La épica es del Barça antes del Clásico

El Barça ganó al Valladolid con un final típico del Madrid que abre una nueva Liga

El conjunto azulgrana demostró esta vez que también puede ganar sin jugar bien

Ronald Koeman: "Hemos estado lejos del nivel mostrado últimamente"

Koeman analizó la victoria del Barça ante el Valladolid en rueda de prensa / EFE

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Cuando el cronómetro ya marcaba el minuto noventa, cuando la impotencia quemaba al Barça, apareció Dembélé para evitar una decepción insoportable y cambiar la temporada del Barça.

Su gol, tan agónico como trascendente, le da la vida al equipo, que depende de sí mismo para campeonar y abre una nueva Liga. El Barça se pone a un punto del Atlético y confirma lo impensable: ha recortado 11 puntos en cuatro meses al líder. 

Los últimos ante el Valladolid, en un partido sufridísimo, ganado in extremis con más épica que fútbol. Donde no llegó la madurez, llegó la fe de un equipo que tiene el campeonato entre ceja y ceja. Que no dimite en los momentos complicados y que se está acostumbrando a la heroica. 

Lo pasó tan mal el barcelonismo como Koeman. El holandés se desesperó viendo como el partido se jugaba al ritmo que quería el Valladolid. Se desgañitó viendo como el colegiado se desentendía de las faltas, convertido en un espectador más, protagonista por omisión.

No se encontraba el Barça en un partido pastoso, de constantes interrupciones y con un Valladolid crecido. Hacía semanas que no se veía un Barça tan destemplado y frustrado. En ataque no había un resquicio de luz. En defensa, el repliegue era el de los peores de la temporada. 

Incapaz de recuperar el balón con rapidez, el Barça se descosía con la velocidad de un Valladolid más metido y más rápido. La puesta en escena era sorprendente: el día que el Barça volvía a depender de sí mismo para ganar LaLiga ofrecía su versión más decepcionante.

El día que no podía fallar se hacía pequeño. El parón de selecciones destempló a un Barça que venía de jugar algunos de sus mejores partidos. El Valladolid supo jugar en largo para desactivar la presión del Barça y hasta la recta final de la primera parte vivió muy cómodo en el Camp Nou.

La tensión estaba latente. Primero porque el encuentro recordaba al del pinchazo ante el Cádiz. Y segundo, porque Messi y De Jong estaban a una amarilla de perderse el partido en el Bernabéu. 

Las palabras de Messi

El argentino tenía claro lo que le hacía falta al equipo. “Hay que meter una marcha mas, hay que darle más ritmo, esto hay que sacarlo como sea”. Palabras que captaron las cámaras en el descanso y que reflejaban la trascendencia del encuentro. 

Palabras que cumplió el equipo en la segunda parte, pero que encontró en un ex, el meta Masip, un obstáculo insalvable hasta el último minuto.

El Barça metió en su campo al Valladolid, pero la urgencia fue precipitación en muchos momentos. Consciente de lo que se jugaba, el equipo sintió el paso de los minutos y faltó precisión en los últimos metros. 

Así funciona la presión: rumiar la posibilidad del desastre, invita a las prisas. Y el deseo no siempre contribuye a hacer las cosas con orden y sentido.

Así ocurrió en una segunda parte jugada con el 4-3-3 y muchos nervios. Koeman volvió a sumar delanteros para lograr la victoria, pero también recurrió a Ilaix y Riqui a la desesperada. 

Y a la desesperada ganó el Barça. Con una victoria que frena la espiral de euforia de los últimos tiempos. Que pone los pies en el suelo al equipo, pero deja el Barça en las mejores condiciones para el Clásico. A cuatro días del partido en el Bernabéu, el Barça ganó al más puro estilo del Madrid. Con una épica familiar esta temporada y a un solo punto del Atlético.