Ganas de clásico

Un Barça-Madrid nunca es para pasar el rato y de lo que ocurra sobre el césped se empezarán a sacar conclusiones

El equipo de Xavi llega con aires renovados y hasta ahora sin Lewandowski

El Barça afronta el clásico contra el Real Madrid tras golear al Inter Miami (0-6)

El Barça afronta el clásico contra el Real Madrid tras golear al Inter Miami (0-6) / VALENTÍ ENRICH

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Cuando Joan Laporta apareció gigante en un edificio de Madrid con el “ganas de volver a veros”, no solo ganó las elecciones, sino que también sembró la semilla que acabó germinando en el 0-4 del Santiago Bernabéu, una oda eterna al fútbol ofensivo. Es, seguramente, el mejor partido que ha jugado hasta la fecha el Barça de Xavi. Cierto es que antes, en la Supercopa de España, los madridistas superaron a los blaugrana, pero el proyecto acababa de arrancar y aún era incipiente. 

LaLiga Santander y la Champions League permiten al Real Madrid sacar pecho de la pasada temporada, pero bien harían los de Carlo Ancelotti en no contemplar aquella goleada del Barça ante su afición como algo anecdótico. Sobre todo tras un inicio de mercado de fichajes en el que el Barça está haciendo los deberes y confirma lo visto durante la anterior ventana, cuando llegaron, entre otros, Ferran Torres y Pierre Emerick Aubameyang. Hay ganas de clásico, muchas, en el vestuario blaugrana. Será en pleno verano y a miles de kilómetros de Barcelona y Madrid. Con dos equipos que se están construyendo, sobre todo el Barça, que está haciendo un gran esfuerzo económico para ello. Si no fuera un clásico parecería un amistoso de pretemporada, pero un Barça-Madrid nunca es para pasar el rato y de lo que ocurra sobre el césped se empezarán a sacar conclusiones que, hasta el próximo clásico, serán definitivas.

Lo cierto es que el Barça llega con aires renovados, con la ilusión de un niño la noche de Reyes, tras un 0-6 al Inter Miami en el que, más allá del nivel del rival, se vio a un equipo aguerrido, hambriento, motivado, tenso y competitivo. El Barça llega con un Raphinha que tiene una gran pinta, con un Ansu Fati que empieza a recordar al de antes de la lesión, con Franck Kessie zampándose metros cuadrados de césped, con Nico González levantando la mano para convertirse en relevo de Sergio Busquets, con Gavi a lo suyo, lo que significa que está como siempre. Y todo ello sin Robert Lewandowski, el fichaje estrella no solo del Barça, sino del fútbol europeo (lo de Haaland y el City es una broma si atendemos a la historia y el prestigio de clubs y jugadores). El polaco tendrá minutos y, aunque se ha entrenado poco con el equipo, habla el mismo idioma que Pedri, Busquets o Ferran Torres. Es el idioma del fútbol ofensivo.

El Barça huele a nuevo, como cuando abres por primera vez la puerta de un vehículo por estrenar. Y nada mejor que un clásico para empezar a probarse. Hay ganas de clásico siempre, pero este de Las Vegas tiene algo de especial. El “ganas de volver a veros” se ha convertido en “tranquilos merengues, lo que pasa en Las Vegas, se queda en las Vegas”, inyectando ilusión de arriba abajo, tentando a los futbolistas a dejarse ir, a competir entre ellos y a hacerlo frente al rival. Ningun rival mejor que el Real Madrid para mirarse al espejo. Hay muchas, muchas ganas de clásico.