Historia SPORT

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Francesc Calvet, el ‘pagès’ del Barça

Compaginó el fútbol con el trabajo en el campo, ayudando a su padre en el cultivo de fruta y verdura

Formado en la cantera, destacó por su rapidez, entrega y fidelidad al club como mediocentro y lateral. Clave en el resurgir del club tras la guerra, se fue con las Cinc Copes

Frances Calvet, jugador del primer equipo del FC Barcelona entre 1940 y 1952

Frances Calvet, jugador del primer equipo del FC Barcelona entre 1940 y 1952 / Archivo

David Salinas

David Salinas

El pasado miércoles se cumplió el centenario del nacimiento de Francesc Calvet Puig, que vio la primera luz en Sant Joan Despí el 29 de septiembre de 1921. Defendió los colores azulgranas a lo largo de 13 temporadas, empezando con las penurias y estrecheces del curso 1939-40 para finalizar con la degustación de la gloria alcanzada en la campaña 1951-52 por el Barça de las Cinc Copes. Calvet, que jugó en todas las posiciones salvo de portero, comenzó destacando de mediocentro para acabar como defensa lateral, caracterizándose por sus centelleantes y temperamentales acciones. Anticipación y responsabilidad fueron sus principales virtudes.

Sus primeros contactos con el balón los tuvo en el colegio de maristas Valldemia de Mataró, en el que se educó como interno. “Allí me entró una afición loca por el deporte”, reconoció en un 1949, en una entrevista a ‘Marca’. Finalizada la guerra civil, con 17 años, entró en el equipo infantil del FC Barcelona, pasando después por el de aficionados para acabar en el profesional, con el que debutó el 17 de marzo de 1940 en Heliópolis contra el Betis (3-0) de la mano de Patrick O’Connell.

El fútbol, sin embargo, no desvió la hoja de ruta que Calvet se había trazado. Siguió trabajando en el negocio familiar —el cultivo de fruta y verdura— y estudiando la carrera de Comercio. Nunca traicionó sus orígenes y cuando su profesión se lo permitía, se arremangaba y echaba una mano a su padre en el campo, con la azada o con cualquier otra herramienta.

Recorrido

Calvet vivió de todo como barcelonista: peleó para evitar el descenso en 1940, en sus primeros partidos con el primer equipo; en 1942 cumplió el servicio militar y no pudo ayudar al grupo en la conquista de la Copa ni en la promoción; en 1943 estuvo en el simulacro de partido de Copa contra el Real Madrid en Chamartín (11-1); en 1945, con Pep Samitier en el banquillo, se proclamó campeón de Liga, título que repetiría las temporadas 1947-48, 1948-49 y 1951-52.

La temporada 1945-46 sufrió una lesión de importancia y fue operado del menisco, reapareciendo en febrero de 1947. Con Enrique Fernández en el banquillo completó dos campañas de ensueño, culminando la segunda (1948-49) con la Copa Latina en Chamartín contra el Sporting de Lisboa (2-1). Calvet fue uno de los destacados de la final por frenar a los amenazantes Peyroteo, Travassos y Albano. Fue generoso y solidario en un espectacular derroche de facultades.

Vivió también las Bodas de Oro (temporada 1949-50); jugó al lado de Ladislao Kubala y, aunque tarde, casi con 30 años, alcanzó la internacionalidad con la selección española en junio de 1951 (jugó dos partidos). Su última temporada coincidió con la del Barça de las Cinc Copes (1951-52), aunque después de un 5-1 en Chamartín, en noviembre de 1951, desapareció del equipo. Daucik, el entrenador, lo culpó de carencias en el marcaje y Calvet, cuentan, le respondió que él marcaba a quien le daba la gana… Días después agregó que solo faltaba que se dijera que se había vendido al Real Madrid. ¡Él! Más barcelonista que el palo de la bandera. ¡Él! Fiel al club desde niño…

El adiós

Pidió salir del club y aventurarse en el fútbol venezolano. El Barça, sin embargo, lo retuvo, pero acabó traspasándolo al Oviedo en octubre de 1952 por 400.000 pesetas, aunque inicialmente pidió 500.000. La rebaja fue en agradecimiento por la cesión ovetenses de Herrerita y Emilín tras el la guerra civil. Fichó por tres temporadas, renunciando a la tercera (1954-55) por el descenso del equipo a Segunda y la alta ficha que tenía. “El dinero no lo es todo en la vida”, dijo. Regresó a Barcelona para colgar las botas, y lo hizo, pero su excompañero Benito, entrenador del Europa la temporada 1956-57, lo convenció para que reapareciera. Y así lo hizo, con 36 años, compaginando otra vez el fútbol con el trabajo en el campo.

Calvet, íntegro, discreto y honesto, siempre mantuvo que si se erigió como bastión en la zaga fue como consecuencia, además de por su sacrificado trabajo, por la inmensa labor de los compañeros de línea, en especial la de los hermanos Gonzalvo, Josep y Marià, dos auténticos fuera de serie. “Fueron la base de mi éxito”, decía, para reconocer que su punto débil era “el pase, no lo mido suficientemente”.

Hijo de Antoni y Eulàlia, falleció el 30 de noviembre de 2001, a causa de una grave enfermedad pulmonar, a las 22.45 horas en el Hospital Duran i Reynals de L’Hospitalet de Llobregat. Sus restos mortales reposan en su Sant Joan Despí natal, localidad que bautizó en 1996 el polideportivo municipal con su nombre. 

Para profundizar en la figura de Francesc Calvet es imprescindible la lectura del libro del periodista y escritor Guillem Gómez Marco, ‘Francesc Calvet, el pagès que va triomfar al Barça’ (2011), una documentada obra que repasa la trayectoria del jugador temporada a temporada y cuenta con el testimonio del protagonista y de muchos de los que fueron sus compañeros en aquella época.