Historia SPORT

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El día que el barcelonismo entró en 'shock': 40 años del secuestro de Quini

El delantero asturiano del Barça estuvo 25 días retenido en un zulo en Zaragoza y acabó perdonando a sus captores

Le secuestraron tres jóvenes en paro, sin antecedentes penales: la historia de su rescate dejó varios episodios rocambolescos

Quini pasó 25 días en un zulo en Zaragoza

Quini pasó 25 días en un zulo en Zaragoza / Sport

Javier Giraldo

Javier Giraldo

En la España de hace 40 años se daban golpes de estado y se secuestraba a jugadores del Barça: lo que hoy resulta inconcebible ocurrió con apenas una semana de diferencia en 1981. De la irrupción de Tejero y sus secuaces en el Congreso al rapto de Quini, el delantero centro del Barça, transcurrieron solo seis días.

El secuestro de Quini, del que se cumplen cuatro décadas, fue un episodio que el paso del tiempo transformó en anécdota pero que en su momento fue una auténtica bomba. España vivía en una crisis nerviosa permanente, con atentados de ETA sembrando la actualidad (en 1980, la banda había asesinado a 93 personas), la ultraderecha tramando golpes de estado y sin un gobierno estable.

En la noche del 1 de marzo de 1981, Quini se dirigía al aeropuerto de El Prat para recoger a su esposa, María Nieves, que viajaba desde Asturias.

Había sido un buen día: horas antes, el Barça había goleado (6-0) al Hércules y acechaba el liderato de la Liga, en manos del Atlético de Madrid, que tenía dos puntos más que el equipo azulgrana. Quini había firmado dos goles y era el Pichichi de la Liga. Camino del aeropuerto, el delantero asturiano se detuvo en una gasolinera. Allí, a punta de pistola, le asaltaron dos personas.

De los atracos al secuestro

Cuando su mujer llegó a su casa de Barcelona, dio la voz de alarma y se activaron los dispositivos policiales. Alexanko, amigo íntimo de Quini, interpus la primera denuncia a las 2.30 de la madrugada de aquel domingo.

El Grupo Omega de la Policía Nacional en Barcelona, encargado de investigar atracos, se encargó del caso. Al principio no fue fácil. "No eran delincuentes comunes, no tenían antecedentes, no sabíamos nada de ellos", contó años después Juan Martínez Ruiz, uno de los policías encargados del caso.

Efectivamente, luego se supo que los secuestradores eran tres jóvenes de Zaragoza desesperados por el paro: Fernando Martín Pellejero, Víctor Manuel Díaz Esteban y José Eduardo Sendino Tejel. No tenían antecedentes penales. No habían cometido ningún delito antes ni volverían a cometerlo después.

Los primeros días del secuestro fueron desesperantes. Se especuló incluso con que los autores del secuestro pertenecían al grupo de ultraderecha ‘Batallón Vasco-Español’, al que se llegó a atribuir el secuestro como medida desesperada para intentar evitar que el Barça ganase la Liga.

El Barça pidió aplazar su siguiente partido, precisamente ante el Atlético de Madrid en el Vicente Calderón. “Además de piernas, tengo corazón”, proclamaba Schuster, uno de los mejores amigos de Quini en el vestuario, que insistió en no jugar ese partido. Pero la Federación obliga a que se juegue. Ramírez sustituye a Quini jugando con el dorsal ‘14’ para respetar el ‘9’ del asturiano. El Barça pierde 1-0.

Se especuló incluso con que los autores del secuestro pertenecían al grupo de ultraderecha ‘Batallón Vasco-Español’

Simonsen, asustado, reconoce que se plantea trasladar a toda su familia a Dinamarca. Zuviría, también asustado pero más bravucón, dice a los periodistas: “si vienen a por mí, les recibo con una escopeta”.

