Historia SPORT

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El gigante nórdico que ha tomado la Concha

Sorloth e Isak, amigos dentro y fuera del campo

Sorloth junto a Isak, la pasada temporada / EFE

Sergi Capdevila

Sergi Capdevila

Es imposible pasar por Donostia y no enamorarte. Incluso para alguien que en los últimos seis años de su vida ha vivido en Turquía, Alemania, Bélgica, Inglaterra o Dinamarca. Alexander Sorloth es, a sus 26 años, un auténtico trotamundos del fútbol. Y, además, no es de esos tipos que pase desapercibido. 1,95 metros, un verdadero 'troncho' nórdico. El noruego viene jugando mejor que nunca este curso. Lejos del prototipo de '9' tanque que puede parecer, le encanta alejarse del área para participar en el juego y tiene una buena conducción de balón. Este jueves (21:30), se ve las caras con el Barça en el Reale Arena.

 "Antes de llegar, no comía pescado nunca. Ahora no dejo de hacerlo. Los restaurantes aquí son increíbles", comentaba recientemente en una entrevista para 'Noticias de Guipúzcoa'. Se ve que a Sorloth se le ve casi día sí día no por el archiconocido restaurante de Juan Mari Arzak. Aún no se atreve con el español, pero está disfrutando al máximo su experiencia en la capital guipuzcoana. Está cedido hasta final de curso por el Leipzig y, aunque tiene muy complicado quedarse, no le importaría para nada alargar la estancia.

EL CAMBIO DE SISTEMA DE IMANOL

Su influencia en el juego ha crecido desde que Imanol ha cambiado del 4-3-3 al 4-4-2. Acompañado de su gran amigo Alexander Isak (pasa muchas horas con él fuera de Zubieta), Sorloth suele ejercer más como segundo delantero. Solo ha podido marcar seis tantos oficiales en lo que va de campaña, pero, como comentábamos, se encuentra en su mejor momento. Cuatro titularidades seguidas y mucho más protagonismo en el juego 'txuri urdin'.

Hasta ahora, el futbolista nacido en Trondheim no ha sido capaz de consolidarse en ningún club. El Crystal Palace pagó nueve 'kilos' en 2018. Apenas duró media temporada en Londres y se marchó cedido. Primero, al Gent, y luego al Trabzonspor turco. Allí explotó. Fue capaz de marcar 33 goles aquel año en el país otomano, lo que valió para que el Leipzig, un cazatalentos jóvenes insaciable, pagara por él 20 millones de euros.

Sin poder asentarse en Alemania, la Real de Imanol pidió su cesión. Primera experiencia en el fútbol español y, tras la lógica adaptación, lleva semanas rindiendo a buen nivel. Repetimos, veremos si suficiente como para ganarse su continuidad. Hasta entonces, que le quiten lo 'bailao' entre pintxos y txangurro.