El Camp Nou sopló las velas de Wembley 92

Johan Cruyff  recibió una de las grandes ovaciones del Camp Nou

Johan Cruyff  recibió una de las grandes ovaciones del Camp Nou / sport

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

La fiesta para soplar las 25 velas que reposan ya sobre el pastel de la primera Copa de Europa del Barça se celebró en casa, lejos, a muchos kilómetros, de Londres.

Muchos de los que estaban invitados no acudieron. Por distintos motivos. A algunos les dio pereza; otros, simplemente, no están para fiestas. La mayoría, simplemente, porque prefieren abrir una botella de cava en la intimidad de sus hogares. Al Camp Nou se acercaron los más nostálgicos, muchos de ellos acompañados hoy de sus hijos, una fiesta intergeneracional, como un concierto de Els Pets. Los padres se dejan ir ante la mirada extraña de sus hijos, que ven a sus progenitores cómo nunca los habían visto, descubriendo ccosas que habrían preferido no descubrir. Héroes para unos, historia, con todo lo que eso significa, para otros.

El homenaje, la fiesta de cumpleaños, era tan imprescindible como difícil de vender, un verbo que hoy en día lo invade todo. Técnicamente perfecta, el montaje merecía una mayor asistencia. Las luces apagadas en la previa del partido hicieron más cálido el ambiente. Mientras, varios grupos de canteranos se disfrutaban al ritmo de un rondo eterno frente a la imagen de La Masia, la auténtica, la que da nombre a la leyenda, inmóvil y acogedora. ‘L’art del futbol. El rondo del Barça’, podía leerse en los plafones laterales de publicidad. Un ejercicio tan simple que lleva todo el fútbol implicito en él. La llave maestra que siempre llevaba en su bolsillo Johan Cruyff, aplaudido con nostalgia cuando su imagen invadió el Camp Nou.

Pero la ovación de la noche se la llevó Guardiola. El de Santpedor fue el ‘Jo vull ser rei’, un tema que padres e hijos cantan juntos. Pep es pasado, pero también fue presente y quién sabe si futuro. Una figura, como la canción, intergeneracional. Stoichkov, Zubizarreta, Bakero… Uno a uno, todos saltaron al césped, dejando para el final a quien lo hizo posible con un disparo seco y preciso, Ronald Koeman. Acto seguido, salieron y disfrutaron. Para siempre.