El Camp Nou es el teatro del sueño

La grada del Camp Nou se muestra cada vez más fría

La grada del Camp Nou se muestra cada vez más fría / sport

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

El Camp Nou es una valeriana gigante. El teatro del sueño. Literalmente. La Grada d’animació, cuyo objetivo es abofetear a la afición para que despierte de su somnolencia, logra todo lo contrario: el socio se siente liberado de su teórica responsabilidad para animar al equipo porque ya hay quien se encarga de ello.

Los grupos del Gol Nord son quienes explican los chistes en una mesa en la que nadie sonríe. Los chistes no son malos. De hecho, algunos son brillantes. El problema es que nadie se siente interpelado ni se atreve a pedir turno para explicar el suyo. Incluso, en ocasiones, se puede oír cómo el balón golpea la madera cada vez que se interpone en el camino de Leo Messi. Triste. El Camp Nou es triste y solo en contadas ocasiones alza la voz, casi siempre por motivos que nada tienen que ver con el aliento que deberían sentir quienes visten la camiseta del Barça sobre el césped. La anomalía es estructural, no circunstancial. Está relacionada con la personalidad del socio blaugrana que esta temporada, además, ha optado por quedarse en casa más veces de lo que es habitual, convirtiendo las cifras de asistencia en preocupantes. No hay guiri para tapar tantos agujeros

Ante esta situación hay dos opciones: hacer como si nada ocurriera o buscar soluciones. Y como los catalanes hacen cosas, lo mejor es hacerlas. ¿Cómo es posible que Leo Messi reciba su cuarta Bota de Oro ante poco más de 50.000 espectadores en un recinto que puede doblar esa cifra? Cada partido de Leo es un trozo de historia. No del Barça, ni siquiera del fútbol, sino del deporte mundial. Quedarse en casa pudiendo formar parte de ello es aberrante. El club debe, por Messi y por sí mismo, hacer cosas.