Guille Giménez: "No entiendo que Llull no quiera ir a la NBA"

Guille Giménez sigue de cerca la NBA

Guille Giménez sigue de cerca la NBA

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Sus transmisiones de la NBA junto a Daimiel se han hecho virales a base de costumbrismo autoflagelatorio y cáustico. Conceptos como picaflor picorcito ya son habituales en conversaciones de bar entre los amantes de la mejor liga del mundo.  

Me gustaría preguntarte por algunos tópicos que rodean a la competición; por ejemplo: “en la NBA no se juega a nada”...

Una mentira como un piano. En la NBA se juega a un montón de cosas y la riqueza táctica es brutal. 

Otro, “durante la Liga regular no se defiende...”

Se defiende menos sobre todo si un equipo ha tenido varios partidos de manera bastante consecutiva. Pero cuando el equipo está fresco se defiende como en Europa no soñaría nadie.

“Ni el juego ni los aficionados, solo importa el espectáculo...”

No. A los jugadores que no ganan, y a los entrenadores que no ganan, se les echa y acaban ganando menos dinero. No, en la NBA importa ganar como en todas partes.

Hablemos de jugadores que suscitan mucho debate, el primero, Ricky Rubio; ¿por qué crees que se da un fenómeno tan polarizado entre partidarios y detractores?

Es un jugador especial con grandes virtudes y grandes defectos. Unos se fijan más en las virtudes y otros en los defectos.

En los últimos meses ha dado un paso adelante en el tiro, pero aún no parece muy fiable en finales ajustados...

Poco a poco lo puede ser. Ha dado un gran paso este año y seguimos hablando de un jugador muy joven. Creo que va a tener un papel absolutamente principal en Utah. Mi duda es qué papel tendrán los Jazz con él. 

Otro nombre propio, Llull; ¿entiendes que no quiera  dar el salto a la NBA?

No. No lo entiendo. Un deportista siempre quiere medirse a los mejores. 

¿Crees que podría tener un rol importante?

Sí. Creo que podría tener un rol bastante importante, pero muy lejos del que puede tener en Europa, por supuesto, donde es prácticamente la gran estrella. Allí habría 50 como él. 

Después de la final entre Eslovenia y Serbia, he leído comparaciones entre Dragic y Petrovic; ¿te parece una comparación razonable?

Yo creo que ni se acerca. Dragic es un gran jugador, pero está un escalón, o dos, por debajo del mejor Drazen Petrovic. 

Los hermanos Hernangómez; ¿cuál crees que tendrá una carrera más importante en la NBA? 

Creo que Willy. Por el hecho de que en la NBA hay una escasez tremenda de pívots, de hombres grandes de verdad, y él es un cinco, él es un pívot y jugadores como él escasean. En cambio aleros al estilo Juancho hay muchos. 

Bodiroga; ¿crees que hubiera podido tener un rol importante en Estados Unidos?

Bueno, creo que habría tenido un sitio. Y ahora, en el baloncesto actual, más todavía. Era un jugador muy lento. Pero, hoy en día, a la gente que sabe jugar al baloncesto cada vez se la valora más. Y él sabía jugar a esto. 

Te decía el nombre de Bodiroga, porque esa lentitud de la que hablas también se le achaca a Doncic... ¿lo ves como número uno del draft?

Sí que le veo. Pero si será referencia es muy pronto para hacer ese tipo de valoraciones. Su evolución puede cambiar y es superjoven. Tiene muchas posibilidades, pero yo no me atrevo a decir cuál es su techo. La potencia y la velocidad la puede mejorar; no hay jugador perfecto. Curry también es un poco lento y es un jugador histórico. 

¿Quién es para ti el jugador más sobrevalorado de la NBA?

[Se lo piensa]. Uff, esa sí que es una pregunta difícil. Hay unos cuantos…

Algunos seguidores de Lebron mencionan a Curry...

No, sin duda, no. Don Stephen Curry es el único jugador que ha hecho cincuenta por ciento en tiros de campo, cuarenta en triples y noventa en tiros libres, metiendo treinta puntos por partido en la historia del baloncesto. Los datos no hablan de jugador sobrevalorado, es un auténtico fenómeno. Si hablamos de sobrevalorados, te diría  Kyle Lowry. Creo que es uno de los cinco jugadores que más ganan ahora mismo, y no creo que esté ni entre los veinte mejores.

¿Y el más infravalorado?

