Ni Bartomeu ni Laporta pudieron doblar a un irreductible Al-Khelaïfi

El postura inflexible del presidente qatarí del PSG frenó el traspaso de Ney tanto en 2019 como ahora en 2021

Los dos presidentes blaugranas tuvieron sendas cumbres en París con Al-Khelaïfi que no acabaron a buen puerto

Al-Khelaifi: "El fichaje de Neymar no es una venganza"

Al-Khelaifi: "El fichaje de Neymar no es una venganza" / BEINsports

Joaquim Piera

Joaquim Piera

Nasser Al-Khelaïfi, en primera persona, acabó con cualquier posibilidad de que Neymar Jr. volviese al Barça en 2019 y, ahora más recientemente, en 2021. El presidente del PSG, consciente de que tenía detrás el Emirato de Qatar, se mostró irreductible ante todos y cada uno de los intentos del Barcelona de entablar una negociación al más alto nivel.

Josep Maria Bartomeu y Joan Laporta han vivido en primera persona la frustración de ver el modus operandi de Al-Khelaïfi, que nunca ha tenido ninguna intención de ceder un milímetro, porque Neymar, más allá de ser la superestrella del PSG, al lado de Kylian Mbappé, es un activo estratégico para el país organizador del Mundial 2022, que financio su compra en 2017 con petrodólares de un fondo soberano.

La historia de la no-repatriación de Neymar se puede resumir sintéticamente en dos cumbres en París de las cuales SPORT ha tenido conocimiento y que hasta ahora no habían sido desveladas. Son dos encuentros, separados en dos años, con dos presidentes del Barça diferentes, ante un mismo interlocutor y con mismo desenlace, muy descorazonador para los intereses blaugranas.

El presidente del PSG ha sido un escollo infranqueable. No es una cuestión de talantes diferentes y enfoques diferentes, entre Bartomeu y Laporta, de músculo financiero o de apetito negociador por parte del Barça. Lo que se escenificó en estas cumbres es que el PSG ejerce como el principal apéndice deportivo de Qatar en Europa.

Y cuando los dirigentes blaugranas se pusieron a negociar se encontraron delante, no a un homónimo que gestiona otro grande de Europa, sino a un dirigente que presentaba argumentos más propios de un embajador. Negociando por Neymar, el Barça ha entendido la dimensión de un Club-Estado, que no solo distorsiona el mercado futbolístico financiándose con petrodólares públicos sino que no tiene una lógica de gestión diferente a cualquier otro rival.

BARTOMEU DE BUDAPEST A PARÍS

Dos años atrás, el 18 de mayo de 2019, el equipo femenino del Barça disputaba su primera final de Champions League. Cayó por un rotundo 4-1 ante un Olympique de Lyon que ganaba su sexto cetro continental. El entonces presidente, Josep Maria Bartomeu, encabezaba la delegación del club, en un partido histórico para el club, que se disputó en Budapest.

Bartomeu no tuvo éxito en su cumbre con Al-Khelaïfi

Bartomeu no tuvo éxito en su cumbre con Al-Khelaïfi / GERMAN PARGA

Al día siguiente la expedición vuelve a la capital catalana, pero Bartomeu vuela hacia París, donde se había citado con Al-Khelaïfi con su solo tema en la agenda: encontrar una solución que hiciese viable el traspaso de Neymar, que estaba a punto de cumplir su segundo año en el PSG y que se mostraba muy disgustado por su situación. No era una cumbre secreta para tantear el terreno, sino que formaba parte de una estrategia perfectamente diseñada y que el astro brasileño conocía.

Aquel mismo día, Neymar padre también se había desplazado a París. Dependiendo de cómo fuese la reunión entre presidentes, Bartomeu se encontraría con el progenitor del crack brasileño en un hotel para empezar a poner las bases de un acuerdo salarial. El Barça no quería dilatar el fichaje. Quedaba claro, pues, que las heridas abiertas dos años antes, en aquel tempestuoso verano de 2017, estaban ya cicatrizadas, porque el Barça y el crack brasileño estaban dispuestos a remar en a misma dirección.

El Barça oyó un 'no' rotundo y sin matices del PSG, que se cerró en banda a la hora de escuchar cualquier tipo de oferta. El mensaje fue diáfano: bajo ninguna circunstancia el club francés se desprendería de su astro. La cumbre entre Bartomeu y Al-Khelaïfi se desarrolló en un ambiente tenso, y con el dirigente qatarí, en un tono durísimo, explicitando que no entablaría ningún tipo de negociación. Neymar se quedaría sí o si en París.

Consciente de este escenario, el Barça quiso cubrirse las espadas y decidió fichar a Antoine Griezmann, que, después del bochornoso programa televisivo de La Decisión de un año anterior, ahora sí que estaba dispuesto a recalar en el Camp Nou.

Neymar Jr., sin embargo, no desistió de su intención de volver a Barcelona, aún sabiendo de la postura de su club. Se declaró en rebeldía en el mes de julio, se negó a jugar y forzó la cuerda tanto como pudo. Y se llegó a la última semana del mes de agosto, con el PSG pidiendo 150 millones de euros al contado, más el traspaso de Ivan Rakitic y de Todibo y la cesión por una temporada de Dembélé. El Barça se plantó en los 130 millones, y con Neymar dispuesto a poner de su bolsillo los 20 restantes como informó en su día SPORT. Y allí todo se rompió.

LAPORTA COGIÓ EL TORO POR LOS CUERNOS

Neymar Jr. era el fichaje estratégico de este próximo verano del primer proyecto de Joan Laporta. :Se apostaba por el brasileño porque deportivamente su calidad es incuestionable, conoce la casa y ayudaría a convencer a quedarse a Leo Messi; y, paralelamente, como posicionamiento de marca, es incuestionable el tirón mediático y mercadológico de Ney pensando en un escenario postpandémico.

Joan Laporta se vio con Al-Khelaïfi semanas atrás

Joan Laporta se vio con Al-Khelaïfi semanas atrás / EFE

Sin tiempo a perder, Laporta fijó una reunión y Al-Khelaïfi lo recibió a inicios de mes en París. La historia de dos años atrás se repitió. El Barça se encontró delante una nueva versión del muro qatarí, absolutamente intransigente a deshacerse de su estrella, con la que ya tenía pactada la ampliación de su contrato hasta 2025.

El clima del encuentro, que empezó muy agradable, fue enrareciéndose. La insistencia del Barcelona caía en el vacío. Poco le importaba al PSG que Neymar solo tuviera un año más de contrato y que pudiera firmar por quien quisiera en enero de 2022. Los argumentos del campeón francés, una vez más, no eran financiero-deportivos sino que entraban en la esfera geopolítica.

Según ha podido saber SPORT, la reunión terminó de la peor manera posible, tomada por la tensión y con un Laporta visiblemente enojado. El PSG liquidaba allí cualquier tipo de negociación. Al-Khelaïfi se salió con la suya.

Bartomeu, más comedido, y Laporta, más temperamental, probaron la misma receta qatarí. En 2019, Neymar no se dio por vencido, ahora en esta primavera del 2021, arrojó la toalla. Se dejó seducir por los argumentos del PSG para renovar y no quiso encarar otro verano en el que tendría que enfrentarse a la dirección de su actual club. El último tren con destino a Barcelona pasaba allí, y el brasileño, con 29 años, prefirió reforzar la zona de confort que ya ha cultivado en París.