Aroma de fin de ciclo

Piqué: "Nadie es imprescindible, me ofrezco para irme y que venga sangre nueva. Hemos tocado fondo"

Al término de la temporada pasada Pique se ofreció a dejar el club: "Nadie es imprescindible, me ofrezco para irme y que venga sangre nueva. Hemos tocado fondo" / MOVISTAR

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Le sobraban motivos para no creer, pero a última hora el barcelonismo se permitió soñar. Después de todo, Messi jugaba a su favor y eso, pasara lo que pasará luego en el césped, justificaba este ataque de imprudencia. Además el fútbol se basa sobre todo en una cosa: en fantasear con la idea de ganar y ser feliz. 

Pero el fútbol, o mejor dicho el Bayern, le dio un desolador baño de realidadUn revés con aroma de fin de ciclo. Ni la burbuja de Lisboa alivió a un Barça atropellado, descosido, desdibujado y, sobre todo, víctima de la evidencia. El Bayern es mejor y hace tiempo que el Barça dejó de ser el mejor equipo del mundo como anunció Arturo Vidal un día antes. 

Hace años que los azulgrana pasean su tristeza por Europa. Esta vez personificada en Ter Stegen contra todo pronóstico. Delante de Neuer, ante un equipo alemán, y en el peor momento, el hombre de hielo se humanizó. Ni rastro del tipo desacomplejado y con nervios de acero, Ter Stegen se hizo pequeño y nadie le ayudó a levantarse. 

La crónica de una muerte anunciada

El barco se hundió en otro naufragio monumental. Ante un Bayern menos imponente que en sus mejores años. Abrumador en ataque, pero frágil atrás. Suficiente para mostrar a Europa la decadencia del Barça.

Un equipo que ha sido esta temporada la crónica de una muerte anunciada. Un equipo con una columna vertebral que ha sido protagonista en todas las decepciones europeas de los últimos tiempos. 

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Los mismos que ayer, a falta de 30 minutos para acabar el encuentro, perdían por 5-2 ante el Bayern. Le faltó ayer amor propio al Barça en una temporada atípica, con cambios en el banquillo, desconcierto institucional y una pandemia mundial en el ambiente. Fue un desenlace rocambolesco a una temporada surrealista. Quedó retratado el Barça y Lisboa asistió a un equipo fúnebre, la fotografía del final de un ciclo.

Lo peor fue la falta de rebeldía del equipo. Se rindió, se dejó ir y se puso en manos de un Bayern que pudo haber hecho todavía más sangre. No hizo falta el Barça jugó con los brazos en jarra y el ánimo por los suelos.  

Empieza otra era

Lo que ocurrirá a partir de ahora es imprevisible. Pero nadie cree ya que Setién esté en el banquillo del Barça la próxima temporada. O que Abidal siga en la dirección deportiva. Y habrá que ver si en el capítulo de salidas hay más nombres ilustres de los previstos. 

Todo esto con unas elecciones fijadas para el próximo verano; un escenario que puede convertir la temporada que viene en algo así como una campaña de transición. Un martirio porque este equipo necesita una sacudida drástica para volver a reinar. 

No se recuerda una noche como la de ayer. Y tardará en olvidarse. La derrota ante el Bayern fue un drama insoportable para el barcelonismo. Ocho goles en contra, dos de ellos de Coutinho, el jugador más caro de su historia.

“El luto es solo una extensión de la autocompasión”, decía Don Draper en ‘Mad Men’. Y ayer el Barça se hundió en sus miserias con un humillante resultado de tenis en contra. 

Once años han pasado entre el 2-8 de ayer y el 2-6 del Bernabéu. Entre un equipo descompuesto y el mejor Barça de la historia. Nadie imaginaba entonces que el fútbol apartaría a esta generación de la élite con tanta crueldad

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