Cuatro goles, cinco postes... y Leo Messi

LALIGA | Barça - Deportivo (4-0): El partido de Messi ante el Deportivo

Leo Messi no marcó, pero dio toda una exhibición ante el Deportivo de la Coruña / LALIGA

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

El frío, el domingo, el fin de año, ‘els Nadals’, que dirían quienes no saben que en catalán solo existe ‘el Nadal’... No se sabe el porqué, pero mucha gente, ayer, en el Camp Nou, no hubo. Y eso debería ser penado si quien está sobre el prado barcelonés y barcelonista es Leo Messi.

Al ‘10’ hay que echarlo de menos cada día un poquito para que, cuando llegue el día, el desazón instalado en el alma sea menor, si es que es posible. Quienes vinieron gritaron su nombre antes del partido, mientras y después, incluso fallando un penalti, para hacerle saber que están con él. No hay, no hubo y no habrá nadie igual. Volvió a ser el mejor y solo la madera le frenó.

Leo no es que lleve el balón pegado al pie, sino que tiene un imán conectado a él. Solo así se entiende que la jugada entre Suárez e Iniesta, sin más protagonista a la vista, acabase con un remate suyo fuera. También suya fue la primera asistencia que Alcácer, en fuera de juego, quiso compartir luego con Suárez. Gol anulado. Poco después, al cabo de diez minutos, Paco se lesionó y dejó el campo. Qué mal, qué desastre. Y cero a cero en el marcador. Entró Aleix Vidal, que tuvo que calentarse sin tiempo ni siquiera para encender la estufa.

El Camp Nou, menos la Grada d’animació, parecía anestesiado, sumido en un sueño  profundo que Messi despejó con un disparo que mereció el gol. Pero llegó Aleix Vidal para ejercer de despertador. Rubén (creció en el Mini Estadi) envió a córner una volea imparable del de Puigpelat. Poco después salió a por Sergi Roberto. Y ya nada pudo hacer ante la asistencia de Messi a Suárez. ‘In crescendo’, como si de un subidón techno se tratara hasta el ‘put your hands up in the air’ del gol uruguayo. 1-0. Una hora por delante. Y mucho que ver.

Ter Stegen, con el Depor en su área, creó una contra para que Messi brillara. Se la puso a Suárez, el charrúa se la devolvió y Leo la estrelló en el larguero. Otro más. La madera es la kryptonita de Leo, lo único que puede frenarle. Su efecto negativo volvió a aparecer con un disparo cruzado que chocó con el poste. Esta vez pasó por ahí Paulinho, como el cuñado que se bebe los culos de vino de todas las copas que hay en la mesa, para volver a marcar. Está Messi, luego Suárez, y ya viene Paulinho, que no es Neymar, pero acabará con registros similares. Antes del descanso Suárez obligó a la LFP a obligarse a poner, de una vez, el ojo de halcón. ‘The answer is blowing in the wind’.

Por si acaso, Luis marcó tras jugada de billar el tercero nada más acabarse las existencias de butifarras en el palco del Camp Nou. 3-0. Nada más que decir. Solo que, vistas y revisadas todas las repeticiones, Suárez había marcado en el paradón de Rubén.

Suárez marcaba mientras Leo seguía bajos los efectos de la kryptonita. Tercer palo. El fútbol, a veces, no tiene piedad ni con quien honra su nombre. Esta vez fue de falta desde la frontal. Luis, poco después, forzó un penalti que lanzó Messi, gafado, a las manos de Rubén. Ni Superman sufría tanto con los gallumbos encima de las mallas. Alba, para compensar, hizo un homenaje a Messi enviando al palo y el cuñado volvió a marcar. Doblete de Paulinho. Qué grande es el fútbol si quien lo juega es Leo Messi.