De Jong, desaparecido en combate

De Jong

De Jong se enredó en la telaraña que tejió el Nápoles en el centro del campo

Toni Frieros

Toni Frieros

Frenkie de Jong nunca juega mal. Eso está garantizado. Es un futbolista con buen criterio casi siempre. Comete pocos errores. Lo que pasa es que nos vendieron otra película. Pensábamos que veríamos al mismo futbolista que nos enamoró en el Ajax, capaz de dirigir la orquesta holandesa con batuta de maestro. Y ese De Jong no es el del Barça. Es otro. 

Seguramente no es culpa suya porque los entrenadores, antes Valverde y ahora Setién, siguen pensando que su puesto ideal es de interior, no de pivote. Y ahí, escorado, no brilla. Y menos cuando no tiene espacios y juega siempre esperando que le llegue el balón. Eso le desconecta con el juego colectivo, a pesar de que él se esfuerza por crear líneas de pase con desmarques constantes.

Es verdad que combinó muchas veces, pero siempre en zonas sin peligro, pases inertes y horizontales que no hacían daño. En el segundo tiempo, con el cansancio acumulado por unos y otros, hubo más espacios y ahí De Jong tuvo más protagonismo. Dirigió un contragolpe muy rápido en el minuto 71, pero perdió el esférico, al igual que minutos después donde le hicieron una falta no señalada. El alemán Diego Demme le marcó muy encima y no le dejó progresar.

En resumen, De Jong no acaba de adaptarse a la posición que ha venido ocupando prácticamente siempre desde que viste de azulgrana. Lo fácil sería echarle las culpas a los entrenadores, pero al holandés también habría que pedirle más cosas. Especialmente en estos grandes partidos de Champions League ante rivales de más envergadura, como es el Nápoles.