El Barça reacciona demasiado tarde y se queda sin Copa

Javier Giraldo

Javier Giraldo

Se quedó sin Copa el Barça, que despertó demasiado tarde de la pesadilla en la que vive desde Liverpool. En la final de Sevilla, el equipo de Valverde dobló la rodilla ante la energía del Valencia, que celebra el título en el año de su centenario.

El Barça sigue aturdido, incapaz de reencontrarse consigo mismo. Falto de gol, de profundidad y de juego, sin ideas y durante buena parte del partido sin orgullo, el equipo de Valverde concluye la temporada envuelto en un mar de dudas. De nada sirvió el arranque final del equipo, que acabó agotado en su intento por igualar la final: agónico epílogo a una temporada en la que solo se salva la Liga.  

coutinho y sergi roberto, poca aportación en ataque

En el arranque del choque, el Barça se adueñó del balón con claridad: pero fueron posesiones planas, sin peligro ni vértigo. Ni Coutinho ni Sergi Roberto, acompañantes de Messi en el ataque, le dieron al equipo lo que necesitaba: no hubo desborde ni juego por bandas ni remate de media distancia más allá del '10'.  

Fue un respiro para un Valencia muy cómodo en su cueva. Sin embargo, un clamoroso error de Lenglet permitió a Rodrigo plantarse ante Cillessen y rematar a puerta vacía, antes de Piqué salvase el gol de manera casi milagrosa. 

En su primer ataque largo, el Valencia embocó. Acertó Gayà profundizando por su banda y regalando el balón a la incorporación de Gameiro: el francés controló, amagó, dejó a Jordi Alba casi sentado y fusiló a Cillessen. El mismo Valencia que había empezado la temporada desesperado por su falta de gol vio puerta a las primeras de cambio y sin necesidad de tener el balón. El guion de Marcelino empezaba a cumplirse.

El Barça reaccionó con tibieza: en las caras de los jugadores y del entrenador había resignación y aturdimiento, más que rabia o rebeldía. Solo Piqué parecía ponerle corazón a un equipo inerme, incapaz de hacer circular el balón con rapidez, jugar por las bandas o buscar profundidad. 

Demasiado plano, el Barça buscaba una y otra vez la inspiración de Messi, siempre bien tapado por la defensa del Valencia. El equipo ‘che’,  reforzado por el gol de Gameiro, empezó a verse ganador de la final: suyos fueron los balones divididos y los duelos individuales. De la parte 'che' del Villamarín salía un grito convertido en un  acto de fe, '¡sí se puede!'.

Un contragolpe de libro

Más aún cuando a la media hora de partido el Valencia marcó el segundo. Lo hizo en un contragolpe de libro, firmado por Carlos Soler (superó sin piedad a Jordi Alba en la carrera) y rubricado por el remate a puerta vacía de Rodrigo, que solo tuvo que poner la cabeza al centro de su compañero.

Explotó de alegría el banquillo del Valencia mientras Valverde miraba al vacío, nuevamente incapaz de dar con la tecla, buscando respuestas para explicar por  qué el Barça sigue cayendo en picado. 

En un tímido arranque de orgullo, el Barça se estiró en los últimos minutos del primer tiempo: Messi estuvo apunto de acortar distancias con un potente disparo de media distancia que Jaume despejó. Poco después, Rakitic no pudo aprovechar un rechace del meta valencianista  para marcar. Aleñá, Malcom y Arturo Vidal ya calentaban en  la banda. 

dos cambios al descanso: el barça reacciona

El Barça necesitaba cambios con urgencia y Valverde no esperó: en el descanso entraron al campo Malcom y Arturo Vidal. Se quedaron en la caseta Semedo y Arthur.

La decisión revitalizó al equipo: el Barça despertó'para volver a encerrar al Valencia. Malcom aportó desborde y juego al espacio. El Barça le puso otra marcha al partido y Messi lo agradeció: el argentino rozó el gol en un extraordinario remate con el exterior del pie que se estrelló en el palo derecho de Jaume. Arturo Vidal, encargado de darle oxígeno al equipo, tampoco acertó en la segunda jugada. 

El Valencia se agarró a su excelente condición física para sobrevivir a la tormenta. Marcelino colocó a Kondogbia para suplir a Parejo, exhausto y tocado. A falta de media hora para el final del partido, el plan estaba claro: apretaba el Barça, convertido en pura pasión, con corazón pero sin demasiado orden. Y se defendía con uñas y dientes el Valencia. 

Messi marcó a la salida de un córner, tras un rechace de Jaume a un remate de cabeza de Busquets. El gol espoleó aún más al Barça y transformó el partido en un duelo volcánico, con un Barça volcado y un Valencia heroico, dispuesto a defender su renta a muerte.

Valverde quemó sus naves: sacrificó a Rakitic (enorme cabreo el del croata al ser sustituido) para apostar por Aleñá. Pero más que un plan, el Barça tuvo el orgullo que no había mostrado durante todo el primer acto. Arturo Vidal fue un delantero centro improvisado, casi tanto como Piqué: fue un maravilloso caos táctico, uno de esos tramos de partidos que el espectador neutral disfruta a o grande. Para los culés y los valencianistas fueron minutos de agonía

un final agónico

Ya en el descuento, Guedes se plantó solo ante Cillessen mientras el Barça asediaba al Valencia, pero el portugués erró el remate. Apenas un minuto después también falló, incluso ya con Cillessen fuera de su marco, de excursión al área rival.

De nada sirvió. El Barça remó y remó, pero es un equipo plano, sin un plan de juego. Por no tener, no tuvo ni delantero centro en la final de Sevilla, amargo punto final a una temporada más agria que dulce. El campeón de Liga había llegado al Villamarín dispuesto a embolsarse un doblete pero acabó sin ideas y sin fuerzas.