Historia SPORT

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Especial Mascherano: el fútbol sufrido

Mascherano, ocho temporadas de blaugrana

Mascherano, ocho temporadas de blaugrana / VALENTÍ ENRICH

Dídac Peyret

Dídac Peyret

"Digamos que no le encuentro el sentido a lo que muchos dicen de 'salgo a la cancha a disfrutar'. No, yo no salgo a la cancha a disfrutar, yo disfruto entrenando, aprendiendo, pero durante los 90 minutos no disfruto del partido. Yo el fútbol lo sufro". Javier Mascherano resumía hace dos años en la revista Panenka su manera de vivir la profesión.

El Jefecito siempre fue así. También en sus más de siete años con la camiseta del Barça. Su lenguaje no verbal le delata. También la alopecia que le acompaña tras haber aterrizado a Barcelona con el pelo rizado.

Mascherano vive los partidos en permanente tensión, al borde un ataque de nervios, y cuando falla se aplica una autocrítica debastadora. Es culpable hasta que se demuestre lo contrario. 

Es conocida su tendencia a reconocerse en la foto. "El equipo, lamentablemente, ha tenido que sufrir un nuevo error mío. Me duele por el resultado, porque en partidos tan importantes como éste, yo no me puedo permitir este tipo de errores", dijo hace cuatro años con la voz entrecortada tras jugar contra el Milan en la Liga de Campeones.

En el Barça la angustia se incrementó pronto. Le bastaron unas pocas semanas: "Yo ya lo sabía: ser pivote en el Barça era casi imposible.No había otro camino que ser central. Me di cuenta de que con lo que venía al Barça no me alcanzaba, ni siquiera para permanecer en el club".

No le fue mucho mejor cuando lo escuchó en boca de Guardiola. Lo explicaba así recientemente en El Gráfico: "Me recibió con música clásica y una frase que no olvido: '¿Vos sabés que venís acá a no jugar, no?' (risas). Le contesté: 'Quedate tranquilo que conmigo no vas a tener ningún problema”.

Fue Pep quien se atrevió a reinventar a Mascherano tras comprobar que Busquets salía mal parado cuando jugaba de central. Lo aprovechó el argentino, a pesar de estar cerca del 1'70. Su espectacular tren inferior, mezcla de flexibilidad y explosividad, le ayudaron a un nuevo rol, donde estaba muy expuesto. 

No le resultó sencillo en sus inicios. Sobre todo porque todavía tenía muy interiorizados los mecanismos de stopper. Acostumbrado al contacto constante y al tackle, tuvo que aprender a medir sus acciones y no anticiparse siempre, como hacía en sus tiempos en el Liverpool, donde formó un triángulo formidable junto a Xabi Alonso y Gerrard. 

La metamorfosis de 'Masche'

En Anfield la secuencia se repetía una y otra vez. Robo de Mascherano, balón para Alonso, pase filtrado a Gerrard y balón picadito al espacio para Torres.

En el Barça el escenario ha sido bien distinto. Un fútbol mucho más pausado y muchos metros a la espalda. De ahí que Mascherano haya sido un auténtico superviviente. 

Mascherano se adaptó a un fútbol que no conocía, que parecía irle incluso en contra, y lo hizo en una posición que no era la suya.

"El mejor de todos fue Guardiola, no tengo dudas, porque me hizo ver el fútbol de un modo diferente"

Su gran éxito ha sido mantenerse, a pesar de que por el camino da la sensación de haber vivido en ocasiones una auténtica penitencia. Del Barça se irá a China con cuatro Ligas, dos Champions y dos Mundial de Clubes en el bolsillo.

También con momentos imborrables. Como esa jugada con Bendtner en el Camp Nou que le dio el empujón necesario para ganarse a la afición.

Seguro que él también recuerda su único gol con el Barça.Un penalti que convirtió con pudor ante Osasuna y que fue muy celebrado por sus compañeros. Sobre todo por un Piqué que fue quien tuvo la iniciativa de que lanzar la pena máxima el argentino. Lo pasó mal el Jefecito que no pareció relajarse ni en los festejos.

Ahora, cansado de ser suplente, apunta al Hebei Fortuna. Mascherano nunca fue de los que pasan por la vida de puntillas. "Soy un convencido de que las etapas hay que cerrarlas en la vida y la del Barcelona está cerca de cerrarse".