LA ENTREVISTA

David Carabén: "Pasaba los veranos jugando a fútbol con Jordi Cruyff"

40 años. Músico. Padre de dos hijos. Líder de la banda Mishima con pasado en Barça TV. Hijo de Armand Carabén, el directivo que trajo a Cruyff al Barça y fundó l’Elefant Blau

Dídac Peyret

Llega tarde con su inconfundible aspecto de dandi. Tupé rojizo, gafas color sepia, mirada serena y voz de crooner. Terracita soleada. Mesa para tres, bar mugriento y título sugerente (Bagoa significa `lágrima¿ en gallego). “Son más de las once, ¿no? ¡Que sea una caña!”. Se abre la Caja de Pandora. Carcajadas. 47 minutos de charla encendida. Música, fútbol y mujeres.

¿Cómo le ha ido el día?

Estoy un poco `down¿, pero feliz. Cansado, porque en los conciertos te sube la adrenalina y luego te baja. Con los años duermo menos y voy reventado, pero qué le vamos a hacer (risas).

¿Siempre fue tan hiperactivo?

Mentalmente sí. Solo me relajo bebiendo y dimitiendo de mis responsabilidades (risas). Me va muy bien ir paseando hasta el local. De ahí salen muchas canciones.

La distracción como parte del proceso creativo...

Sí. Me aplico lo que dice Don Draper en la serie `Mad Men¿: “Documéntate mucho, piensa mucho sobre el tema y deja de pensar en ello. Ya verás como cuando vuelve la idea, ¡Pam! ahí la tienes”.

¿De pequeño qué quería ser?

Al principio, pintor empapelador. Luego futbolista, bombero y director de cine.

Su padre, Armand Carabén, era directivo del Barça; supongo que le animaría a ser futbolista...

Al contrario, pero lo veo bien. Tu familia no te tiene que educar para ser futbolista, te tiene que educar para ser un ser humano.

¿Se sentía cercano a él?

Lo admiré muchísimo y quería parecerme a él. Le gustaba conversar, reír, beber, comer, viajar. Era culto y divertido. Te transmitía esta sed de vida y te armaba para ser feliz.

Y qué me dice de su madre holandesa...

Ella es la que tiene más inquietudes artísticas. Fue bailarina y crítica de danza. Mi padre escuchaba bossa nova, chanson, jazz. Mi madre los Stones. Armand fue una escuela de vida. Mi madre es el interés por el arte.

Una figura que unió a sus padres fue Cruyff...

Sí. Johan ya tenía intención de venir al Barça pero mi madre se hizo muy amiga de Danny, su mujer, y eso ayudó.

Tendrá anécdotas interesantes...

Sí, sobre todo en los veranos en el Montanyà. Jugaba a fútbol con Jordi y veíamos juntos los Mundiales. Los Cruyff no tenían ni teléfono ni televisión, así que les llamaban a nuestra casa (risas).

¡No me diga!

Una vez me puse al teléfono y oí un tipo hablando en inglés con acento alemán: “¡Hola, soy Franz, ¿Está Johan?!”. Y yo pensé: “¡Coño! tiene que ser Beckenbauer”. Imagínate (risas). 

Volviendo a la música, ¿Qué le da?

Se puede cambiar el alma de alguien a través del arte y eso es algo maravilloso. A través de la emoción la gente pone en tela de juicio certezas establecidas y entonces cambia.

¿Pero usted estudió política, no? 

Sí. Estudié política para saber qué cojones hacer con mi vida pero me di cuenta que la política no cambia tanto a los hombres como el arte.

¿Se considera cambiante? 

No. Te lo dirá mi mujer (su mujer es la periodista Flora Saura). Tengo mis `depres¿ y mis subidones pero soy bastante aburrido emocionalmente. 

A lo mejor fue eso lo que la conquistó...

(Risas). Seguramente, porque ella es un volcán. ¡Pasa de un estado a otro con una facilidad! Pero ya lo dicen, ¿no? La donna è mobile.

Siendo cantante, le será difícil evitar los cantos de sirena...

¿Me estás preguntando si le he puesto los cuernos a mi mujer, no? (rompe a carcajadas). Las tentaciones las tenemos todos pero hay que mantener un rumbo.

¿Orden y aventura? 

Sí. En realidad, es aplicable a todo. En la vida, en el fútbol...Lo mágico es cómo Borges lo resume en tres palabras.

¿Cómo lleva los 40?

Son los que son. Siempre me he sentido más infantil que el resto porque la vida nunca me han condenado a tener que madurar mucho.  

¿Qué le da miedo?

Cuando nacen tus hijos, tienes la sensación de que ya te puedes morir y a la vez estás más acojonado que nunca. Dejas en el mundo una cosa frágil y te sientes más expuesto. 

El `yo¿ pasa a un segundo lugar...

De joven vas de nihilista y de que todos son unos vendidos. Pero cuando tienes hijos te das cuenta de que lo que definías como burgués es un padre.

Pero en sus canciones sí hay mucho de usted...

Pero no es del todo autobiográfico, siempre intento que sea universal.  

¿Cómo es una buena canción?

Lo dice Nick Hornby. Tiene que hablarte y decirte cosas que no sabes resolver, que no sabes agotar. Una mala canción la escuchas una vez y resuelves el misterio.

¿Cómo se ve en 10 años?

Con más barriga, menos pelo y teniendo aún la sensación de estar haciendo una gamberrada si a las 11 de la mañana me tomo una caña. Cada disco que hago es la misma pregunta. ¿Podré vivir de esto?