Un arquitecto culé para el Granada

Diecisiete años y uno sabático más tarde, Pep Boada ha vuelto. Lo ha hecho para construir el futuro, por lo menos durante tres años, del Granada como director deportivo. En el Barça estuvo dos años como técnico del fútbol base y el resto, como máximo responsable del área de ojeadores.

De hecho, el de Amer es quien profesionalizó la estructura dotándola de organización y recursos, creando una red de ‘scouters’ por zonas que dio muy buenos resultados. En su departamento se empezaron a fraguar fichajes como el de Sergio Busquets, Ansu Fati o Mauro Icardi. También de otros que no llegaron a hacerse como el de Alphonso Davies.

Desembarco catalán

En junio de 2020, tras acabar contrato, finalizó su larga etapa en el Barça y, tras un año sabático, le llamaron de Granada. Dos reuniones fueron suficientes para convencer a los propietarios del club nazarí de su trabajo, por lo que acabó firmando el pasado mes de junio un contrato por tres temporadas. Una de sus primeras decisiones fue firmar a Robert Moreno para el banquillo del primer equipo y mantener a Rubén Torrecilla en el segundo. Boada llegó a tierras andaluzas acompañado de un equipo de su máxima confianza: David Comala (secretario técnico), Pep Mercader (jefe de ojeadores) y Joan Torres (coordinación fútbo base), además de otros colaboradores como Luis Fradua o los observadores Luis Aragón y Julio Algar. En definitiva, una estructura de alto nivel para solidificar el proyecto del Granada en Primera División.

‘Made in La Masia’

Cuando Boada fue presentado dijo que “nos vamos a adaptar a los que es el Granada”, aunque es obvio que su su paso por el Barça va a ser una clara influencia en el conjunto andaluz, sobre todo en lo que a la formación y captación de futbolistas se refiere. Este lunes el Camp Nou recibirá a uno de sus últimos arquitectos deportivos con los brazos abiertos.