Las dos caras de Busquets en El Sadar

Durante muchos años fue el jugador más fiable del Barça, ahora tiene dos versiones que conviven en un mismo partido

En la primera mitad fue atropellado por Osasuna, en la segunda, más arropado por el equipo, impuso orden al partido

Busquets, en El Sadar

Busquets, en El Sadar / J. Ferrandiz

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Se agobió Busquets durante 45 minutos en El Sadar y se perdió el Barça. Se recompuso tras el descanso y respiró el Barça. Los gestos del centrocampista son a menudo el termómetro del equipo. Cuando está desafinado, cuando pierde balones insospechados, el Barça deja de ser reconocible. 

Durante muchas temporadas fue el jugador más fiable, ahora tiene dos versiones que conviven incluso en un mismo partido. La mejor conecta con un pasado brillante. La peor, agita el debate sobre su vigencia. Hace ya varias temporadas que es un jugador que depende del contexto. En un equipo ordenado -con las líneas juntas y protagonista con el balón- sigue siendo el mediocentro que mejor interpreta el juego del Barça. Pero, cuando los partidos se desgobiernan, es atropellado por la intensidad, palidece y quedan expuestas limitaciones que siempre maquilló a base de fútbol.

Desde hace años el equipo se balancea entre estas dos versiones del centrocampista. Busquets forma parte, como Piqué, como Jordi Alba, de una generación que da sus últimos coletazos. El central vivió en el Sadar su última partido con el Barça, Alba ha perdido su rango de indiscutible y con Busquets ya se habla sin la boca pequeña de un relevo. Los tres fueron claves en el mejor Barça que se recuerda, pero los tres han salido, también, en la foto de noches ingratas en la Champions los últimos tiempos.

Ante Osasuna, acosado por la presión, Busquets sufrió, perdió el mando y comprometió a los suyos con pérdidas que costaron ocasiones. Tampoco estuvo acertado en la marca del primer gol, una acción que exigía más agresividad. Unai García arrolló primero a Marcos Alonso y Busquets, desprotegido, no pudo evitar el cabezazo de David García. 

Otro Busquets

En la segunda parte, con Osasuna entregada en el repliegue y el partido a menos revoluciones recuperó algo de control. El gol de Pedri contribuyó a la calma con un Barça mejor con diez que con once contra pronóstico. Busquets, anclado como mediocentro, ya sin la agonía de la primera parte, fue encontrando su sitio en el partido. No fue su versión más deslumbrante, pero sí una consistente.

No fue casual: su impulso vino acompañado de la mejora de Pedri y De Jong, pero también de la entrada de Gavi. Más arropado, Busquets respiró y creció el Barça que se marchó eufórico de El Sadar. Con un arranque de rebeldía, con una victoria lograda con un menos y con un Busquets reconocible. Con él siempre fue así: un especialista. Un radical del estilo.