La explosión de Dembélé

Dídac Peyret

Dídac Peyret

En el quinto gol del Barça, Ousmane Dembélé recogió el balón en el mediocampo y fue avanzando hacia Asenjo sin reparar en ningún compañero.

Aceleró, regateó y picó el balón por encima del meta con precisión quirúrgica. Ni siquiera contempló el pase a Messi, que esperaba la pelota a última hora.

No fue una jugada cualquiera. Fue el eslalon de un jugador distinto. Y también la constatación de que detrás de su apariencia tímida se esconde un tipo ambicioso que se niega a dimitir, a pesar de la incertidumbre sobre su futuro. A pesar también del fichaje de Griezmann.   

"No me iré del Barça después de una temporada", avisó hace unas semanas. Y ahí sigue, tratando de encajar a pesar de que en ocasiones se sienta un extraño en el juego pausado del equipo. 

Ante el Villarreal jugó su mejor partido este curso (participó hasta en 72 ocasiones), pero también quedó claro que es un jugador que necesita libertad. Libertad para cometer errores. Y desorden para expresar su mejor fútbol.

"Algunas pérdidas de balón que hago son estúpidas, trato de borrar eso"

Dembélé es un velocista que vuela cuando tiene espacios. En situaciones de contragolpe. En partidos de ida y vuelta. Su fútbol casa mejor con la anarquía del Liverpool de Kloop que con la ortodoxia del estilo blaugrana. De ahí que necesite un proceso para familiarizarse con el juego posicional y el compromiso defensivo que le pide Valverde.

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Dembélé es de esos futbolistas que juegan su partido. Y el precio de su atrevimiento son errores no forzados. A veces de lectura de juego. Otras con la precisión en el juego de asociación."Un talento increíble", así le definió el Txingurri"Un firme candidato al Balón de Oro", llegó a decir de él Tuchel, su exentrenador en el Dortmund. Pero también un producto inacabado, tal y como sostienen en el club azulgrana. 

Lo reconoció el propio futbolista en Onze Mondial. "Algunas pérdidas de pelota son estúpidas. Intento todo el tiempo borrar eso. En todas las temporadas, trato de borrar eso. Y ahora estoy en Barça y cuando pierdes el balón no se perdona".

El Mosquito disfruta del desafío individual. De los cambios de velocidad y los quiebros. Es un futbolista tan contradictorio que parece más preciso a 28,6 kilómetros por hora, cifra que logró en la jugada del primer gol ante el Villarreal, que en estático.

Ahí se apaga su fútbol. Cuando el rival acumula mucho jugadores por detrás del balón, un contexto habitual en el Barça.  

Frente al Villarreal marcó dos goles, tocó el baón 72 veces y completó 42 pases con un 88% de acierto

Su fútbol es tan impredecible para los rivales como para sus propios compañeros. Y ni siquiera él es capaz de descifrar si es zurdo o diestro. "Je suis ni gauche ni droite, comme les jambes de Dembélé" dispara el rapero Mac Tyer en la canción Comme à l'ancienne. 

"Es innato, está en mis genes. Es así. Es imposible que termine un partido sin driblar. Cuando tengo enfrente a mi oponente ni siquiera yo sé lo que haré hasta el último momento", reconoce el Mosquito.

En el Barça ha tenido que lidiar con lesiones musculares graves (los técnicos trabajaron con él situaciones de juego para que perdiera el miedo a romperse) y la sospecha permanenteSe ha dudado de su adaptación a la ciudad y al vestuario. Incluso de su dieta, a pesar de haber contratado un nutricionista personal.

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"No estoy en la cima de mi juego, pero poco a poco volveré. Me canso muy rápido. Tengo que trabajar cardio", reconoció en Telefoot el pasado mes de abril. Ante el Villarreal dejó entrever todo su potencial. Completó seis regates, marcó dos goles y tuvo un 88% de acierto en el pase.

Sus mejores minutos llegaron con el 4-3-3, haciendo de extremo derecho, pero también buscando los pasillos interiores. En el Dortmund sus jugadas más memorables llegaron con espacios y por el carril del medio.

Ahí es demoledor. Sin corsés tácticos. Cuando los partidos son puro vértigo sale el mejor Dembélé. El futbolista más misterioso de la plantilla azulgrana.