El día que se enfrentó a un elefante

Núñez fue uno de los 24.863 socios que votaron a favor de su continuidad en 1998

Núñez fue uno de los 24.863 socios que votaron a favor de su continuidad en 1998 / sport

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Todo empezó en un coche, el 25 de julio de 1997, dos días antes de que Ángel Fernández se enfrentara a Josep Lluís Núñez en sus terceras elecciones a la presidencia del Barça. Joan Laporta, Albert Perrin y Jordi Torrent pidieron en el interior del vehículo al entonces candidato que abandonara la carrera electoral, que Núñez lo tenía todo atado y bien atado (la mesa electoral había rechazado las tres peticiones realizadas por su candidatura) y que era mejor regresar al cuartel de invierno para recuperar fuerzas y planificar el próximo ataque al poder.

El entonces propietario de Don Piso hizo caso omiso de aquellos consejos y se presentó a las elecciones. Ganó Núñez de paliza, con un 76,3% de los votos (24.025), mientras que Ángel Fernández solo obtuvo el 17,5%, 5.209 votos de un  total de 31.485 socios que participaron en los comicios (91.587 tenían derecho a voto). La poca participación se explica, en parte, por una frase que Núñez pronunciaría más tarde, cuando llegó el momento de actualizar la masa social de cara a la moción de censura que le cayó encima: “Seamos serios. ¿Qué es el censo? Son 105.000 socios y los hay que están muertos. Pero la viuda no quiere prescindir del carnet, quiere mantener el número y así los nietos o el chófer también pueden ir a ver el Barça. ¿Qué quieren, que el Barça sea la oficina fiscal del socio?”.

las copas en alto

La derrota electoral no hizo mella en la moral de la tropa liderada por Joan Laporta. Algunos de los miembros de la candidatura perdedora se rindieron, pero junto a aquel impetuoso y joven abogado siguieron personalidades relevantes del barcelonismo como Albert Perrín, Alfons Godall y Agustí Benedito, que contaban también con la potencia de referentes como Armand Carabén, exgerernte del club, el actor Pep Munné, el editor Albert Vicens o Jacint Borràs, uno de los fundadores de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). No estaban dispuestos a tirar la toalla.

Su malestar con el presidente Núñez, al que acusaban de querer convertir el Barça en una Sociedad Anónima Deportiva a través del proyecto Barça 2000 (L’Espai Barça de hace dos décadas), era creciente y cristalizó en la la creación, el otoño de 1997, del Elefant Blau, una asociación que, como explica ‘L’entorn. Joan Laporta en la lluita pel poder’, del periodista Àlex Santos, “se visualizaba en un elefante que lo arrasaba todo, aunque después se dotó al paquidermo azul de otras virtudes como la paciencia, su memoria y la cualidad de ir en grupo y su carácter colegial y no individual”. Aquel grupo alzó las copas y brindó por la que sería una de las decisiones que marcaría la historia del Barça  durante los años siguientes. De hecho, las consecuencias de aquella moción de censura cambiarían los equilibrios de poder en el club y sus consecuencias mantienen aún hoy su vigencia.

núñez acepta el combate

Fue el 11 de diciembre de 1997 cuando los abogados Joan Laporta y Sebastià Roca presentaron, en nombre de la Plataforma de Alternativa a Josep Lluís Núñez, un documento con la firma de 150 socios que anunciaban la intención de promover una moción de censura contra el presidente del Barça, en el cargo desde 1978. Era la primera vez en la historia que el presidente del Barça se enfrentaba al voto de castigo de los socios, un hecho sin precedentes que cogió con el pie cambiado a la entidad, cuyos estatutos ni siquiera expresaban con claridad los pasos a seguir ni los plazos en los que debía darse cada uno de ellos.

El club aprovechó esa ausencia de reglamentación para dar por cerrado el proceso de firmas el 31 de diciembre, cuando Josep Maria Antràs, portavoz del a junta, comunicó a la prensa que el Elefant Blau no había llegado al mínimo necesario de apoyos, lo que provocó la réplica de sus promotores. Dos días más tarde, el 2 de enero de 1998, los opositores a Núñez se vieron obligados a echar mano del as que habían guardado con mimo en la manga: Johan Cruyff. El ex técnico holandés aceptó, de forma pública y ante los medios de comunicación, dar su firma y oficializar su rechazo al equipo de gobierno encabezado por Núñez.

Aquel gesto cambió algo dentro del club, sobre todo entre los directivos más cercanos al presidente, al que convencieron de que lo más inteligente era someterse al escrutinio de los propietarios de la entidad (“no estoy en la presidencia del Barça para servir a minorías”, había manifestado días atrás refiriéndose a sus opositores). Finalmente, Núñez entendió que votar era la única manera de domesticar a un Elefant Blau desatado. Eso sí, la moción necesitó la intervención del Colegio de Abogados de Barcelona, cuyo degano, Jaume Alonso-Cuevillas, ejerció de mediador entre las partes, que llegaron a un acuerdo el 16 de febrero. El club aceptó 5.664 firmas de las 6.014 presentadas el 29 de enero por el Elefant Blau y se dio el visto bueno a la celebración de la moción de censura, que se celebraría el 7 de marzo.

victoria envenenada

Fue durante un Barça-Madrid que acabó 3-0 y sentenció la Liga para los blaugrana. El No obtuvo 24.863 votos (61,52%) y el Sí, 14.358 (35,52%). Votaron un 44% de los socios y, aunque la moción de censura no logró su objetivo, el Elefant Blau logró más del doble del apoyo que había recibido Ángel Fernández meses atrás. Aquello fue el principio del fin de la etapa de Núñez en el Barça.