Braithwaite reclama su cuota de atención

El mensaje de Braithwaite a la afición culé

El mensaje de Braithwaite a la afición culé / @MartinBraith

Sergi Capdevila

Sergi Capdevila

Desde que aterrizó en Barcelona hace cuestión de nueve meses, Martin Braithwaite no ha gozado nunca de estabilidad. Apenas llegó y se aclimató mínimamente cuajó un partido muy completo en Donostia ante la Real en su debut como titular. Sensación de que empezaba a coger el pulso al juego del equipo de Setién y que su ascendencia y protagonismo iban camino de seguir creciendo. Pero estalló la pandemia y todo se fue el traste. Tras más de tres meses sin competir, el danés regresó a lo grande y confirmando esas buenas sensaciones con su primer gol oficial en Mallorca y una actuación muy muy completa.

UNA MONTAÑA RUSA

Pero el ex del Leganés acabó siendo víctima de la montaña rusa que fue el paso de Setién por can Barça y desapareció misteriosamente de los onces del cántabro. En verano se convirtió en moneda de cambio dentro de los mil y un trueques que salieron durante el probablemente mercado más extraño que se recuerda. Pero el escandinavo se aferró a Barcelona, convencido y confiado en que su oportunidad llegaría y que estaba destinado a triunfar con la casaca azulgrana. Porque si algo ha demostrado Martin a lo largo de todo este tiempo es un tesón y una seguridad en si mismo tremendos. Incluso heredó el ‘9’ de Luis Suárez. Un dorsal de mucho peso en el Camp Nou.

Era consciente de que no partía precisamente en la ‘pole’ con Ronald Koeman. De hecho, era perfectamente conocedor de que Griezmann, Messi, Trincao, Dembélé, Coutinho, Pedri, todos estos nombres en principio iban por delante en la rotación del neerlandés, que antes del encuentro en Kíev acumulaba apenas 50 minutos en varios ratitos. Pero dentro de esa ‘Revolución de Kíev’ que montó el héroe de Wembley, se le presentaba al danés una oportunidad de oro para reclamar la atención que creía y cree que merece.

No lo desaprovechó. Desde el primer instante que pisó el verde no dejó de trazar desmarques al espacio, ofrecerse y participar. Con poco acierto en la primera mitad, todo sea dicho, pero con una letalidad tremenda en la segunda. Asistencia casi involuntaria a Dest en el 0-1, oportunismo e intuición en el segundo y penalti provocado y ejecutado magníficamente para el 0-3. Prueba de la confianza y del hambre que tenía Martin es lo que sucedió una vez el colegiado esloveno señaló la pena máxima.

El ariete, que había conectado un buen cabezazo y había provocado la gran reacción de Bushchan, nada más señarse la infracción fue decidido a por el balón. Estaba Griezmann en el campo, a priori por delante suyo en la jerarquía (a pesar de la mala racha que lleva el galo en esa faceta), pero Martín le miró de reojo y agarró la pelota. Quería el doblete. Era su día, su partido. Y nadie iba a impedirlo. De hecho, nada más pitar el árbitro le faltó tiempo para rematar de forma precisa y perfecta a un costado. Fue su noche. El día que llevaba esperando desde el nombramiento de Koeman para advertir al neerlandés de que merece más.

Se hizo sin duda un favor Martin. Y quién sabe si al Barça, que necesita vender en enero y cuanto mejor lo haga más se revalorizará en el mercado. Un partido en Kíev en el que todos salieron ganando.