Tercer error, porque teniendo en cuenta la devaluación del real brasileño, sumaba más 6 millones en moneda local. Una barbaridad. El Barça, entonces, dudó, el Sao Paulo, claro, no tuvo ningún reparo en esperar. Y aquí se cometió el cuarto error en cadena: pagar 3,5 millones más por... solo el 70% de los derechos económicos del jugador. La transacción fue por encima del precio de mercado y encima se regaló el 30% de una futura venta, que es lo ahora frenó un posible traspaso para recuperar la inversión.

UN CERO A LA IZQUIERDA EN EL FILIAL

Deportivamente, Gustavo Maia no cuajó en el B. No se adaptó y, rápidamente, el cuerpo técnico filtró que el jugador no tenía calidad para jugar en aquel equipo. Sus problemas en la espalda tampoco ayudaron. De 29 partidos oficiales jugados por el filial, el extremo brasileño participó en ocho. Ni un gol, ni una asistencia... nada. Solo 283 minutos de juego. Si un dato resume su temporada es que el día del play-off de ascenso contra el UCAM Murcia no entró en la lista de 20 convocados por decisión técnica. Se convirtió en un problema para el club que tenia que aligerar masa salarial incluso en el B.

Hubo cambio de míster en el filial. Y a Sergi Barjuán tampoco le convenció Maia. No quedaba otra que buscar una salida y esta ha llegado con una cesión por una temporada y media al Internacional, un equipo que practica un buen fútbol y que no tiene miedo en dar paso a los más jóvenes. Es una cesión que huele a despedida de un fichaje que nunca se tendría que haber producido.