Y ahora qué ¿Cuál es el techo de Dembélé?
La cara de Messi lo decía todo tras el gol de Ousmane. Hubo en su sonrisa una mezcla de joda y alegría. A Leo se le puso cara de Mateo, el más pillo de sus hijos. Le ocurre con la mayoría de acciones del francés: le invade la incredulidad.
Con Dembélé es posible lo más insospechado. Como el gol que le metió a la Juventus. El balón cogió un efecto imposible de anticipar para Szczesny tras rebotar en Chiesa.
Antes, Messi se había inventado un cambio de orientación milagroso. Un caramelo para Ousmane que como de costumbre comenzó y acabó la jugada a base de fintas, amagos y aceleracción.
Marcó Dembélé como ya había hecho ante el Ferencvaros. Y lo celebró todo el mundo, porque siempre fue muy fácil ilusionarse con Ousmane.
Por mucho que nos haya acostumbrado a errores no forzados. A decisiones incomprensibles. Por mucho que desespere a aficionados y técnicos. Con el francés basta con una jugada salvaje de las suyas para fantasear en lo que podría ser.
A veces parece que juegue con los auriculares puestos y mirando el móvil, pero cuando los partidos son de ida y vuelta es el arma más demoledora que tiene Koeman en la plantilla.
Lo sabe el holandés que le dio la titularidad ante la Juventus y supo darle el mejor contexto. Lo puso en la derecha, el sitio donde mejor ha explotado sus virtudes, y le dio toda la banda. Para ello apostó por Sergi Roberto como lateral derecho, un futbolistas que tiende a ir por dentro y que facilita la salida de balón del equipo.
Dembélé terminó la primera parte con un 96% de acierto en el pase y acabó el encuentro con más del 50% de regates productivos
Fueron dos bandas asimétricas, porque Koeman hizo lo contrario en la banda izquierda: un lateral largo, Jordi Alba, y un jugador interior como Pedri en la banda.
Dembélé fue uno de los mejores del equipo. Y aunque estuvo fino en el uno contra uno, lo más llamativo fue su buena lectura del juego.
Dembélé supo escoger los sitios y momentos donde arriesgar y también darle amplitud al equipo, a pesar de su tendencia a meterse en pasillos interiores. Que firmara un 96% de acierto en el pase en la primera mitad habla del tipo de encuentro que jugó Ousmane.
Koeman lo sustituyó en la segunda mitad por Ansu y Dembélé se fue al banquillo con una sonrisa. Tras meses de encadenar lesiones y críticas, el Mosquito vuelve a sentirse futbolista.
A pesar de que el club trató de venderle este verano. A pesar de que Trincao parecía haberle adelantado en la rotación. A pesar de que Ansu le haya pasado por el costado a toda velocidad. A pesar de todo, Dembélé sigue sin dimitir y la pregunta sigue en el aire: ¿Hasta dónde puede llegar Ousmane?
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