De la fe de hierro a la defensa de cristal

Así se aprovechó Correa de la fragilidad defensiva y dejó al Barça sin la final

Correa volvió a aprovecharse de la fragilidad defensiva para certificar la remontada del Atlético / Movistar

Toni Juanmartí

Toni Juanmartí

Hacer pronósticos sobre este Barça se ha convertido en un ejercicio de alto riesgo. La fiabilidad mostrada en los dos primeros años de Valverde -al menos en Liga- se ha esfumado en el presente para dar paso a un equipo capaz de lo mejor y de lo peor en pocos minutos de diferencia. La nula consistencia atrás volvió a triturar en Yeda la gran capacidad de reacción de los azulgranas, una película repetida en los últimos meses. De nada sirve la fe de hierro si a ésta le acompaña un sinfín de despropósitos: errores infantiles, inexistentes vigilancias defensivas, falta de concentración y quizá también de piernas.

Traumatizado por las debacles en Roma y Liverpool, el equipo parece navegar con el piloto automático a la espera de que llegue el tramo decisivo de la temporada. Asumido que ya no hay gasolina para estar a tope durante todo el curso, el vestuario viene ahorrando desgaste -tanto mental como físico- convencido de que podrá utilizar el DRS en el momento de la verdad. Habiendo levantado seis de las últimas 10 Supercopas de España, ni siquiera el nuevo formato resultaba suficiente estímulo. Bastaba con escuchar la diferencia de entusiasmo en los discursos de Simeone y Valverde en la rueda de prensa previa.

Y en esas anda el Barça, en una de cal y otra de arena esperando el regreso de la Champions. ¿O es que alguien cree de verdad que lo de Anfield está olvidado? La obsesión por la 'orejona' y el estómago lleno a nivel doméstico, además de una clara involución futbolística, explican las múltiples desconexiones culés. En Pamplona volaron dos puntos tras remontar, al igual que en San Sebastián y Cornellà. En el Ciutat de Valencia todavía fue peor, pues el equipo se 'quedó' en los vestuarios tras marcharse al descanso con 0-1 -acabó perdiendo 3-1-. En otras plazas, como Granada o Leganés, el campeón destiló pereza total para bajar al barro. Y aún así, la pegada le bastó para vencer en Butarque. Esa es la gran trampa del Barça: incluso a medio gas se ve en lo más alto de la tabla. La clasificación limita, y de qué manera, una autocrítica necesaria más allá de la zona mixta.

La mejora debe ser general pero especialmente en el apartado defensivo. Y no solo sin balón, sino también con él. En las últimas semanas el Barça ha olvidado que cuando se tiene el cuero también hay que estar 'defendiendo'. Pep Guardiola se hartó a repetir que "como más ordenado atacas, mejor defiendes". Dicho en otras palabras, el equipo gestiona las posesiones de una forma despreocupada, sin pensar que en cualquier momento puede llegar una pérdida, sin estar preparado ni bien colocado para asumir un hipotético contragolpe del rival. Años atrás, con Xavi e Iniesta, el Barça era amo y señor de los partidos, pero ahora el escenario es diferente y las vigilancias defensivas mucho más necesarias.

El equipo ha encajado 23 goles en 19 jornadas de Liga, el peor registro de la era Valverde. Con el duelo ante el Nápoles todavía lejos, los azulgranas están a tiempo de frenar la hemorragia de goles en contra para aspirar a la Champions. De lo contrario, ni siquiera la magia de Messi y la voracidad de Luis Suárez bastarán para plantar cara a los Liverpool, Juventus, PSG y compañía. Además, la ley no escrita que relaciona de forma inversamente proporcional los estados de ánimo de Barça y Real Madrid también castiga a los culés. Zidane ha encontrado un plan y los blancos se han convertido en un bloque sólido y resolutivo. Este Madrid va hacia alguna parte. El Barça camina, quién sabe dónde.

En este escenario, la Copa del Rey parece más un estorbo que otra cosa. Todo indica que el 'Txingurri' dará protagonismo a los menos habituales en el torneo del KO, algo que se le viene exigiendo desde su llegada a Barcelona. Es cierto, eso sí, que el nuevo formato a partido único hasta 'semis' aligera algo el calendario. La Champions no regresa hasta dentro de un mes y medio pero la fiabilidad defensiva no es un interruptor que pueda activarse de la noche a la mañana, por lo que el Barça debe tratar todos y cada uno de sus compromisos hasta entonces como una final. Solo así puede soñar la plantilla con llegar a la hora de la verdad con unos niveles de solidez, concentración y regularidad competitivos.