Las consecuencias del fiasco de la Copa

La crisis del Barça se agudiza tras perder la Copa

 Directiva, secretaría técnica y plantilla buscan culpables del mal final de curso del equipo / sport

Albert Masnou

Albert Masnou

"Quemarlo todo”. Con esta sensación salió el Barça del Benito Villamarín tras perder contra el Valencia la final de la Copa del Rey, un título que debía completar el doblete sellando  la que hubiera sido una buena temporada.

“Nos pusimos unas expectativas muy altas porque estábamos a dos pasitos del triplete”, aseguraba Gerard Piqué: “Esto es muy duro y parece que tengan que haber muchos cambios pero, con la distancia, las opiniones serán más frías para tomar las decisiones oportunas”, agregaba tras el encuentro para intentar de ponerle un poco de sentido común al estado de rabia, frustración e indignación que dominaba en la expedición azulgrana.

Precisamente, calma y tranquilidad no había mucho entre los que viajaron a Sevilla, sea jugadores, sea directivos o sea secretaria técnica, especialmente cuando no había micrófonos de por medio. La derrota fue la gota que colma el vaso para aflorar una serie de tensiones que ya existían entre estas tres áreas del club, una distancia que se ha acentuado en las últimas semanas.

Josep Maria Bartomeu y su junta directiva por un lado, la secretaría técnica con Pep Segura a la cabeza y los jugadores con los capitanes que llevan ya casi una década en este vestuario por el otro lado. Son tres departamentos que, privadamente, se echan las culpas de la actual situación vivida.

El Barça es, hoy, el tifo que lucía en la grada del Villamarín de ‘Tots units’ que se partió por el medio nada más exhibirse. El Barça es hoy un polvorín porque vive en un estado de tensión fruto del cabreo que ha generado la derrota, una sensación que se debería irse diluyendo con el paso de las semanas, con la marcha de los jugadores de vacaciones dejando solo a Bartomeu en su toma de decisiones para reconstruir un equipo, tal y como ha efectuado cada verano.

Eliminado Valverde de esta ecuación tras ser eximido de culpas tanto por los jugadores como por la directiva (aunque no por la afición que, según las encuestas, sí le ve como uno de los causantes de la crisis), los focos señalan primero al vestuario a quien se le acusa de viejo (era el equipo titular de mayo edad de las eliminatorias de la Liga de Campeones), de priorizar los intereses individuales a los del equipo (Suárez siendo su máxima expresión), se le señala por rendir a la altura de sus elevados salarios y se le acusa de querer gobernar al club incluso metiéndose en la política de fichajes. O sea, que piden como nadie para no hacer su trabajo y querer hacer el de otros.

LOS JUGADORES

El veto a Griezmann, avanzado por este periódico, ha indignado especialmente a la junta directiva que veía en el francés a un cromo con el que romper el ‘status quo’ del vestuario, en el que cambiar la relación de poder de los jugadores. Griezmann era un complemento para Messi Suárez, pero a la vez competencia a un jugador que, a ojos de la junta directiva, ha preferido operarse antes de la Copa del Rey para poder ir a la Copa América.

Suárez está en el centro de la polémica hasta el punto que la directiva y la secretaría técnica estaba dispuesta ayer a colgarle el cartel de transferible, para que sea un ejemplo para el vestuario.

Entablada una relación de amistad entre Messi y el uruguayo, la postura de la directiva y de la secretaría técnica era una demostración por parte del club de lo mal que ha sentado la operación a la que se sometió el 9, una intervención efectuada de madrugada, deprisa y corriendo dos días después de perder en Anfield.

Le importaba más una competición con Uruguay que la Copa del Rey, entienden. Y allí es donde Suárez recibe críticas, de la misma manera que se le acusa desde la secretaría técnica de no implicarse en labores defensivas  o de no marcar a domicilio en Champions. 

Otro jugador que están en el centro de las miradas es Umtiti, por no querer operarse cuando se le dijo y a quien se pretende vender porque no está recuperado de su rodilla.

Es también Jordi Alba porque se entiende que en todas las grandes derrotas de esta temporada y de la pasada temporada sale retratado con errores de bulto, por temblar en los momentos decisivos, una indignación que se une a la tensión generada con su renovación cuyo salario pasó a ser, según fuentes del club, “en el lateral izquierdo mejor pagado del mundo”. 

Situación similar arrastra tras de sí Sergio Busquets, un jugador al que se le acusa de protagonizar una temporada nefasta. O también a Rakitic que, se entiende, debe ser uno de los primeros en salir porque se considera que le ha acabado la gasolina, por el feo de irse a la feria de Sevilla tras perder en Anfield, por exigir sin cesar una mejora de contrato y para dejar espacio a De Jong pese a que él considere que su posición “ya está ocupada”.

Desde algunos puntos del club, se desearía colocar también en el mercado a estos jugadores (Suárez, RakiticAlba y Busquets) para rejuvenecer a la plantilla, rebajar la masa salarial y pasar cuentas de algunas experiencias vividas en las renovaciones de sus contratos.