El 'redebut' de Alves: valentía contagiosa, liderazgo y una declaración de intenciones

Lo que para la mayoría era un ‘marrón’, para él era el inicio del reto “más importante” de su vida. Así es Dani Alves, un futbolista extremadamente competitivo capaz de convertir el inoportuno homenaje –por las circunstancias que lo rodeaban– a Diego Armando Maradona en una declaración de intenciones. Si no existiera, habría que inventarlo. A sus 38 años, no solo se siente capacitado para ser una pieza importante en el proceso de reconstrucción del Barça, sino que lo está. En el Mrsool Park de Riad, que no se cansó de ovacionarlo en todas sus intervenciones, el carismático jugador evidenció que será un recurso de garantías para Xavi Hernández a partir del próximo mes de enero. Y no solo por su aportación sobre el verde.

Pocas personas dibujarían una sonrisa en su rostro y bromearían incansablemente después de siete horas de vuelo (con todas las facilidades y comodidades del mundo, todo hay que decirlo) y dos horas de retenciones para desplazarse del aeropuerto de la capital de Arabia Saudita al entrenamiento previo a un partido amistoso que encontraba su razón de ser, más allá del recuerdo a una leyenda, en los motivos económicos. Pero ahí estaba Alves el pasado lunes, atendiendo a los periodistas y entonando el ‘cumpleaños feliz’ en una rueda de prensa anárquica, sin sentido, turbia en algunos momentos, en la que el departamento de comunicación del Barça hizo lo que pudo para intentar establecer el orden en un país excesivamente ilusionado, pero nada acostumbrado a organizar este tipo de eventos.

Ejemplo de liderazgo

Su jovialidad contagiosa, sin embargo, no es lo que el conjunto blaugrana más agradecerá cuando pueda contar con él. Su valentía aún será más interesante. Dani es plenamente consciente de que el equipo está necesitado de liderazgo deportivo (y anímico) y está dispuesto a asumir esa responsabilidad. En los 90 minutos que disputó como si no llevara meses sin competir contra Boca Juniors no pudo dejarlo más claro. Fue, junto con Riqui Puig, uno de los mejores futbolistas culés del compromiso. Empezó de lateral derecho y acabó en posiciones interiores del centro del campo. Y con el brazalete de capitán en su brazo. Corrió y disfrutó como un niño, como si fuera uno más de los jóvenes que tuvieron la oportunidad de defender la camiseta del primer equipo (a los que, por cierto, no dejó de aconsejar).

Antes del inicio de la segunda mitad, Alves reunió a sus compañeros, organizó un coro y les encargó un ejercicio para activarse físicamente. Se comportó, una vez más, como el líder que quiere ser en su segunda etapa en el Camp Nou. Xavi no pudo estar más satisfecho con un jugador “que nos aportará mucho en defensa” y “que marcará diferencias en el último pase”.