¡Uff! qué buena es esa. Pues mira, hay varios, pero para mí Draymond Green. También te diría a Dragic. 

Tú que has estado en muchos vestuarios de la NBA, ¿hay alguna imagen que se te haya quedado grabada?

Recuerdo en la puerta de los vestuarios a Lebron James abrazado al trofeo de campeón de la NBA como si fuera su novia en el primer día que empiezan a salir. Le faltó darle un beso de tornillo al trofeo. Los jugadores son mucho más cercanos que aquí, se ponen a hablar con cualquier periodista por los pasillos y también están las familias. Un día estaba la hija de Curry dando volteretas y casi la piso [risas].

Si hiciéramos el símil de un matrimonio, en qué fase dirías que estás ahora mismo con Daimiel...

Bueno, pues Daimiel y yo estamos en lo mejor de nuestra relación. Sin el estrés del comienzo de la relación. Ya quizás no hay mariposas en el estómago, pero hay mucho amor y entendimiento. Aún no estamos en la crisis de los siete años, que es cuando uno se cansa del otro. 

A Daimiel se le sigue desde hace tiempo, ¿hay alguna cosa que no se vea en antena y que sorprendería a más de uno?

Sí. Daimiel siempre ha dado una imagen de seriedad, de compostura, de contención y Daimiel no es nada serio. No hay ninguna seriedad en su persona. Es muy difícil hablar en serio de algo con él. En San Francisco me acuerdo que íbamos a una discoteca que se llama el Pura y nos echábamos nuestros bailes. Doy fe que Daimiel baila en las discotecas. Quizás no es un baile, digamos demasiado histriónico o exagerado, pero sí es de mover la caderita. Él es de mojito, de daikiri; ese tipo de bebida [risas]. 

A pesar de que ya no esté Montes, vuestras transmisiones mantienen ese espíritu; el baloncesto como pretexto para hablar de la vida o viceversa...

Sí, bueno, vamos a ver. Te lo da la propia retransmisión. Es decir, hay muchos parones en la NBA. Son horas en las que no puedes hablar solo de dos contra unos y del pick and roll. O sea, no es de buen gusto estar tres horas, a las dos de la mañana, hablando de baloncesto. Entonces, con tanto parón y tantas cosas que suceden alrededor de la NBA, con todo lo que hay que hablar, ¿vamos a estar tres horas hablando solo de baloncesto? 

Cómo convives con esos horarios que hacen que lleves la vida al revés, ¿Cómo afecta a tu día a día?

Pues digamos que aumenta mi felicidad. En los primeros años, no. En los primeros años me costaba adaptarme y sobre todo que mi entorno se adaptara a esos horarios. Pero ir al revés del mundo es fantástico. Te evitas muchos agobios. Yo fui a la universidad por la mañana y tengo la sensación de haber perdido cinco años. Todo lo interesante de esta vida empieza a partir de las tres de la tarde.

¿Qué crees que tiene la noche que la hace tan interesante?

Que la gente es más ella misma. Está más sensible [risas]. De hecho, está totalmente contraindicado, por ejemplo, escuchar música por la mañana. O si eres cantante o eres músico, actuar o tocar por la mañana. Está demostrado que el cuerpo está mental y físicamente más preparado para actividades culturales, mentales o sentimentales, desde la caída de la tarde en adelante. 

En vuestras transimisiones habláis a menudo de la figura del picaflor. Un tipo que prefiere picotear

Para un picaflor la mañana no existe [risas]. El picaflor actúa a mediodía, en la hora de la siesta, y en las primeras horas de la madrugada. O sea un picaflor no se pone a la tarea a las cinco o seis de la mañana. Eso es de aprendiz, de universitario que sale a ver si se come una rosca. Picaflor tiene unas horas muy marcadas y las diez de la mañana no es una de esas horas. Uno no se convierte en picaflor. Picaflor se nace y el picaflor que llevamos dentro nunca muere. Picaflor nace, crece, intenta no reproducirse, y jamás muere.

Y por ahí andarás tú...

Sí, ahí estoy yo. De todas maneras, como a partir de los cuarenta todo son malas noticias, pues tengo que decir que, por mucho picaflor que sea mentalmente, yo ya tengo menos gol que Benzema. Tuve una época ya muy lejana, que practicaba incluso el rodriguismo [se refiere a la expresión 'estar de rodríguez] pero es para gente más joven. Nosotros ya no. La gente no espera nada de nosotros; somos rodríguez todos los días.