El Barça se desconfina en Son Moix

Así fue el partido de Braithwaite ante el Mallorca

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Qué mal le sienta al fútbol el silencio en las gradas. Qué espectáculo más extraño se ha quedado sin la fiebre de los aficionados. La nueva normalidad, este fútbol distópico, incluye celebraciones apáticas, mascarillas institucionalizadas e intentos fallidos de las televisiones de falsear el ambiente con mosaicos y sonidos más propios de un videojuego que de este deporte.

El fútbol, al menos aquel que conocíamos, sigue confinado, pero no el Barça que ganó en Son Moix con solvencia de líder.

Si algo reivindicará el nuevo fútbol es paradójicamente al aficionado. El gran olvidado en los últimos tiempos entre intereses televisivos y precios prohibitivos.

Así queda claro viendo la reanudación de LaLiga. También en Son Moix, donde volvió el Barça, ganó con soltura y sorprendió con una intensidad poco frecuente antes del confinamiento.

La actuación del equipo, sobre todo en la primera parte, deja entrever que el grupo necesitaba un reset en una temporada incómoda, con cambios en el banquillo, y mucho ruido institucional.

Ganó el líder, pero fueron muy pocos los que pudieron disfrutar en el estadio de los mejores minutos del Barça y de la vuelta de Messi, que claro marcó, para cerrar un 0-4 convincente. También los jugadores se fueron contagiando de esa sensación de extrañeza, de pátina de amistoso, mientras el encuentro iba cayendo en intensidad, cada vez más pesado mientras apretaba el calor.

Impacto Braithwaite

Tan extraño es este fútbol que Braithwaite apenas celebró su primer gol con la camiseta del Barça. El danés marcó un tanto clásico de ariete, con un toque en el área, preciso, rápido, quirúrgico. Pero no le cambio la cara. Serio, concentrado, metido como en los tiempos de Larsson, cuando el sueco exhibía contención nórdica.

También volvió Suárez pero Braithwaite fue titular, señal de que el danés iba en serio cuando decía que estaba convencido de que haría carrera en el Barça. De momento su motivación, su determinación y su inteligencia están marcando diferencias en este Barça.

Antes del gol del ariete, también marcó Arturo Vidal. De nuevo el chileno, uno de esos tipos que siempre termina jugando porque se lo ponen muy difícil al entrenador. Esta vez con un gol marca de la casa. De nuevo al primer toque.   

Enfrente, solo Take lideraba los impulsos de un Mallorca, irregular, frío, sin el calor de los suyos. Superado por la superioridad técnica de un Barça al que le sentará bien que ningún equipo esté en su pico físico. Porque en la batalla técnica siempre tuvo las de ganar.

Sabía el Barça que los cinco cambios dan aire a los rivales. Que la estrategia habitual de desgaste, y de liquidar los partidos a última hora, entraba en riesgo. Y por eso fue a por el partido desde el principio

Le funcionó ante un rival sin respuestas, que apenas ofreció resistencia, y que se dio por vencido tras el tercer gol del Barça, obra de Alba. Goleó el Barça. Y sonríe el líder. También la afición azulgrana, aliviada viendo que el equipo está enchufado, listo para competir. Incluso en estas condiciones desangeladas, sin público,  que invitan a pensar en el papel de las emociones en el fútbol y la influencia de las gradas en el juego. 

Es un fútbol al que le falta ese punto extra que nace de la comunión con el público. Un juego que parece más chato,menos salvaje, lejos de ese carácter visceral que nace a viva voz en las gradas.