El Barça no regala ni las migajas

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

El Barcelona ganará la Liga por aplastamiento, porque no hay equipo mejor y porque no hay ninguna intención de regalar nada, de irse a casa pensando que podían haber hecho más. Ayer, bajo lluvia y viento, volvieron a hacer lo que mejor saben hacer. Y lo hicieron con el redoble de tambor que significa remontar un 2-0. El más difícil todavía.

Anoeta es un campo en el que el Barça no se siente cómodo. Será quizás porque se distrae con la pista de atletismo. Será por lo que sea, pero no se le da bien.La primera mitad fue una prueba de ello. El OrBarça llegó poco y mal, sumido en el juego que el equipo de Eusebio proponía, con una presión alta que cortaba cualquier posibilidad de fluidez.Messi, aunque suene a broma, no se sentía cómodo.Y su rival sí. 

La posesión, o eso parecía, era del Barça, pero la realidad era que quien controlaba el partido era el equipo de Eusebio. Anoeta no es un campo en el que los blaugrana se sientan como en casa, eso es evidente, pero es que tampoco ni si quiera se sienten invitados. Odriozola recibió un balón en la banda derecha y centró para que Willian José rematara, picado, al fondo de la red. Pese al frío y la lluvia traicionera, los donostiarras lo celebraron sabiendo que medio trabajo estaba hecho.

El partido estaba donde la Real Sociedad quería, ahí mismo, consciente de que la distancia entre el primero y el segundo de la tabla permitía que el primero se relajase. No fue exactamente eso, pero llegó el segundo. Juanmi controló y marcó tras rebotar en la defensa. Ter Stegen observaba alucinado lo que estaba pasando, pero es que Anoeta es así. Paulinho, el que siempre llega y parece que no hace nada, remató un balón de Suárez para poner el 2-1 con el que se llegó al descanso. Había partido, aunque no lo pareciera.

Tanto partido había que los de Ernesto Valverde decidieron que, pese a la ventaja que llevan en la Liga, enorme, no había motivo para bajar el pistón. Tras el descanso, y pese al frío y la intensa lluvia, que puede parecer que favorece a los equipos de norte, fue todo lo contrario. Los blaugrana se pusieron el abrigo, la bufanda, el gorro y el impermeable. Todo junto. Y dijeron: "Nos importa un comino el entorno, nosotros somos el Barça". Y así fue. 

Suárez, ese animal, empató con un golazo de rosca, luego dio la vuelta al marcador tras balón recuperado de cabeza de Vermaelen. Y luego fue Messi el que, de falta directa, hizo el cuarto. ¡Cuánta gloria! Valverde, a base de lógica, pragmatismo e inteligencia, ha convertido al Barça en una máquina de matar.