Cristóbal Parralo: "Cruyff y Bielsa son los entrenadores que más me marcaron como jugador"

Cristóbal Parralo junto a Ronald Koeman durante la celebración más importante de la historia del Barça en Wembley '92

Cristóbal Parralo junto a Ronald Koeman durante la celebración más importante de la historia del Barça en Wembley '92 / Ignasi Paredes

Dani Godoy

El modelo de Johan Cruyff o la locura de Marcelo Bielsa. Cristóbal Parralo (Priego de Córdoba, 1967) ha podido saborear las mieles de los entrenadores más revolucionarios del fútbol. Andaluz e hijo de padres migrantes, se siente un ciudadano más de Cataluña. La tierra que le permitió cumplir el sueño de debutar en Primera División como jugador del FC Barcelona en 1987.

Solo cinco años más tarde, junto a Ronald Koeman, Parralo formaría parte del 'Dream Team' que acabó llevando a las vitrinas del Camp Nou la primera Champions de la historia del Barça (Wembley '92) de la mano de Cruyff. Después, una inoportuna lesión le condujo a explorar otros caminos. En 1998 estuvo a las órdenes de Bielsa en el Espanyol y, antes de colgar las botas, compartió vestuario durante dos años con un jovencísimo Ronaldinho en el PSG. Como Guardiola, Koeman, Valverde o Eusebio, acabó dando el salto a los banquillos para transmitir sus teorías sobre el fútbol, muy alimentadas por sus antecesores. Ahora se encuentra sin equipo, después de haber pasado por Girona, Deportivo, Alcorcón o Racing -su última experiencia-, y quiere encontrar un proyecto que le permita hacer "su trabajo". Aprovechando el Espanyol-Girona que se juega este viernes en la 13ª jornada de LaLiga Smartbank, Cristóbal atiende a SPORT para hablar sobre el derbi catalán, su situación actual, sus experiencias, métodos e influencias como entrenador y para hacer un repaso de su carrera como futbolista.

Son ya nueve meses sin verle en los banquillos. ¿Qué ha sido de Cristóbal Parralo en este tiempo?

Los entrenadores viven fases donde les toca estar en primera línea y otras tiene que estar en formación continua, como en mi caso. Intento ver mucho fútbol. En otras circunstancias que no fueran como las que vivimos con el coronavirus, estaríamos viendo sistemas de trabajo de otros entrenadores, cogiendo ideas. El fútbol, como cualquier otro deporte, avanza y hay que estar al día.

¿En verano no surgió ninguna oportunidad que le convenciera? ¿No recibió ninguna oferta?

Sí que es verdad que he tenido alguna propuesta para entrenar, pero yo creo que uno debe intentar aceptar ofertas en las que crea y vea que puede hacer un buen trabajo. Yo creo que soy una persona con una madurez para saber qué es lo que quiero y cómo quiero trabajar. Y, llegado a este punto, uno se vuelve también más exigente e intenta buscar un proyecto que le ilusione y en el que vea que puede hacer un buen trabajo.

Su última experiencia como entrenador fue la temporada pasada en el Racing de Santander (Segunda División), donde solo estuvo dos meses y medio. Tuvo desavenencias con la dirección deportiva y la situación del equipo en la clasificación no era la mejor.

Me llamaron para sustituir a Iván Ania, que era el entrenador que había en ese momento, y me propusieron ciertas condiciones. Lógicamente, pensaba que el Racing era -y es- un club grande, que puede crecer. Era un sitio al que incluso había visitado como jugador de Primera División. Por tanto, surgía una oportunidad de poder hacer un buen trabajo, mantener la categoría ese año y luego ser ambicioso y aspirar a algo más. Sí que es verdad que no se cumplió lo que se habló al principio ni durante mi estancia allí, pero de todo se aprende. Siento muchísimo que el Racing no mantuviese la categoría, porque creo que es un club que tiene que estar en el fútbol profesional, y deseo que en breve pueda volver.

Sus experiencias más positivas como entrenador han sido en el Deportivo Fabril, donde consigue el ascenso de 3ª a 2ªB (2016/17) e instala un estilo de juego atractivo, y en el Alcorcón, donde logra que el equipo se mantenga en Segunda División (2018/19).

