Griezmann, desaparecido en ataque, solo aportó trabajo
La suerte de un delantero centro en un partido de fútbol depende de muchos factores. Primero, de la capacidad que tenga su equipo de crear peligro. Segundo, de la sabiduría y acierto del delantero para saber estar en lugar adecuado en el momento preciso para aprovechar esas ocasiones. También, y por añadidura, de su destreza para saber crear espacios. Obviamente también cuenta, y mucho, el trabajo de la defensa rival. Todas esas variables hay que tenerlas en cuenta para juzgar el comportamiento de Antoine Griezmann frente al Leganés. No lo olvidemos, un equipo en puestos de descenso.
La titularidad del francés no debe sorprender a nadie porque para eso está. Faltaría más. Sí que nos sorprendió la nula participación que tuvo en el primer periodo. Pasó prácticamente desaparecido, perdido en la tupida y organizada defensa pepinera, muy bien cerrada en su eje por Awaziem, Bustinza y Tarín.
La capacidad del Barça para crear peligro dejó mucho que desear en los primeros cuarenta y cinco minutos. Cómo sería que el único disparo entre los tres palos fue en la recta final de ese periodo… y que acabó en gol, obra de Ansu Fati.
De Griezmann, sin noticias. A su favor hay que decir que se desmarcó, que corrió, que intentó bascular, pero nada de nada. El primer balón lo tocó cuando bajó al centro del campo y su único remate llegó a la media hora cuando cabeceó, mal y sin fe, una asistencia de Rakitic.
Llamativa, muy llamativa, fue la larga conversación que tuvo con él Leo Messi en la pausa para hidratarse. El capitán azulgrana le aconsejó sobre algunos aspectos tácticos que debía corregir. Estaba claro que Messi quería recuperar a ese Griezmann que, cuando quiere y cuando puede, aporta gol y peligro.
Gol anulado
Entrada la segunda mitad, Luis Suárez ingresó en el terreno de juego por Ansu Fati. La presencia del uruguayo desplazó a Griezmann a la banda izquierda, una posición más holgada para él, con más espacios para sus llegadas. Así ocurrió a los sesenta y cuatro minutos, cuando una galopada de Semedo por la derecha acabó en un medido centro al punto de penalti, por donde apareció el francés para fusilar al portero del Getafe. Por desgracia, Semedo arrancó en fuera de juego y el gol no subió al marcador. Una pena que la única jugada ofensiva de mérito de Griezmann no tuviera su premio.
Es cierto que el campeón del mundo trabajó mucho y que ayudó en defensa, pero tiene que ofrecer más, mucho más. Hasta Riqui Puig, en solo quince minutos, creó más peligro que él.
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