Dembélé se niega a aceptar el nuevo tridente

Sergi Capdevila

Sergi Capdevila

Sobre la imprevisibilidad de Ousmane Dembélé pocas cosas más cabe añadir. Es un futbolista que lo mismo puede exasperarte hasta límites que no conocías que te puede surgir con una maravilla, una absoluta brillantez, y arrancarte una sonrisa o un halo de admiración en un partido tan socarrón como suele ser uno de pretemporada. Es así. Apostando tan fuerte como lo hizo por él, el Barça sabía que se adentraba en un jardín desconocido, peligroso, incluso un poco tenebroso. Un jugador con un carácter disperso, casi pasota, que desconecta de los partidos tan pronto como los pone patas arriba. Algo difícil de domesticar y de amoldar.

Tras un primer curso lleno de infortunios, la temporada pasada ya pudimos ver a Ousmane en todo su esplendor. Colmó la paciencia de muchos, desapareció un día sin avisar, llegó tarde a varios entrenamientos, pero al mismo tiempo tuvo fases de juego para guardar en un frasco. Es único en el mundo del fútbol en cuanto a desequilibrio y electricidad y es capaz, como esta madrugada en el Hard Rock Stadium, de poner en pie él solo a todo un estadio.

LUCHAR CONTRA LO ESTABLECIDO

De cara a esta campaña 2019/20, el ex del Dortmund, consciente de que el fichaje de Griezmann (del que es un gran amigo, por cierto) le relegaba (le relega, de hecho) a un teórico papel de suplente o de revulsivo en el nuevo tridente, Ousmane hizo algo que nos sorprendió a todos. Sobre todo, como decíamos, viniendo de un futbolista con un carácter tan distante y en ocasiones poco profesional. Arrancó una semana antes que sus compañeros. Junto a Jean-Clair Todibo se le pudo ver en la Ciutat Esportiva machacándose para llegar con un punto más a nivel físico que el resto.

Ha llegado a sonar incluso para abandonar la entidad Dembélé, bien en forma de ‘moneda de cambio’ dentro de la operación Neymar o bien para salir traspasado. De hecho, con el nombre de Neymar aún en la órbita azulgrana, una hipotética llegada del brasileño le seguiría dejando en una situación muy comprometida. Pero ajeno a todo ese ruido, se ha dedicado a trabajar y a coger un punto óptimo, sabedor también de sus problemas físicos habituales que han lastrado su incipiente carrera. En Miami volvió a demostrar que está hecho de una pasta especial. En apenas 35’ puso patas arriba el ataque azulgrana (y la defensa napolitana), remató de forma espectacular al palo y participó en la jugada del gol de Rakitic.

El orden natural de las cosas, que en este caso sería ver un tridente consolidado Griezmann-Suárez-Messi, se puede ver alterado por un elemento al que bien poco le gustan los convencionalismos y los ‘teóricos’. Ousmane tiene un reto y se niega rotundamente a aceptar lo establecido. Ya veremos cómo queda lo del nuevo tridente…