En A Coruña fui muy feliz. Estaba entrenando a la Damm en División de Honor y me vinieron a buscar para poder coger el filial del Deportivo, que hacía bastantes años que no lograba ascender. Y ese año hicimos una gran temporada: logramos el ascenso de Tercera a Segunda División B y quedamos campeones de la categoría. Antes de coger las riendas del primer equipo, dejamos al Fabril líder en 2ªB (25 de 30 puntos posibles) con prácticamente el mismo equipo que en 3ª. La verdad es que había un grupo genial y creo que se vio nuestro trabajo. Sin duda, una experiencia muy enriquecedora para mí. Luego tuve la oportunidad de entrenar en Primera División, algo muy especial. Al final, soy un entrenador que ha tocado todas las categorías: de División de Honor a Primera. Así que, a nivel de experiencia, creo que estoy en una situación idónea para seguir trabajando y creciendo como entrenador.

Como comenta, su buen papel en el filial del Deportivo le permite coger las riendas del primer equipo en octubre de la temporada 2017/18, después de la destitución de Pepe Mel. Dos meses después, en un Barça-Dépor (4-0), se produce su primera visita al Camp Nou como entrenador. Una visita especial para usted, ¿no?

El hecho de volver al Camp Nou como entrenador y enfrentarnos a todo un Barcelona con ese potencial es algo imborrable en mi memoria. Sí que es verdad que luego, cuando estás ahí, se te hace muy largo porque te enfrentas a un equipo que es muy superior al tuyo e intentas minimizar todas las carencias que puedas tener para no ponérselo fácil al Barça. Pero la experiencia de volver a tus raíces como entrenador es muy satisfactoria. Muy especial.

¿Qué diferencias ve entre el Barça al que se enfrentó usted, que empezaba a dar sus primeros pasos con Valverde, y el Barça actual, que hace lo propio con Koeman? ¿Qué cree que hubiese cambiado en su planteamiento si el partido se hubiera producido ahora?

La situación actual del Barcelona no es la misma que la que había con Valverde. Ahora estamos en un proceso de cambio. Han venido jugadores muy jóvenes y se han ido jugadores importantes. Yo que conozco a Koeman creo que hay que darle tiempo. Es una persona valiente, que tiene un criterio muy claro, y si le dejan trabajar lo podrá mostrar. Es un entrenador al que no le tiembla el pulso a la hora de poner a jugadores jóvenes y en los que él cree. Y ahora está en ese proceso de adaptación en el cual necesita tranquilidad para poder afrontar los partidos.

En ese momento lo planteamos de una manera valiente. Nuestra idea no pasaba por encerrarnos porque, si vienes al Camp Nou a esperar a que te hagan daño, es cuando realmente te lo hacen. Contra el Barça tienes que pensar que tienes poco que perder y mucho que ganar, así que intentamos buscarle las cosquillas sin descuidar lógicamente los aspectos defensivos.

Habla de la apuesta de Koeman por los jugadores jóvenes: Pedri, Ansu Fati, Trincão, Dest… ¿Qué jugador le convence más y cree que puede marcar una época en el Barça?

Pedri. Aunque no me está sorprendiendo lo que está haciendo. Los que lo hemos visto jugar en Segunda División sabemos que es un chico que tiene algo especial, que siempre toma buenas decisiones y entiende el juego -lo más importante-. Es cierto que aún está por hacerse físicamente y tiene mucho margen de mejora en más aspectos, pero tiene algo que es innato en el jugador. Aparte, no parece que le quede grande jugar en el Barcelona. Es un jugador que ya hemos visto que no se ha arrugado en escenarios importantes y que ha seguido teniendo esa personalidad para realizar su juego. Es un chico con el que hay que tener tranquilidad, pero creo que es un jugador que puede darle muchas alegrías al Barcelona.

Pasemos a hablar del ‘método Parralo’. Coincide con Johan Cruyff cuatro meses en 1988 (la temporada que el holandés llega al Barça), antes de irse al Real Oviedo, y la temporada del ‘Dream Team’ (1991/92). Así que su manera de entender el fútbol ha estado modelada por las ideas ‘cruyffistas’, ¿no?

