La flexibilización para la viabilidad del Barça

El descenso de ingresos obliga a reducir en unos 200 millones la masa salarial en solo dos meses

La misión es casi imposible: las amortizaciones son fijas y no se rescinden contratos sin acuerdo

Laporta lanza un guiño al vestuario

Laporta tiene un 'papelón' ante si / FCB

Marc Ciria/Ivan Cabeza

Esto es lo que está sucediendo a la norma del control financiero después de la pandemia. El objetivo de la misma a finales del año 2012 era procurar por la solvencia de los clubes después de años de despilfarro y gestión dudosa. La LFP, firme en su empeño, consiguió su objetivo, obligando a profesionalizar a los clubes con una gestión moderna que saneó en general la estructura del fútbol profesional español.

¿Qué sucede en nuestro entorno? En la grandes ligas europeas no existen unos controles a priori sobre los presupuestos como en España, y la única norma comparable sería el fair play financiero de la UEFA establecido en 2010 y que los clubes Estado han driblado sutilmente año tras año.

Si estudiamos la industria americana, referente económico en estos aspectos, no hay comparación posible. Los límites salariales en USA son parte del ADN de la competición, pero tienen un objetivo muy diferente: la igualdad de la Liga. Es parte de su cultura y se lo pueden permitir por la gestión centralizada de sus ingresos.

¿Cómo se han comportado post-pandemia? La UEFA ya se ha encargado de anunciar una flexibilización de la norma para los próximos ejercicios, lo que supondrá una clara desventaja para los clubes de la LFP, y las ligas americanas están siendo laxas con los límites permitiendo restructurar los contratos de los jugadores con sus equipos.

Los clubes de la LFP tienen una estructura de ingresos muy diferente según el caso. Los clubes con presupuestos más bajos tienen una dependencia mucho más elevada de los derechos de televisión (que se han mantenido) y sus ingresos en patrocinios y 'matchday' tienen un impacto menor en sus cuentas, a diferencia de los ‘grandes’ clubes con unos ingresos más diversificados y que han sufrido unos descensos de ingresos mucho mayores por esa dependencia de los patrocinios y del día de partido.

Y aquí está la clave de todo. Tomando como ejemplo el Barça, sus cuentas sufrirán un descenso en sus ingresos de aproximadamente unos 250 millones de euros, y no por su gestión, sino por la pandemia, ya que este descenso será provocado por el descenso de los patrocinios, de la venta en tiendas de 'merchandasing', de entradas al partido, abonos y al museo, 'hospitality', entre otros.

Ese descenso excepcional de ingresos le obliga, según la norma del control financiero, a reducir en aproximadamente 200 millones de euros la masa salarial en dos meses, objetivo casi imposible, ya que las amortizaciones son fijas y los costes salariales se amparan en una normativa que no permite rescindir los contratos sin acuerdo. Por tanto, las únicas vías pasan: 1) por los traspasos, que en el caso de los clubes grandes lo hace improbable, porque sus jugadores tienen salarios muy elevados y el mercado se ha contraído por la pandemia; 2) el acuerdo en rebaja de los sueldos y 3) o en la rescisión de los contratos.

Todas estas medidas tendrían un impacto negativo en la cuenta de explotación, generando pérdidas, y creando un círculo vicioso negativo que le obligaría a ir reduciendo aún más la masa salarial en el próximo ejercicio. Por tanto, la normativa tendrá un efecto nocivo e irá en dirección contraria a su objetivo inicial.

Los argumentos en contra de la flexibilización son varios, pero generalizados en dos muy concretos: 1. La ley es igual para todos. 2. El problema del Barça ha sido su gestión en los últimos años. El primero es fácil de contraargumentar, el hecho de que una norma sea injusta no implica que lo deba ser para todos. Hay que recordar que el Barça no pide dinero, simplemente tiempo. Esta flexibilización debería ser general, más aún, cuando en todos los sectores económicos a nivel mundial se han producido reformas y ayudas a la situación de crisis generalizada por la pandemia del covid-19 y los Gobiernos e instituciones se han adaptado a la situación rápidamente. El segundo aún es más fácil de defender. El FC Barcelona ha sido muy mal gestionado en los últimos años, tal es así que como club deportivo más democrático del mundo profesional impulsó una moción de censura para cesar a los responsables de esa gestión.

El Barça, único

Ahora bien, en relación con el control financiero, durante todos estos años de mala gestión el club azulgrana cumplió con el límite salarial. El incumplimiento poco tiene que ver con la gestión, sino con la caída de ingresos excepcional debido a la pandemia. Además, y como rara excepción, para proteger la solvencia y buena gestión del club, el Barça es la única institución profesional del mundo del deporte en el que su junta directiva avala con su patrimonio personal más de 150 millones de euros, garantía mucho más efectiva que el control financiero para el fin que esta demanda: una gestión financiera viable y sostenible.

No hay debate al respecto de la necesidad de flexibilización del control financiero para el próximo ejercicio 2021-22, es evidente su necesidad ante una causa de fuerza mayor que perjudica a todos los clubes y a la Liga de Fútbol Profesional (LFP).