Después de decenas de llamadas telefónicas entre los secuestradores y el domicilio de Quini (fueron 21 llamadas, concretamente), el caso empieza a resolverse. Los secuestradores no tenían experiencia y no tardaron en caer en su propia trampa: cuando llamaban por teléfono a casa de Quini, hablaban con María Nieves en conversaciones de media hora y le preguntaban incluso cómo iba de ánimos.

La policía estrecha el círculo y acuerda el pago de un rescate. El Barça deposita 100 millones de pesetas (600.000 euros) en una sucursal de Credit Suisse en Ginebra. Su fichaje, meses antes, había costado 82 millones de pesetas.

La policía suiza y la española trabajan conjuntamente para que se levante el secreto bancario de manera puntual y cuando uno de los secuestradores (Díaz Esteban) viaja a Suiza para retirar la primera cantidad, es detenido y revela el paradero de Quini.

El juicio por el secuestro de Quini se celebró en enero de 1983

El juicio por el secuestro de Quini se celebró en enero de 1983 / Sport

El futbolista del Barça estuvo retenido 25 días en un zulo de la calle Jerónimo Vicens de Zaragoza, bajo un taller de reparación de motos.

Cuando la policía lo liberó, Quini se tapaba la cara con el colchón. “Lo que más recuerdo de aquel episodio”, rememoraba años después Paco Álvarez, el jefe de aquel operativo policial, “es el impacto de verle cuando le liberamos. Pensaba que le íbamos a matar”.

"También recuerdo ver aceras llenas de gente aplaudiendo a la policía después del secuestro", recuerda Álvarez. “Es algo que nunca había visto ni he vuelto a ver”.

El futbolista del Barça estuvo retenido 25 días en un zulo de la calle Jerónimo Vicens de Zaragoza

Dos horas después de ser rescatado, Quini llega a Barcelona en un SEAT 131 acompañado de la policía y habla de sus secuestradores. “Creo que eran buena gente; equivocados, pero buena gente. Se portaron bien conmigo, nunca me amenazaron y siempre me decían que sabían que yo era una persona decente y buen jugador”.

Liberado Quini, se empezaron a conocer más detalles del caso. Los tres secuestradores habían pensado en captar a una folclórica, pero eligieron a Quini porque el delantero tenía fama de buena persona –no generaría demasiados problemas- y el respaldo de un club tan potente como el Barça.

El equipo, por cierto, no levantó cabeza: acabaría quinto en la Liga, que ganaría la Real Sociedad por primera vez en su historia.

La afición recibió a Quini a lo grande

La afición recibió a Quini a lo grande / Sport

Eso sí, Quini fue Pichichi, y en la final de Copa de ese mismo año, decisivo para que el Barça ganase la final ante el Sporting de Gijón.

En enero de 1983 se vivió el capítulo final de la historia: los secuestradores fueron condenados a diez años de prisión. Durante el juicio, Quini les perdonó. Dijo que habían cometido un error, fruto de la desesperación, y renunció a los cinco millones de pesetas de la indemnización. “Me alimentaban con bocadillos, no les daba para más”, dijo el ‘Brujo’. Los secuestradores eran mecánicos en paro que habían invertido todos sus ahorros -250.000 pesetas- en la logística del secuestro.

El Barça se personó en el juicio

El Barça se personó en el juicio: reclamó 25 millones de pesetas como indemnización, alegando que el secuestro de Quini le había impedido ganar la Liga, pero el juez no le dio la razón.

Años después, con el secuestro convertido ya en un mal recuerdo, Quini llegó a encontrarse con uno de sus secuestradores. Lo hizo en secreto. “Este es mi teléfono. Puedes llamarme para lo que necesites”, le dijo.

Quini perdonó a sus secuestradores: dijo que habían cometido un error, fruto de la desesperación, y renunció a los cinco millones de pesetas de la indemnización

Cuando se cumplieron 30 años del secuestro, en 2011, Quini se reunió en Barcelona con casi todos los policías que habían participado en su rescate. Los invitó a comer en Can Fusté y les regaló una placa de agradecimiento.

Quini falleció hace tres años, el 27 de febrero de 2018, víctima de un infarto. Tenía 68 años.