Yo siempre digo que he sido muy afortunado como jugador de haber tenido muy buenos entrenadores. Y, quieras o no, de todos te sientes influenciado e intentas coger las cosas que más te gustan. Siempre he pensado que, después de dejar el fútbol como jugador, quería seguir vinculado al fútbol. En mi caso, como entrenador. En aquella época, desde luego que Cruyff cambió un poco la manera de ver el fútbol con ese fútbol combinativo y ofensivo que trajo. Nos enamoró a todos. Pero luego también he tenido muy buenos entrenadores, como Bielsa, Camacho, Luis Fernández… Y de todos intentas ir cogiendo cosas en las que tú crees y modelando tu manera de entender el fútbol. Pero sí que es verdad que, al final, cuando eres entrenador tienes que distinguir entre lo que te gustaría hacer y el proyecto que tienes entre manos. A veces llegas a un sitio y lo que has de hacer es sacar el máximo rendimiento a la plantilla que tienes. Y eso, a veces, significa jugar de una manera que sea la más favorable para que el equipo consiga sumar. Lógicamente, si empiezas de inicio y te dejan tener ese consenso con la dirección deportiva para hacer el equipo, a mí me gusta un equipo combinativo, que presione y sea protagonista. Pero, como le digo, el entrenador se tiene que adaptar a los jugadores que tiene y sacarle el máximo rendimiento.

Usted es un entrenador que ha pasado por la misma escuela que Guardiola, Koeman o Valverde (con quien también coincidió en su primera etapa en el Barça) ¿Se mira en el espejo de alguno de ellos?

Como le decía antes: un entrenador siempre tiene que estar en formación continua. Lógicamente, ves lo que hacen otros entrenadores, intentas sacar tus propias conclusiones y ves cómo puedes adaptar esas cosas a tu manera de sentir el fútbol. La verdad que es raro cuando no me cruzo con algún compañero mío que, como yo, ahora es entrenador y me toca enfrentarme a él. Hay muchos jugadores con los que he compartido vestuario que ahora son entrenadores y es un motivo de alegría cuando les saludas y ves que están al frente de un equipo. Uno siempre está inmerso en el fútbol para mejorar y aprender, y la verdad es que no me identifico con ningún entrenador en concreto. Pero si tengo que elegir, Cruyff y Bielsa son los entrenadores que más me han marcado y en los que he visto cosas muy diferentes a lo normal.

¿Qué recuerdos tiene de Koeman? ¿Ya veía que tenía madera de entrenador cuando jugó con él? Coincidió con él en su segunda etapa en el Barça, el año en que el conjunto blaugrana gana la primera Champions de su historia con gol del holandés en la final (Wembley ’92).

Ronald siempre me pareció un jugador con mucha personalidad, con las ideas muy claras. Y cuando hablaba siempre dejaba un mensaje. Pienso que es un entrenador que tiene las ideas claras. Lo cierto es que se ha encontrado una situación muy convulsa, pero creo que su carácter está haciendo que lo lleve muy bien. Está siendo valiente y creo que se merece esa confianza para realizar su trabajo. Le deseo lo mejor.

¿Cómo sería su entrenador ideal?

Un entrenador que vive por y para el fútbol, cuida los detalles, sabe manejar un vestuario, inculca sus ideas y hace que los jugadores crean en ella. Eso es un entrenador ideal.

Pasemos a hablar de su etapa como jugador. Terry Venables le hace debutar con el FC Barcelona el 30 de agosto de 1987 ante Las Palmas, después de haberse formado en las categorías inferiores del conjunto azulgrana. ¿Qué recuerdos tiene de su primera etapa en el primer equipo?

Fue una alegría inmensa. Siempre había soñado en jugar algún día en Primera División y poder conseguirlo fue un motivo de orgullo. Recuerdo que yo tenía 20 años y antes los jugadores no subían tan jóvenes como ahora. Era muy difícil subir de la cantera al primer equipo y yo lo conseguí. Y lo que pensaba es que no me quería bajar, que quería seguir en ese tren. Seguir jugando en Primera y luchar por hacerme un sitio.

Cruyff llega al banquillo del Barça la temporada siguiente, la 1988/89. En su primera etapa solo coincide durante la pretemporada con él. ¿Qué pasó?

En esa pretemporada, sufro una lesión en el tobillo y prácticamente me pierdo toda la pretemporada. Iba con un poco de retraso respecto al resto de la plantilla. No había podido hacer la pretemporada. Yo era joven y, como es lógico, lo que me interesaba era jugar. Me marché cedido al Real Oviedo, donde pasé un año estupendo y creo que realicé una muy buena temporada.

