Brotes verdes con Griezmann
El análisis pragmático no felicitará a Antoine Griezmann por su partido ante el Celta. El francés jugó mal, no interpretó bien su papel como referencia ofensiva y sus números fueron deficitarios.
Se trata de una verdad incontestable porque, pese a su esfuerzo incondicional, la posición de delantero centro no mezcla bien con sus características como futbolista. Así que sufrió partiéndose la cara con los centrales gallegos en el primer tiempo y no mejoró su aportación tampoco tras el descanso. Volvió a trabajar solidarizándose en defensa, peleó cada balón y buscó asociarse con sus compañeros, pero no supo cómo generar espacios. Tampoco los encontró. Y, sin embargo, hubo brotes verdes. No lo hubo procedentes, directamente, de sus botas, eso es evidente. Tanto como que, pese a ser sustituido y errar un mano a mano con Rubén Blanco, hay espacio para la esperanza.
LA BENDICIÓN DE MESSI
Como casi todo lo que ocurre en el Barça, también en este caso el capitán blaugrana es el responsable de abrir una vía que merece ser tenida en cuenta. El argentino, al contrario de lo visto hasta el momento, buscó de forma descarada y sin descanso a su compañero, haciéndole partícipe del juego, integrándole, en definitiva, al grupo. Suya fue la asistencia que no aprovechó Griezmann. Messi quiere al galo en su equipo y esa es, más allá de la victoria, la mejor noticia del partido.
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