El desgarro de Messi

"Yo hice todo lo posible el Barça no sé. Es el momento más difícil de mi carrera deportiva". Se despidió Messi a su manera. Entre lágrimas, resoplando con la voz quebrada. A puro dolor.

Clavado delante del micro, con la cabeza baja y a flor de piel. Con desgarro argentino y seny català. Con la intensidad de sus compatriotas, pero con un relato medido y los suyos delante. También Laporta al que evitó señalar en un día de medir las palabras.

Se despidió Messi del Barça. De su Barça con "tres hijos catalanoargentinos". Los mismos que exhibían ligereza mientras su padre se rompía. Antonella les pedía compostura pero ellos se removían en la silla. Cosas de niños, que parecían ajenos a la intensidad del momento.

"Siento tristeza por irme de este club, el que amo. En un momento que no esperaba porque nunca mentí, siempre fui de frente diciendo la verdad. El año pasado quería irme, este no. Por eso la tristeza".

Una tristeza que se tradujo en un Messi superado por las emociones. Una imagen que todavía sorprende, porque el barcelonismo se acostumbró a interpretar sus silencios. Una imagen que dejó a puro silencio la sala porque siempre costó ver a Leo perder la compostura.

En su último día Messi se despidió sin rencores, agradecido a una vida en blaugrana y con la valentía de los tipos que son capaces de mostrar su dolor.

Señalado a veces como "pecho frío" por los argentinos, Messi fue más argentino que nunca el día que se despidió del club y la ciudad de su vida. También el día que les prometió a sus hijos que algún día volverían.

"Fue un jarro de agua fría. Triste, duro, hasta el día de hoy que lo estamos asimilando como podemos. Cuando me vaya de acá será aún más duro, peor. Pero lo importante es que voy a estar arropado de mi familia, mis seres queridos y que voy a seguir jugando, que es lo que más me gusta hacer. Se me pasará todo esto". El drama era esto. Nadie pensó que Messi se iría el verano que quería quedarse.