Vuelve al Barça la temporada del ‘Dream Team’ (1991/92), después de haber pasado por Oviedo y Logroñés. Su segunda etapa, que duró un año, supone la primera Champions de la historia azulgrana en Wembley. Aquel año usted competía con el ‘Chapi’ Ferrer por un puesto en el lateral derecho. ¿Cómo lo recuerda?

En el Barcelona no solo existía la competencia de Ferrer. Y es que Johan jugaba cada día con menos defensas. Recuerdo que de esas posiciones de atrás acabaron jugando Goikoetxea (lateral/extremo derecho), Eusebio (centrocampista)… Fueron unas temporadas de absoluto dominio del Barcelona. La posesión era casi siempre nuestra y nos atacaban poco. Así que lo que interesaba era mantener esa dinámica ganadora poniendo jugadores ofensivos en posiciones defensivas. En concreto, yo recuerdo ese año porque empecé muy bien. Aparte de ser titular, tuve la oportunidad de ir a la selección española. Sí que es verdad que después del mítico partido en Kaiserlautern (3-1) tuve una lesión en el menisco que frenó mi progresión en el Barça y provocó que no estuviera y no pudiera jugar ni la final de Champions. Para mí fue una gran decepción ver el partido ante la Sampdoria desde la grada de Wembley. Cuando acabó la temporada, decidí que quería seguir jugando para tener oportunidades en la Selección, que lo mejor era marcharme y buscar un sitio donde tuviera esa continuidad que el jugador necesita. Por eso me marché de nuevo al Oviedo.

Antes de que se produjera la lesión que truncó su carrera en el Barça, tuvo la oportunidad de ser titular en el partido ante el Kaiserlautern (3-1). Hace poco más de una semana se cumplieron 29 años desde que Bakero cambiara la historia azulgrana con un cabezazo en el 90’ que dio el pase al FC Barcelona a la siguiente ronda de la Champions League. ¿Cómo recuerda aquel partido?

Nos encontramos a un equipo muy potente con un estadio completamente volcado. Nos costaba incluso oír el silbato del árbitro. Los alemanes volaron en ese partido. En ciertos momentos del partido nos pasaron por encima, pero no bajamos los brazos hasta el final. Y en esa jugada tan famosa con el centro de Koeman y el remate de Bakero logramos marcar ese gol que, a la postre, nos permitió seguir en la competición y optar a esa Champions que tanto deseaba todo el barcelonismo.

Y la final frente a la Sampdoria en Wembley, ¿cómo la recuerda? Le tocó vivirla desde la grada.

Lo recuerdo con muchos nervios. Estaba en la grada con Guillermo Amor, que también se perdió el partido por sanción. Fue un partido no apto para cardiacos, muy duro. Se nos hizo muy largo y el partido estuvo muy igualado. Hasta que el árbitro no pitó el final se sufrió muchísimo, pero al final valió la pena. Ganar la primera Champions es un momento único y lo tendré grabado para siempre en mi memoria.

Ese año estaban tocados por una varita. Después de la Champions, también ganan la Liga gracias al primer ‘Tenerifazo’, que da el título al Barça en la última jornada. 

Era algo que no pensábamos que pudiera ocurrir, porque además el Madrid se llegó a poner 0-2 ante el Tenerife y se nos puso todo muy en contra. Al final se dio y fue una alegría inesperada porque no pensábamos que el Madrid fuera a pinchar en Tenerife. Fue un año increíble con la Liga y la Champions, importantísimo para el futuro del club. Y yo creo que ahí se rompieron muchos tabús y el barcelonismo empezó a conseguir éxito tras éxito.

Después de su salida del Barça en 1992 recala en el Oviedo, donde está dos temporadas. Y del conjunto asturiano pasa al Espanyol, club donde ha permanecido durante más tiempo a lo largo de su carrera. ¿Qué recuerdos tiene de esa larga etapa?

