Diego Martínez: el estudiante vuelve a casa para graduarse en Primera

Diego Martínez es el entrenador más joven de Primera

Diego Martínez es el entrenador más joven de Primera / sport

Javier Giraldo

Javier Giraldo

A sus 38 años, el entrenador más joven de Primera división, Diego Martínez Penas (Vigo, 16-12-1980) prepara el partido ante el Barça con la misma aplicación con la que asistía a diario a las clases de Ciencias del Deporte en la Universidad de Granada.

Por entonces, era un chaval gallego instalado en Andalucía que ya se había resignado a olvidarse de hacer carrera como futbolista. Después de nueve años en las categorías inferiores del Celta (jugaba como lateral derecho), intentó prolongar su trayectoria en Cádiz, pero pronto se dio cuenta de que tendría más futuro pensando que corriendo la banda. Se matriculó en la Universidad de Granada para estudiar INEF (Ciencias del Deporte) sin imaginar que años después trabajaría a pocos metros como entrenador del equipo de la ciudad: las instalaciones de entrenamiento del Granada están al lado de su facultad

En sus últimos años de estudiante empezó a entrenar a los cadetes y juveniles del Imperio, un equipo de la ciudad de Albolote, a las afueras de Granada. Allí conoció a Oscar Cano, su primer gran padrino futbolístico, que se lo llevó como segundo al Arenas de Armilla, ya en Tercera división. 

Cuando Cano (autor, por cierto, de un libro sobre el juego de posición del Barça, publicado por la editorial de Robert Moreno) aceptó la oferta del Baza, uno de los equipos punteros de la provincia, aconsejó a la directiva que apostase por Diego Martínez como primer entrenador. Tenía 25 años.

el salto al sevilla

Del Arenas le fichó el Motril, también en Tercera división. Y entonces, recibió la llamada que marcaría su rumbo profesional. Al otro lado del teléfono estaba Monchi, el secretario técnico del Sevilla. “Le gustaba cómo jugaban mis equipos y la trayectoria que llevaba a mi edad”, explicó.

Martínez se fue al área de perfeccionamiento y metodología del Sevilla: estuvo ocho años en el club hispalense.

Dirigió al equipo Juvenil (fue campeón de España), formó parte del cuerpo técnico de Unai Emery y fue entrenador del filial, el Sevilla Atlético. Lo cogió en Segunda B, a punto de descender a Tercera, y logró ascenderlo (y mantenerlo) en Segunda. 

Su trabajo no pasó desapercibido para los gestores de Osasuna, que le ofrecieron el banquillo en la temporada 2017-18, en Segunda división. El club navarro buscaba un perfil de técnico joven, bien preparado y conocedor de la categoría. Empezó bien, pero Osasuna se fue desinflando y no logró el objetivo de meterse al menos en el play off de ascenso. 

adiós a pamplona

Aunque tenía dos temporadas de contrato en Pamplona, solo cumplió una. Pocas semanas después le llamó el Granada. No lo dudó: volvía a la ciudad en la que había estudiado (su mujer, además, es granadina) para dirigir al equipo nazarí. 

Su contrato especificaba que si lograba meter al Granada en el play off de ascenso, quedaría automáticamente renovado. No hizo falta aplicar la cláusula: subió directamente a Primera con un estilo basado en una frase: “aquí no hay estrellas, la estrella es el equipo”. 

“Ojalá pueda convertirse en nuestro Ferguson”, resume José Ignacio Cejudo, periodista de 'Ideal de Granada'. “Ha sabido canalizar a la perfección el discurso de humildad del equipo”, añade. 

un equipo camaleónico

Fiel al perfil de entrenador joven, metódico, estudioso, habituado a manejar tecnología y estadísticas, Diego Martínez ha convertido al Granada en un equipo camaleónico, capaz de adaptarse a las circunstancias, hasta el punto de que suma tantos puntos como el Barça (7) y es el tercer equipo más goleador del campeonato, solo por detrás de Barça y Villarreal. 

Su equipo de colaboradores ha recorrido con él buena parte de su trayectoria anterior: a Víctor Lafuente, preparador físico, lo conoció en el Sevilla; a Juan Carlos Fernández (entrenador de porteros) en el Arenas y a algunos, como el analista Álvaro García, en la Universidad de Granada, cuando la idea de convertirse en entrenador de Primera división era solo una utopía. 

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