FC BARCELONA

El Barça se congela en Montjuïc

Los de Flick, en un ambiente gélido, perdieron su segundo partido consecutivo en casa

Resumen, goles y highlights del FC Barcelona 0-1 CD Leganés de la jornada 17 de LaLiga EA Sports

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Montjuïc recibió frío, friísimo y gélido al Barça... pero con charanga. Lo nunca visto y, a Dios rogamos, que nunca más sea visto. Fue así como empezó el partido y fue así como acabó, con la sensación de haber asistido a un esperpento en la grada que tuvo continuidad sobre el césped. No porque el Barça no lo diera todo, incluso más que en Dortmund y muchísimo más que lo visto en la Liga últimamente, pero no bastó. El Leganés se fue con los tres puntos gracias a un cabezazo. Poco más que eso porque al Barça se le hizo de noche buscando el gol mientras luchaba contra todo.

Fue Marcus Sorg quien ejerció de primero en la banda, pero el plan lo traza todo el equipo técnico y, conscientes de que es fácil confundirse tras ganar en Dortmund, había que salir con prácticamente todo, que ya habrá tiempo de desconectar con los turrones. El ambiente en Motjuïc, frío a nivel de temperatura y animación sin los cuatro grupos que forman la Grada, pedía chicha sobre el césped. La gradería era hielo ártico, frío hasta la congelación, un teatro de turistas, colegas, algunos socios abonados (grandes rebeldes ellos) y once o doce tíos vestidos de azul a modo de charanga tocando sus instrumentos. En fin... ¡Que empiece el partido!

Nada más arrancar, Iñaki Peña, en otro uno contra uno marca de la casa, evitó el gol, pero no que el córner posterior acabara en ídem tras un cabezazo de Sergio González. Los de la charanga intentaron animar a la gente de forma ridícula mientras un grupo empezó a cantar "Barça, sí; Laporta, no". Todo extraño, casi surrealista, una broma macabra llegada del más allá.

Lewandowski ante el Leganés en Montjuïc

Lewandowski ante el Leganés en Montjuïc / Javi Ferrándiz

Los jugadores, mientras, se echaron la manta a la cabeza y se pusieron en marcha. Raphinha, Lewandowski, Olmo, Pedri, Lamine... Todos apretaban. Paciencia, criterio, movilidad... La primera la tuvo el polaco tras una jugada del brasileño, pero Dimitrovic rechazó el remate franco del '9'. Mientras, el Leganés paraba el reloj a cada oportunidad, ya fuera con faltas o pérdidas de tiempo constantes. El fútbol hoy es esto.

Un arbitraje malo de solemnidad

Quintero González, un árbitro novato y malo de solemnidad, se lo permitía todo a los pepineros, felices campando sobre un escenario idílico. Cada servicio de puerta era un par de minutos menos. "Ya correrán", pensaba el Barça, que tuvo el empate con un remate de Raphinha que Dimitrovic desvió a la madera. Luego lo intentó Olmo. Y Lewandowski, que también topó con el meta serbio. Una y otra vez y hasta el infinito. El terreno de juego se inclinó hacia la portería pepinera, pero sin que la avalancha blaugrana alcanzase su objetivo. En el descuento Olmo remató mal un balón claro. El asedio era constante, pero no había manera.

Eric Garcia ante el Leganés

Eric Garcia ante el Leganés / EFE

Sin cambios arrancó la segunda mitad, tampoco entre los miembros de la charanga. El Barça salió a decir basta, a cambiar la tendencia en Liga, preocupante en cuanto a números, ante el Leganés, sin embargo, no en cuanto a juego. En solo cinco minutos merecían ya el empate. Mientras, Quintero se pasaba por el forro el reglamento dando carta blanca al Leganés. Derribaron a Raphinha y a Koundé en el área, pero lo del "penalti pal Real Madrid" no sirve en Barcelona. Sorg hizo entrar a Fermín y Ferran por Olmo y Lewandowski. Y luego a Cubarsí y a Gavi por Èric y Lamine. Pasaban los minutos y todo seguía igual.

Lo que en otras épocas era tocado y hundido, ahora era agua. Koundé, tras un jugadón entre Raphinha y Ferran, cruzó demasiado. Montjuïc se echó las manos a la cabeza y solo quedaban diez minutos. Entró Pau Víctor a la desesperada. El Leganés se hundió arropando a Dimitrovic y con eso tuvo suficiente. Rapinha lo probó en el último instante de falta directa. Nada. Ganar la Liga pide algo más.