El Barça da una vida extra al Real Madrid

El "Amunt València! Visca el València!" debió resonar en el hotel de concentración del Barça a pocas horas del inicio del encuentro ante el Betis. Seguramente, aunque no estamos capacitados para afirmarlo, debió ser Ferran Torres quien llevó la batuta de la celebración por una derrota madridista tan agradable como inesperada. Los de Ancelotti, incpaz de hacer jugar a su equipo como un equipo, le dijeron al Barça: "Si no fallas, eres campeón".

¿Qué necesitaría el Barcelona para ser campeón de LaLiga antes del clásico?

Flick, que sabe lo que se lleva entre manos, le dijo al de Foios "hazlo tú" dándole la titularidad junto a Robert Lewandowski. El mensaje es claro: no son incompatibles, sino todo lo contrario. El Barça, juegue quien juegue, se hace reconocible desde el primer momento. Con Gavi o con Fermín, con Raphinha o con Ferran. De hecho, entre el valenciano y el andaluz abrieron el marcador.

La partida de ajedrez que jugó con Pellegrini durante el partido fue de época. Dos veteranos frente a frente que no lo dieron todo sobre el tapete. El Barça con su receta habitual; el Betis, con una defensa a media altura y una contra con la que hizo dudar a su rival. Nadie le gana la posesión a los de Flick, pero algunos logran incomodarles incluso con el balón. De ahí que Frenkie y Koundé fallaran pases que provocaron la queja del alemán.

La precisión de Ferran y Gavi

El partido pedía precisión, que fue la que tuvieron Lamine, Ferran y Gavi en una jugada que arrancó con un robo de Koundé. El pase de Ferran y la definición del canterano, un lujo que no se ve ni en el Círculo Ecuestre. El 1-0 ofreció un dominio claro a los blaugrana, pero un córner cedido por Cubarsí acabó en Natan sorprendiendo de cabeza a Szczesny tras ganarle el salto a Araujo. Vuelta a empezar para un Barça al que no le asusta nada.

Lamine, tras un arranque dubitativo, empezó a sentirse cómodo y, antes del descanso, tuvo dos ocasiones consecutivas. La faltó nitidez, la misma que a Lewandowski, cuya primera mitad estuvo marcada por la falta de espacios provocada por la jaula colocada por el Betis alrededor suyo.

La orden de Flick al descanso fue meridiana: había que jugar con mayor velocidad para desordenar al Betis. Lo logró en una jugada colectiva que culminó Koundé en el área con un disparo que Adán detuvo con un paradón. El técnico alemán puso piernas frescas dando descanso a De Jong y a Ferran y metiendo a Èric Garcia y Raphinha. La grada lo celebró.

Seguía apretando el Barça, ganando cada metro con sudor, consciente de que el premio de que la recompensa era enorme. Así lo entendió también Montjuïc, que a veces respondía al ruido de la afición bética apoyando a los blaugrana. La Liga, ganarla, estaba en juego y esa sensación recorría el Estadi y podía incluso sentirse casi como algo físico.

El Betis, cada vez más encerrado en su área, con un plan de partido conservador, muy alejado de la ideología de su entrenador, que esta vez hechó mano de su versión más pragmática. Pasaban los minutos y pasaba muy poco más. Movió ficha Flick, que cambió a Pedri por Fermín López y a Balde por Gerard Martín. Cuando cuesta ganar, a veces hay que pensar en no perder. Sobre todo teniendo en cuenta lo que viene.

Y, pese a ello, el Barça siguió intentándolo hasta el final, generando peligro de la mano de Fermín, pero sin la claridad de otras veces, en parte porque su rival hacía ya mucho tiempo que había aceptado el punto y lo defendió como si el banquillo verdiblanco lo ocupara Simeone. Pese a los intentos de Gil Manzano de facilitar el trabajo del Betis, y aunque duela, el Barça es más líder. Un punto más líderes.