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HISTORIA SPORT

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Baloncesto

El Palau Blaugrana sigue batiendo récords... negativos

La peor asistencia (de largo) de la quinta jornada de la Liga Endesa se registró el domingo en el Barça - UCAM Murcia

El Barça perdió ante poco más de 4.000 espectadores

El Barça perdió ante poco más de 4.000 espectadores / FCB

David Rubio

David Rubio

El proceso de autodestrucción de la sección de baloncesto del Barça sigue adelante entre el pasotismo de la entidad y el abandono de la afición, que cada vez se dan cita en menor número en un Palau Blaugrana que debería ser sustituido en 2027, según un proyecto que anunció el directivo Josep Cubells... y que ni se está ejecutando.

Uno recuerda épocas pretéritas, con pañoladas unánimes contra uno de los mejores entrenadores de la historia de la entidad como Aíto García Reneses. O contra el palco... ¡Una hichada activa e inconformista! Ahora el barcelonismo está tan cansado de recortes y de derrotas que sencillamente ha empezado a dar la espalda al equipo.

El Palau se ha vaciado exponencialmente desde la pandemia. Aquellas semanas de confinamiento dieron paso a largos meses de partidos a puerta cerrada y parte de la afición se acomodó... pero Barcelona no es diferente a Madrid, a Málaga... o a Badalona, que el domingo casi duplicó la asistencia en comparación al Barça - UCAM Murcia.

En la Euroliga se superan a duras penas los 5.000 espectadores, pero en Liga Endesa la voz de alarma llegó en el primer partido como locales del curso. La asistencia en la derrota frente al Hiopos Lleida (86-91) fue de 4.616 personas, y eso que al menos un millar eran aficionados del equipo que dirige a las mil maravillas Gerard Encuentra.

En el Barça - UCAM Murcia hubo más de 3.000 sillas vacías

En el Barça - UCAM Murcia hubo más de 3.000 sillas vacías / EFE

Esa nutrida afición visitante permitió superar los 4.365 que siguieron en Fontajau el Bàsquet Girona - UCAM Murcia (71-93) y los 4.360 que vieron en el Nou Congost la victoria del BAXI Manresa ante el Coviran Granada (83-68). Por detrás, siempre el Pavelló Toni Martí andorrano con 2.800 en el MoraBanc Andorra - La Laguna Tenerife (64-96).

Sin embargo, en la pasada jornada se tocó fondo. Algunos argumentarán que el partido frente al UCAM Murcia empezó a las cinco de la tarde y que media hora antes el Barça de Hansi Flick se medía en el Lluís Companys al Elche (3-1). La asistencia en Montjuïc fue de 44.370 espectadores (¿cuántos turistas o rivales?), a más de 5.000 del lleno y a 60.000 de un lleno en el antiguo Camp Nou.

El caso es que el Palau registró la peor entrada de las nueve pistas en la quinta jornada de la Liga Endesa con tan solo 4.291 espectadores, por debajo de los 4.750 que siguieron el BAXI Manresa - Surne Bilbao Basket en el Nou Congost y de los 5.265 que se dieron cita en el Pazo dos Deportes de Lugo en el Río Breogán - Coviran Granada.

El Roig Arena de Valencia, completamente lleno

El Roig Arena de Valencia, completamente lleno / VALENCIA BASKET

¿De verdad que tan solo interesaba el partido a 4.291 personas? ¿No hay una manera de promocionar la asistencia? Pues miren, al otro lado de la línea violeta del metro, el Palau Olímpic de Badalona alcanzó los 8.124 espectadores en el Joventut - Hiopos Lleida (82-68), bastantes centenares de ellos visitantes.

Por delante de todos, el club con el proyecto más serio y ambicioso, el Valencia Basket con 11.501 en el flamante Roig Arena ante el San Pablo Burgos (100-82). Le siguieron el Martín Carpena con 9.214 en el Unicaja - Bàsquet Girona (95-71), el Buesa Arena con 8.273 en el Baskonia - La Laguna Tenerife (89-79), el Príncipe Felipe con 7.588 en el Casademont Zaragoza - Real Madrid (83-95) y el Gran Canaria - Andorra con 6.137 (102-85).

El problema está encima de la meda y habrá que ver si hay verdadera disposición para acometerlo. Aún hay excusas. Que si el fútbol, que si las obras del Camp Nou, que si el parking. Entretanto, el club lo intenta con 'packs' de entradas, pero los resultados son escasos. Es verdad que el equipo ofrece demasiadas dudas, pero... ¿apenas 4.000 espectadores? Parece de risa. O peor, para llorar.