Baila Pedri, sonríe Messi

El canario asombró en Valladolid y le cambió la cara a Messi

El cambio de sistema de Koeman le dio estructura y equilibrio al equipo

Messi y Pedri, la mejor sociedad: El gol de Leo vino con asistencia ¡de tacón! del canario

Dídac Peyret

Dídac Peyret

A Messi le gusta utilizar a jugadores como en un buen golpe de billar. Ninguno ahora mismo como Pedri para sus intereses. El canario es un escándalo en ese jueguito de interacciones y paredes que tanto agradece el ‘10’. El fútbol está lleno de misterios. Algunos tan arbitrarios como la química. 

Ocurre igual en el cine. Un director puede imaginarse una pareja de actores, puede fantasear con escenas memorables, pero hasta que no los junta en el set, y grita acción, no sabe si funcionan como en su cabeza.  

Pasa lo mismo con el fútbol. Hay jugadores que lo tienen todo para encajar pero de algún modo se repelen y son redundantes para el equipo. Otros se complementan. Uno hace mejor al otro.

El proceso acostumbra a ser orgánico. No necesitan sumar muchos entrenamientos juntos. Simplemente pasa y todo el mundo tiene su propia teoría. 

Con Messi y Pedri ocurre exactamente eso. Se pudo ver en el José Zorilla. El canario estimula a Messi. O mejor todavía: hace que se lo pase pipa en un campo de fútbol.

Justo lo que necesita este Barça con tantas urgencias en LaLiga. Hay algo asombroso en el juego de Pedri. Sobre todo esa forma de encontrar soluciones sencillas a problemas complicados. 

En su primer control, en esa forma de acomodar el balón y orientar el cuerpo, está la sinopsis de su fútbol. Ahí saca ventajas todo el rato y lo hace con la rapidez de los jugadores especiales. Con la misma clarividencia que Iniesta marcaba diferencias.

También llama la atención su percepción del espacio. En eso es igual que Messi: parece que juegue con retrovisor, sabe donde estará el compañero y anticipa cosas que luego ocurren. 

Ante el Valladolid fue la alegría de un Barça que estuvo cómodo y ordenado. Todo lo contrario que ante el Valencia.

Y mucho tuvo que ver un sistema con tres centrales, dos carrileros y un mediocentro posicional. En un Barça habitualmente frágil, el nuevo sistema le dio estructura defensiva. Nada raro porque asegura juntar al menos seis jugadores en el repliegue defensivo. 

El nuevo dibujo potenció a los centrales jóvenes, que vivieron cómodos y dificultaron la presión del Valladolid. También a un De Jong, que pudo jugar sin cadenas, como a él le gusta, y junto a un Pjanic, que facilitó la circulación de balón.

Marcaron Messi, Lenglet y Braithwaite, que sigue en el once, encantado con esa función de facilitador. De crear espacios con sus desmarques y ser el primero en la presión del Barça. Incluso terminó apareciendo Ter Stegen con esos brazos que parecen de acero. 

Pero la victoria subrayó lo que ya era más que una sospecha: las posibilidades de competir y ganar regularidad pasan por juntar a Messi y Pedri el máximo tiempo posible.

El canario hizo hace poco 18 años pero con estos jugadores solo hay un camino: ponerlos en el campo y dejarlos hacer. Se lo ha ganado todo con su fútbol. El mismo que hace sonreír a Messi. En el José Zorrilla se vio otro Leo. 

Sin la amargura de gran parte de la temporada, disfrutando en un campo de fútbol. Con el argentino siempre fue así: le cambia la cara cuando alguien entiende su fútbol.