El fútbol-arte de Florencio

Una imagen de Florencio con la camiseta del Barça, el 8 de septiembre de 1948, durante un amistoso contra el Sporting de Lisboa (4-1)

Una imagen de Florencio con la camiseta del Barça, el 8 de septiembre de 1948, durante un amistoso contra el Sporting de Lisboa (4-1) / FAMILIA CAFFARATTI

David Salinas

David Salinas

Florencio Caffaratti Chisalvo, interior argentino, solo jugó dos temporadas en el FC Barcelona (1947-48 y 1948-49) pero dejó un recuerdo imborrable por su fútbol calculado, técnico y científico. El mejor elogio que se pudo leer de él en la prensa catalana fue cuando dejó la entidad: “Florencio se ha ido, mas su recuerdo perdurará. Recordaremos su gran juego, su caballerosidad, su nobleza, y cuando en años venideros veamos a un jugador actuar con gran limpieza y realizando maravillas con la bola, diremos: Juega como jugaba Florencio…”.

La historia de Florencio es muy singular. Nació en El Trébol, provincia de Santa Fe, el 3 de mayo de 1915 (no de 1919 como reflejan todas las biografías). Esto significa que llegó al Barça con 32 años y no con 28 como se dijo en su momento. Fue el quinto de cinco hermanos: Hugo, Deolindo, Elidio, Mafalda María y Florencio y el único que jugó al fútbol. Primero lo hizo en las filas del Trebolense y lo conocían como el Chin. Posteriormente tuvo un paso fugaz por las divisiones inferiores de Newell’s Old Boys (1936) hasta llegar a Vélez Sársfield.

Florencio le tocó hacer el servicio militar (la popular colimba) en Buenos Aires, en la Marina. “Y mi padre se mareaba hasta en los caballitos…”, recuerda su único hijo, también Florencio. Un oficial, José Juárez, lo vio jugar y lo llevó al Vélez, donde actuó entre 1937 y 1939. Cumplió dos campañas de ensueño: 49 partidos, 41 goles.

Cotizado

Después fichó por River Plate, pero no se encontró nada cómodo en el club de la banda roja. A los pocos meses daba el salto a las filas de Banfield (1940-43), donde siguió brillando con su fútbol asociativo y clarividente. Y de aquí se fue a México, país que entonces no estaba afiliado a la FIFA y pagaba mejores sueldos. Fue a parar al América, donde jugó hasta 1947.

En la temporada 1943-44 fue nombrado jugador revelación del primer torneo profesional mexicano. Su fútbol cautivó y su nombre empezó a ser familiar en los círculos futbolísticos. Para poder salir del América tuvo que comprar su ficha al club por 10.000 pesos…

‘Caffa’, como era conocido en México, lo recomendó para el Barça el ex jugador de la entidad Martí Ventolrà, que entonces jugaba en el Atlante, y el catalán Josep Sendra, que regentaba una pastelería en la Colonia Condesa, muy amigo de Rossend Calvet, secretario general del Barça.

El diciembre de 1947 llegó a Barcelona con su esposa, Dora Fierro, con la que se casó en 1945. Firmó por cinco temporadas. En la Liga 1947-48 solo jugó 5 partidos y marcó 6 goles. En la siguiente, 1948-49, nueve (un gol). Se proclamó campeón de Liga en las dos temporadas que jugó y, pese a no participar directamente en el campo, también se proclamó campeón de la Copa Eva Duarte y de la Copa Latina, en 1949.

El hijo de Florencio recuerda que su padre le explicaba que “cuando llegó a Barcelona nadie creía que tuviera 28 años. Pensaban que tenía menos… Pero, en realidad, tenía 32. Me preguntarán el porqué, y la respuesta es muy sencilla: Mi padre no bebía, no fumaba, era muy disciplinado con la dieta… Se cuidaba mucho. Esto le permitió alargar su carrera deportiva”.

Florencio era un interior muy habilidoso, daba la pelota al pie, hacía los pases justos, lanzaba en profundidad a los extremos. Era un director de orquesta. “La difícil facilidad de Florencio”, decía la prensa de la época.

‘Cazado’

El espanyolista Casas, tras una áspera entrada, lo lesionó de gravedad el 28 de marzo de 1948 en un derbi y no reapareción hasta la temproada siguiente, pero ya no era el mismo. El 16 de enero de 1949 jugó su último partido con el Barça (2-2 en La Coruña). Dejó de contar para el entrenador Enrique Fernández.

Los días empezaron a ser muy largos y llegó la nostalgia. Junto a su mujer decidió hacer el viaje de regreso pese a tener tres años más de contrato. “Mi padre siempre me decía que pasó dos años irrepetibles en Barcelona, que los catalanes lo acogieron y trataron muy bien.

Este tiempo lo marcó y, desde entonces, siempre fue del Barça, se interesaba por los resultados, por los amigos que dejó…”, recuerda su hijo, que también fue futbolista, y lo acompañó en la celebración del Centenari del Barça en 1999. Florencio, 52 años después, regresaba a Barcelona. Y los compañeros con los que jugó lo recibieron de una manera “muy emotiva. Fue inolvidable”, recuerda su hijo.

Florencio volvió a México para seguir jugando en las filas del San Sebastián. Después lo hizo otra vez en el América. Colgó las botas en el Real España, del DF. Alcanzó el nivel exhibido antes de emprender el viaje a Europa.

Entrenador y empresario

Después hizo un curso a distancia en la Federación Española de Fútbol y se sacó el carnet de entrenador. Ejerció de míster en el Atlético Celaya (al que ascendió a Primera División la temporada 1957-58). También dirigió al Veracruz y al Atlante.

Alejado ya del fútbol, ‘Caffa’ montó una tienda de deporte, una pizzería (a la que llamó Tuñín) y fue una de las primeras personas en México en tener una concesión de lotería deportiva. Murió el 15 de septiembre de 2001, en Toluca. Tenía 88 años.