Dembélé, de la crisis a la consagración

Carvajal tuvo que llamar a Boateng para encontrar su cadera tras el regate de Dembélé

Carvajal tuvo que llamar a Boateng para encontrar su cadera tras el regate de Dembélé / LALIGA

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Toda buena historia necesita de un conflicto. Y Ousmane Dembélé (21 años, Vernon) colecciona unos cuantos desde que llegó al Barcelona. La trayectoria del francés sigue los patrones del viaje del héroe. Hay conflicto, aventura, aliados, enemigos, resurrección y recompensa. 

El guión podría ser este: Joven promesa ficha por mucho dinero por un club grande y tiene problemas de adaptación. La historia tiene gancho: hay dramatismo (una lesión de larga duración), conflicto interior (su inmadurez le impide avanzar) y una larga leyenda de chascarrillos más o menos probados. 

Algunos aireados por el entorno del futbolista en su primeros pasos, cuando su agente aún no era Moussa Sissoko. “En Dortmund empieza a cambiar un poco su estilo de vida. Está menos protegido. Y comienza a estar menos centrado. En Barcelona se ha agrandado esa dinámica y los que están a su lado solo le dicen que será Balón de Oro. Si trabajara como Cristiano sería uno de los mejores del mundo”. 

De Dembélé seguramente se han dicho tantas cosas, porque sigue siendo un enigma. Incluso para sus propios compañeros. En el campo parece jugar con los auriculares puestos y mirando el móvil.

A veces no le suena el despertador. Comienza los partidos como si viniera de hacer la siesta. Y le caen broncas de Messi y Suárez. Pero cuando se pone a correr es de lo más salvaje y divertido que le queda a este Barça tan insípido a menudo.

El miércoles, en territorio de Messi, se consagró con dos apariciones letales en el Bernabéu. Dembélé no necesita hacer un gran partido o completar una actuación inmaculada para ser decisivo. 

Dembélé suma esta temporada 13 goles y siete asistencias; en minutos Coutinho aún sigue por delante

UN DELANTERO ATÍPICO

El juego del francés requiere una apertura de miras y un ejercicio de paciencia. Sobre todo para un culé acostumbrado a jugadores finos, de máxima fiabilidad en el pase y en espacios reducidos.

Dembélé es otra cosa. Es un ‘pack’ en el que caben goles memorables y pérdidas impropias de un jugador de élite. Con él no está claro si es un genio con tendencia a equivocarse o un enredo de futbolista con apariciones geniales.

De momento nadie duda de que se ha ganado ocupar la tercera plaza de la delantera del Barça. Junto a Messi Suárez supone un contrapunto. Poco importa que en la delantera del Barça se jueguen dos partidos: el de Leo Suárez; y el que juega Ousmane, un solista en su mundo. 

De vez en cuando, como ocurrió en el Bernabéu, el francés levanta la cabeza y conecta con Suárez. De sus pies, poco importa si es el derecho o el izquierdo, puede salir un melón o un balón dirigido con precisión quirúrgica. 

Futbolista de extremos, poco a poco se está reencontrando con su mejor versión, la que exhibió justo antes de dañarse el tobillo frente al Leganés.

Lo sabe Valverde que está encantado con su rendimiento. “Tiene cosas que no tienen otros: desparpajo, disparo con las dos piernas, uno contra uno y personalidad. Tiene un gran talento y tenemos que ayudarle a que lo saque”.