Barça: las victorias hay que buscarlas a través del juego

El FC Barcelona es el noveno clasificado con un cuarto de Liga jugado. En nueve partidos disputados apenas 15 goles a favor y 10 en contra. Alerta

Sin plan, no hay resultados

Koeman observa a su Barça durante el Clásico

Ronald Koeman observa el partido durante el Clásico Barça-Real Madrid de La Liga 2020-21 / EFE

Xavi Torres

Xavi Torres

El barcelonismo vive hoy en un curioso debate con paradójicas conclusiones. Los históricos seguidores resultadistas, aquellos que siempre han observado con recelo el cruyffismo y sus derivadas –Guardiola, incluido–, hoy apoyan a Ronald Koeman a pesar de que el equipo sobrevive en una discreta novena posición

Sin embargo, los seguidores del método –el gran tesoro del FC Barcelona–, aquellos que tradicionalmente no se cortarían una mano a cambio de un buen resultado, ven con pesimismo el proyecto de Koeman, incapaz de hacer crecer futbolísticamente la talentosa juventud que últimamente ha asomado su cabeza por el Camp Nou. Volveremos sobre esto...

Sin nueve no hay gol

“El Barça no tiene un nueve matador y lo está pagando”, se quejan los seguidores amantes del resultado. “Es imposible golear si se crean tan pocas oportunidades”, replican aquellos que buscan el éxito a través del juego. ¿Cuál es la realidad? Seguramente los dos tienen su parte de razón porque Dembélé rinde mejor como delantero que Dest, Fati que Demir y Agüero que Luuk de Jong, pero la solución es solo una: el entrenador debe sacar rendimiento de la plantilla que tiene y, por supuesto, la del Barça es mucho mejor que las de la Real Sociedad, Osasuna, Athletic, Betis y Rayo Vallecano –equipos todos con más puntos que el Barça– y no muy inferior a las del Real Madrid, Atlético o Sevilla.

Koeman ha apelado en los últimos tiempos a la precaria situación del equipo en cuanto a lesiones para justificar el mantenido mal momento del equipo. Como no estaban Dembélé, Fati y Agüero, no había vida en ataque. Regresaron Ansu y el ‘Kun’ pero poco cambió. Y pronto volverá Ousmane. Veremos, aunque la experiencia de sus cuatro años de azulgrana no invita al optimismo.

Si me permiten, da la sensación que el problema del Barcelona no obedece a aportaciones individuales. Hoy, la sofisticación del trabajo de los cuerpos técnicos del fútbol moderno permite a los jugadores tener toda la información sobre el rival. Por eso, del Barça actual, se espera mucho más que esos 15 goles en nueve partidos. Hay quien puede seguir buscando excusas pero seguramente esto no le hace ningún bien al equipo. 

Atacar con plan

Aunque hay entrenadores que siguen confiando en la improvisación e inspiración de sus delanteros, en un club como el Barcelona se espera una idea para tratar de superar las habituales defensas cerradas de sus rivales. Hay técnicos que preparan planes sencillos, como por ejemplo el madridista Carlo Ancelotti, simplemente limpiando la zona para que Vinicius busque unos contra unos, o salidas a la contra aprovechando la velocidad del extremo brasileño en cuanto el equipo recupera el balón. El domingo, en el Camp Nou, Courtois lanzó el ataque usando esta fórmula hasta en seis ocasiones.

Pero también hay entrenadores que preparan el ataque con muchos más elementos. Thomas Tuchel, en el Chelsea, tiene plan. Como Jürgen Klopp, en el Liverpool o Julian Nagelsmann, en el Bayern. Pero también Andoni Iraola, en el Rayo o José Bordalás, en el Valencia. Y tantos otros. Y cada uno usa lo que tiene para lograr sus objetivos. 