Para mí era una oportunidad el hecho de poder volver a Barcelona y estar cerca de la familia. No lo dudé. Fue una etapa maravillosa, estuve seis temporadas jugándolo prácticamente todo. Teníamos muy buen equipo. El Espanyol era un club mucho más familiar y esa etapa me quedó grabada en el corazón. Conseguimos la Copa del Rey en el 2000, que no se conseguía desde hace muchos años, en la final de Valencia contra el Atlético de Madrid. Después me fui a París para jugar los dos últimos años de mi carrera. Tenía la opción de quedarme en el Espanyol, pero llevaba tantos años en la Liga española que quería vivir una experiencia diferente. Visitar campos donde no habías jugado nunca, conocer otro idioma, otra cultura, eran cosas que me apetecían mucho. Y surgió la propuesta del París Saint-Germain donde también lo jugué todo y fui muy feliz con mi familia.

Precisamente, el viernes se juega un Espanyol-Girona en la 13ª jornada de LaLiga Smartbank. Usted tiene experiencia en ambos equipos: en el Espanyol jugó y fue director deportivo entre 2003 y 2006, y en el Girona ejerció de entrenador en 2009. ¿Cómo ve a ambos equipos?

El Espanyol tiene una plantilla increíble. Para mí, la más fuerte de Segunda División. Tiene bien dobladas las posiciones, hecho que es muy importante en una competición tan larga como Segunda. Hay muchos jugadores que el año pasado estaban jugando en Primera División y no se han marchado, y eso da un plus y una tranquilidad al equipo muy importante. El Girona también tiene muy buena plantilla pero, quizás, circunstancias que ha tenido desde que empezó la temporada (sanciones o bajas por lesión) han provocado que no se vea el verdadero potencial que tiene. Al partido de este viernes quizás llega en mejores condiciones el Espanyol por las bajas con las que va a contar el Girona, pero creo que serán dos equipos que seguramente acabarán arriba.

¿Cree que ambos equipos volverán a Primera División esta temporada?

El Espanyol es claro favorito al ascenso. Y luego estarán los equipos bajaron de Primera División la pasada temporada, que siempre tienen ese plus a nivel económico que hace que puedan tener mejores plantillas. Espanyol, Mallorca y Leganés son claros favoritos para las dos plazas de ascenso directo, y luego están Rayo, Girona, Sporting… Equipos que pueden estar ahí también y en el ‘play-off’ pueden tener opciones de subir.

¿Se atreve con un pronóstico para el Espanyol-Girona?

Por potencial y por las circunstancias en que se encuentran ambos equipos, quizás le daría más favoritismo al Espanyol. Pero ya le digo que la Segunda División es una categoría muy complicada y puede pasar cualquier cosa. No me atrevería a dar un resultado exacto. Pero yo creo que el Espanyol tiene una plantilla digna para competir en Primera División sin ningún problema.

Antes me hablaba de su etapa en el Paris Saint-Germain antes de colgar las botas. Allí coincide con un jovencísimo Ronaldinho, antes de su fichaje por el FC Barcelona en 2003. ¿Qué recuerda del jugador brasileño? ¿Ya veía que era un jugador destinado a marcar las diferencias?

Sin duda. En el momento que hablas con él, ves las cosas hace, la calidad que tiene, la fortaleza física -el futbol francés es muy físico-, te das cuenta de que estás delante de alguien especial. En la Liga francesa hay mucho jugador potente que sobre todo viene de África. Para jugadores veloces como él era difícil marcharse en el uno contra uno. Pero Ronaldinho era capaz de aguantar entradas, de desequilibrar y hacer cosas increíbles. Y no te cabe la menor duda de que es un jugador capaz de marcar las diferencias, como acabó haciendo. Sabía que podía venir a España y, justamente, cuando me retiro él ficha por el Barcelona. Yo vuelvo a la Ciudad Condal y empiezo a trabajar en el Espanyol como ayudante de Luís Fernández y sigo de cerca las evoluciones que hace Ronaldinho.

¿Qué planes de futuro tiene Cristóbal Parralo? ¿Entrenar pronto?

Sí, es lo que todos los entrenadores queremos: poder desarrollar nuestras ideas entrenando. Hay muchos entrenadores y hay que tener la tranquilidad necesaria para que, cuando uno se embarque en un proyecto, sea el idóneo. Como cualquier entrenador en paro, ahora lo que toca es ver y seguir estando al día del fútbol. Estar atento porque en cualquier momento te toca estar y hay que estar preparados.