El Camp Nou, retrato de la desolación

El Camp Nou, centro neurálgico del estudio

El Camp Nou, centro neurálgico del estudio / Sport

Albert Masnou

Albert Masnou

El Camp Nou ya lleva 45 días cerrado a cal y canto. Solo una puerta permanece abierta pero sin nadie quien la cruce. El servicio de seguridad, unos perros y poco más. Vacías se han quedado las oficinas, las tiendas, y los restaurantes están sellados, la calle de la entrada al Museo es un desierto y el Estadi está clausurado.

Algunos coches mal aparcados en una inmensidad de espacio sin ocupar, unas vallas también mal puestas y la sensación de soledad, tristeza. Parece imposible que en este espacio se estuviera construyendo un pabellón nuevo y hubiera proyectado una gran rambla para que los millones de turistas pudieran vivir una experiencia Barça. ¿Dónde están?, ¿Volverán? ¿Cuándo?

El Camp Nou es hoy un solar desocupado. Pasear por los alrededores de Can Barça es desolador por ser habitualmente  un nido de vitalidad. 

El panorama no parece muy alentador porque las previsiones anuncian que las aglomeraciones de gente no serán permitidas hasta dentro de bastante tiempo. Así lo ha anunciado recientemente el Gobierno.

El club hizo una previsión optimista de volver a disputar un partido con público a partir del 15 de septiembre, una opción que queda aparcada con el paso de las semanas. Y toda las miradas van enfocadas en la versión menos halagüeña: volver en febrero de 2021. Los epidemiológos se oponen a abrir los estadios de fútbol hasta que no haya una vacuna y puntualizan que los estadios pequeños son los que van a abrir antes y que el Camp Nou o el Bernabéu pueden ser los útimos.

El miedo al rebrote tiene fundadas experiencias pues permanecen vivos los elamentos el Atalanta-Valencia de Champions del 19 de febrero en Milán. “40.000 ciudadanos de Bérgamo [la ciudad del Atalanta] acudieron a San Siro. En autobús, en coche, en tren. Fue una bomba biológica, desafortunadamente”, lamentó Fabiano di Marco, jefe de Neumología del hospital de Bérgamo.

El Camp Nou permanecerá como hasta ahora durante tiempo. Quizás primero abrirán las tiendas y las oficinas para luego, ya dentro de varios meses, empezar con el Museo y con el estadio, pero siempre en una capacidad muy inferior a la habitual.

Se perderá la temporada de verano, especialmente fructífera económicamente para el Barcelona a la espera que que la vacuna protectora aparezca y devuelva a la normalidad este magnífico estadio que está llamado a serlo todavía más con la reforma del Espai  Barça.

Llegarán también antes que nadie los jugadores que jugarán partidos a puerta cerrada, acrecentando aún más la sensación de desemparo. El fútbol es un espectáculo, pero no volverá a adquirir toda su grandeza hasta que la gente pueda disfrutar de él.