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Entrevista SPORT

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Entrevista SPORT | Arià Paco Escritor

Arià Paco: "Veía el fútbol para ser un chico normal"

El autor de 'Teoria del joc' (Premi Llibres Anagrama de Novel·la) reflexiona para SPORT sobre las emociones que genera el fútbol y sus adhesiones

Arià Paco, en el barrio de Gracia

Arià Paco, en el barrio de Gracia

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Con su tercer libro, ‘Teoria del joc’ (Premi Llibres Anagrama de Novel·la), Arià Paco (32 años, Igualada) aborda las nuevas masculinidades. Hablamos con el escritor catalán del papel del fútbol en la forma de relacionarse de los hombres y de cómo cambió su interés por el Barça.

¿Qué relación tienes con el fútbol?

Yo era un niño gordo muy poco deportista. Incluso el médico les recomendó a mis padres que me apuntaran a fútbol sala como actividad extraescolar y coincidió que realmente me obsesioné mucho. No solo aprender a jugar al fútbol, también seguirlo. En casa no le prestaban mucha atención al Barça, pero yo era un niño de 11 años que se ponía la radio y escuchaba a Puyal. Durante dos o tres años me obsesionó mucho hasta que me di cuenta de que, en el fondo, lo quería era encajar con los hombres y ser un chico normal mucho más que por un interés genuino por el Barça.

¿Te desconectaste del todo?

Desde entonces lo sigo desde otro sitio. En el sentido de que, no sé, a mis amigos les gusta y si voy al bar y ellos también lo ven, pues lo veo, ¿no? Pero lo veo mucho más a través de ellos, o sea: veo que para ellos es muy importante y entiendo que es algo nacional y me importa, pero yo estoy muy muy desconectado.

Viendo lo que les provoca a ellos, ¿no te genera una especie de fomo el no poder experimentar emociones así?

Sí, totalmente. De hecho, muchas veces escucho ese discurso de que, a los que no nos gusta el fútbol, nos sentimos superiores o lo menospreciamos y yo pienso al contrario: envidio eso, pero al final hubo un punto en el que me rendí porque entendí que para mí no era genuino y que no lo podía fingir. Pero lo envidio constantemente, a mí me gustaría porque no es fácil encontrar puntos de comunión entre hombres. Mi novela anterior ‘Covarda, vella, tan salvatge’ iba de eso, de la amistad masculina, de lo difícil que es encontrar cosas en común y la facilidad que el fútbol da para eso, porque los hombres se abrazan, comparten una pasión, etcétera. Es algo que me da mucha envidia, pero no lo puedo fingir. Tengo ese fomo sin duda.

Qué crees que tiene el fútbol para generar esas emociones, para tener esa capacidad... que si lo ves desde lejos, piensas que son solo unos tipos con un balón, pero en cambio tiene tanta carga emocional...

Supongo que tiene la épica de equipo y a la vez, y esto se lo robaré a Manel Vidal, tú lo ves y te puedes imaginar haciéndolo, ¿no? Piensas: ‘Hostia, eso yo podría hacerlo’. Puede no parecerte especialmente difícil. Dices: ‘Hostia, yo también haría ese tiro y también iría ahí y ya está’. Y quizás otros deportes los ves y dices: ‘No sé, eso está muy lejos de mí, ¿sabes?’. En cambio, el fútbol es como que ya lo has jugado en la escuela, tú también has hecho algún gol. Es muy fácil proyectarte en esa épica y al final, el mecanismo que hace que la gente siempre se implique más es la identificación. Quizás el fútbol es especialmente fácil para la identificación, pero eso es una hipótesis a bote pronto. 

El fútbol es identificación; todos hemos marcado un gol y hemos pensado que podíamos hacerlo

Antes hablabas de esa masculinidad y de cómo los hombres encuentran en la celebración de un gol un espacio más natural para expresar sentimientos que compartiendo una cerveza, ¿sigue pasando en tu generación?

Creo que conviven muchas masculinidades diferentes y sí, te sé ubicar incluso a amigos míos que sí pienso que solo los veré llorar o emocionarse por el Barça y que después, su manera de decirme que me echan de menos es escribiéndome, ‘eres un español’ [sonríe] solo porque hace tres días que no me ven. A esos hombres los veo. Pero también veo a otros, ¿eh? Hombres que, no sé, tienen un poco más de facilidad. Creo que llega un punto que pienso que tiene más que ver con personalidades que con códigos de género.

¿Qué momento recuerdas más épico vinculado al Barça?

La primera Champions con Guardiola en una sala de Igualada cuando era adolescente. Y eso, en aquel momento sí, era muy emocionante para mí, eh. Pero quizás el jugador que más he querido es Ronaldinho porque hacía cosas muy vistosas.

Una señal clara para saber que estamos ante un Barça histórico es cuando aparecen los aficionados esporádicos en un ejercicio claro de oportunismo, ¿lo has notado con este Barça de Flick?

He tenido curiosidad claro, solo porque todo el mundo dice: '¡Ostras! está pasando, estamos haciendo un fútbol muy divertido'. Pero he escuchado tanto el discurso de ‘es un falso el que solo quiere ver al Barça cuando gana’ que me siento culpable por querer ver al Barça, entonces disimulo, ¿sabes? Tipo: no quiero ser el hipócrita que solo lo ve este año cuando hace 10 años que no lo veía. Entonces por eso, pero yo en el fondo este año me generaba como un cierto interés genuino, pero no me daré nunca la legitimidad para, no sé, hacer un tuit del Barça o hacer una story que se vea que lo estoy viendo. Porque me da como vergüenza, digo: es verdad, no le he prestado atención al Barça durante muchos años, así que ahora me toca callar. Es como interiorizar cierto enfado y es algo que tiene que ver con la culpa, como cosas de la novela de ser neurótico. 

¿Te preocupa no poder participar de la conversación?

No, no. Simplemente me interesaba ver qué está ocurriendo o por qué se habla tanto. Además, el hecho de que sean chicos tan jóvenes, catalanes, que se estén hablando en catalán en el vestuario, no sé, todo eso me hace ilusión, o sea, yo de nacionalista no he dejado de ser, digamos, quizás de futbolero menos, entonces pienso: 'hostia, qué bien, eso está muy bien que esté pasando'. Me genera bastante curiosidad.