Carles Pérez, el triunfo de una obsesión
Esta temporada cumplirá 22 años (en febrero) y, hoy en día, con las prisas que existe en el fútbol base, muchos de quienes han sido sus compañeros en el Barça han ido pasando, con mejor o peor suerte, hacia otros destinos. Carles Pérez ha preferido esperar porque cree en sí mismo y en sus posibilidades de triunfar en el Barça. Su único objetivo, mientras le dejen intentarlo, es el Camp Nou.
“Es un puto ganador”, explican en el vestuario del Barça B, donde el de Granollers se ha convertido en un referente. García Pimienta le convenció hace un año de que no se marchara cuando Portugal llamó a sus puertas nada más abandonar el Juvenil. Tampoco le costó mucho porque Carles Pérez ya había rechazado ofertas irrechazables procedentes de Inglaterra en su etapa de formación. Pese a pasar varias semanas lesionado, ha sido el máximo goleador del filial en Segunda B con nueve tantos y, aunque parece obvio que su etapa allí ha acabado, está dispuesto a seguir un año más con ficha del segundo equipo si el compromiso (y una mejora contractual, que tampoco hay que ser tan generoso) es ser prácticamente uno más en la primera plantilla.
Se lo ha ganado durante la pretemporada y todo apunta a que podrá seguir haciéndolo tras la salida de Malcom este verano y la lesión de Dembélé. Tiene una fe ciega en sus posibilidades y quiere demostrar que no se equivoca. Este verano ha vuelto a rechazar salir evidenciando que no renovó el año pasado para asegurarse un buen contrato mientras busca más dinero fuera, sino para cumplirlo.
Lleva así toda la vida. Albert Puig, entonces director de la cantera del Barça, no lo tenía claro cuando, siendo infantil, tenía informes contradictorios cuando jugaba en el Espanyol. Era un jugador potente, pero dudaba de si la potencia surgía del talento o de su físico. Hasta que le llamó Andrés Manzano, su homónimo en el Cornellà, para explicarle que Carles Pérez se había salido frente a ellos, que había dado un recital. La semana siguiente jugaba contra el Barça. Volvió a dar una exhibición y Puig fue a por él. Tardó poco en convencerle, lo justo. El futbolista aceptó el reto que supone jugar en el Barça y ahí empezó su fijación en triunfar de blaugrana, de la mano de Franc Artiga en el Cadete B.
Junto a Dani Morer, siguen en la pelea. Su “germanet”, como así le llaman en el filial, es su gran amigo y confesor. Y el de Mataró tiene muy claro que su ‘hermano’, si le dejan, lo va a petar por pesado. Valverde puede empezar a dejar un poso en el primer equipo con la inclusión de canteranos que se lo están poniendo muy fácil. Solo tiene que ser valiente. El resto lo hará Carles Pérez.
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