A pesar de que el presidente Laporta se acordó no hace mucho de la escuela alemana, si piensas en el modelo del Barcelona a uno le viene a la mente Pep Guardiola y su Manchester City. Es cierto que el técnico catalán tiene más mimbres pero también que juega sin un ‘9’ definido contra equipos con el bloque defensivo muy bajo y que marca muchos goles. No se trata de comparar resultados pero sí de observar los mecanismos que utiliza para obtenerlos.

El plan A

Está dando poco resultado. Con el 4-3-3 de los últimos partidos, la amplitud del equipo no genera superioridades por fuera. Como apenas hay desmarques de ruptura por dentro ni hábito en el juego entre líneas tampoco se generan espacios para los jugadores de segunda línea y como la circulación del balón es muy lenta, la defensa rival sobrevive simplemente con orden. Atacar sin espacios requiere mucho trabajo en la pizarra y también, en el terreno de juego. Mucho no, ¡muchísimo! La inercia de la formación cruyffista en tiempos de Guardiola ya no existe. La flor hay que regarla o se marchita, y no hace falta decir en qué estado está ahora mismo.

El plan B

Es evidente que Koeman no domina la idea y tampoco se siente cómodo con este dibujo: por eso trata de cambiarlo en cuanto puede. Últimamente en el descanso, introduciendo la figura de Coutinho y abrazando el 4-2-3-1, con el brasileño de mediapunta por el centro. La sensación es que cada vez que el técnico ha modificado el plan A, el equipo ha ido a menos. ¿Y los datos? Terribles. 

En ninguno de los seis partidos en los que Koeman ha intervenido con esta fórmula ni el brasileño Coutinho ni el equipo han conseguido cambiar la dinámica del marcador. Si ganaban –contra Valencia y Dinamo de Kiev–, los azulgranas han acabado ganando; si empataban –contra el Cádiz–, empate final; y si perdían –Bayern Múnich, Benfica y Real Madrid–, derrota al final del partido. Movimiento siempre intrascendente. ¿Por qué se insiste en la idea? ¿Se pueden encontrar matices diferentes y evolucionar en las soluciones, tal vez, con otros futbolistas? 

El plan C

De repente, aparecieron contra el Granada Piqué, Luuk de Jong y Araujo para rematar. El uruguayo, in extremis, empató el partido. Desde entonces y con combinaciones diferentes, el plan C se ha hecho protagonista cada vez que el marcador no ha acompañado. Sin embargo, el resultado ha seguido sin acompañar. El plan C también hay que prepararlo concienzudamente. ¿Cuántos centros al área llegan desde la línea de fondo? Pocos, muy pocos, y en algunos partidos, ninguno, y los centros frontales son un caramelo para las defensas.

Atacar sin orden, penaliza

Como consecuencia de estos ataques desordenados, además de no marcar con facilidad, el Barça sufre en defensa porque vive desequilibrado e incapaz de detener las transiciones del rival. El partido contra el Real Madrid volvió a evidenciar los problemas: en sus dos goles, el equipo madrileño llegó al área azulgrana con superioridad de efectivos.

La cuestión es sencilla. Si atacas ordenado, con un plan –¡el que sea!–, cuando pierdes el balón el equipo está ocupando racionalmente el espacio así que puede iniciar la presión con esfuerzos mínimos, con carreras de apenas seis-siete metros. 

Si además se hace de manera coordinada, con las vigilancias ofensivas ajustadas –los defensas sobre los delanteros rivales– y con los jugadores más alejados ejecutando las coberturas justas, la recuperación del balón es inmediata. Y ya sabemos que suele ser más efectivo un ataque post-pérdida –con la defensa contraria saliendo– que uno, en estático.

Volvamos al principio. Resuena todavía la pregunta del expresidente Joan Gaspart en sus tiempos de oscuridad: “¿qué preferís, ganar la Copa de Europa con once extranjeros o perderla, con once de casa?

Repasen la historia. Desde hace tiempo, la pregunta ha virado hacia un ¿qué preferís, ganar de cualquier manera o perder usando el método? Sigan repasando la historia. Las victorias hay que buscarlas a través del juego. Sin plan no hay resultados.