El factor Busquets
Fue protagonista en los prolegómenos del clásico por su ausencia y a lo largo de la temporada ha estado en el centro del debate sobre el centro del campo blaugrana. La conclusión que se puede sacar en torno a Sergio Busquets tras el Barça-Real Madrid (0-0) es que, con el paso de los años, se pone más en valor al de Ciutat Badia cuando llega una de sus puntuales ausencias que cuando le incluyen en el once inicial.
Este jueves se cumplen diez años del mayor éxito de la historia del FC Barcelona, la conquista del sextete. El fútbol ha evolucionado desde entonces y el equipo actual es totalmente distinto al Pep Team de Guardiola, por mucho que todavía sigan como referentes Gerard Piqué, Leo Messi o el propio Busquets. No solo han cambiado los que juegan, sino también a lo que juega el Barça.
Aquel fútbol asociativo, armado a partir del balón como arma de defensa y ataque, se volvió algo más vertical y vertiginoso con Luis Enrique. Ya no solo corría el balón, también los jugadores, y los desplazamientos de uno y otros también se hicieron más largos.
Era más políticamente correcto hablar de transiciones que de contragolpes, pero aquel Barça se quedó a un paso de completar otro sextete pero sí firmó cinco títulos jugando al galope.
INCOMBUSTIBLE BUSQUETS
Durante esos siete años, Busquets fue el jefe de la sala de máquinas. En la etapa de Guardiola y Tito Vilanova, Xavi Hernández y Andrés Iniesta desplegaban su talento para que el balón circulara por el rondo a un ritmo vertiginoso. Pero lo hacían a partir de la capacidad de Sergio para iniciar la presión tras la pérdida de balón y, al mismo tiempo, apoyar en la salida de la pelota desde la cueva de Víctor Valdés.
'Busi' era el cemento que mantenía juntas las líneas del equipo, y siguió siendo su pegamento cuando Luis Enrique lanzó a galopar a los interiores, habitualmente Iniesta y Rakitic, por detrás de la MSN (Messi-Suárez-Neymar); al mismo tiempo el pivote blaugrana administraba el centro del campo de la Selección junto a Xabi Alonso.
Así, mantuvo su condición de imprescindible con la llegada de Ernesto Valverde en 2017. El Txingurri siguió confiando en él para que mantuviera el orden táctico de un equipo que funcionaba con el piloto automático en la Liga.
FATIGA DE MATERIALES
La estructura blaugrana empezó a mostrar fatiga de materiales en los duelos de máxima exigencia en Europa, especialmente como visitante. El Barça ya no era capaz de imponer el rondo en cualquier zona del campo, como en la 'era Guardiola'; ni tenía piernas suficientes para protagonizar las cargas de caballería de la mejor etapa de Luis Enrique.
Exigido y exprimido por todos y cada uno de sus entrenadores, Busquets ha empezado a administrar las energías esta temporada. Es cierto que no jugó el clásico por unos problemas físicos, pero antes ya estuvo ausente ante el Athletic, el Granada, el Atlético y el Inter.
Dos derrotas y dos victorias que se suman al empate del miércoles y simbolizan a la perfección el debate existente en torno a cuál debe ser la aportación del segundo capitán blaugrana.
NI CON BUSI NI SIN BUSI
Algunas voces cuestionan su titularidad. Argumentan que ya no tiene gasolina suficiente para atender día tras día una demarcación tan exigente como el mediocentro.
Pero cuando no juega, se echa en falta su inteligencia, capaz de hacer una falta táctica, organizar posicionalmente a sus compañeros, distribuir el balón y echar una mano en defensa.
Quizás sus pulmones y sus piernas acusen los miles de kilómetros acumulados en 664 partidos con el primer equipo y la selección (550 y 114). Pero a día de hoy, nadie en la plantilla interpreta mejor que Busquets la función de medicentro cuando está al cien por cien.
ASUNTO DE FUTURO
En los 18 partidos que ha jugado Busquets, el Barça sumó 13 triunfos, 4 empates y 1 derrota, en campo del Levante (3-1). Ese día llovieron las críticas porque el equipo se dejó remontar un 0-1. Efectivamente, Busi jugó, pero solo los últimos 26 minutos. Valverde tiró de él justo después del 2-1, aunque ya tenía preparado el cambio, intuyendo el desastre.
El factor Busquets es obvio para los técnicos cuando está en el campo y queda claro para el resto de mortales cuando no juega. Sin duda, se trata de uno de los quebraderos de cabeza para Valverde a corto plazo y para el Barça a medio y largo recorrido.
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