Alerta roja en Europa

Salir victorioso de un templo europeo seguirá siendo una asignatura pendiente para este Barça. La derrota en el Giuseppe Meazza es un duro golpe, pero no definitivo y hay equipo y carácter para lograr la clasificación. Eso sí, las cosas claras, ya no queda margen de error.

Todas las buenas prestaciones que ofrecen el cuadro azulgrana en la Liga, donde el pasado fin de semana se aupó en el liderato 90 jornadas después, se difuminan en Europa. El dato es revelador: el Barça ha recibido un gol en el campeonato doméstico en siete partidos, Ter Stegen ha logrado mantener la puerta a cero en seis ocasiones, y por el contrario, en la Champions, ni una sola vez con la portería a cero y cuatro goles encajados en tres encuentros. El de Çalhanoglu anoche fue especialmente doloroso, pues los de Xavi no merecieron perder. Sin jugar un gran partido, fueron de menos a más y mostraron carácter. Faltó el gol, como en Múnich.

No fue justo, pero el Barça cayó y está obligado a vencer el próximo miércoles en el Camp Nou a un Inter que todavía será más defensivo y especulador. Y si puede ser, ganar por más de un gol. Porque, a partir de ahora, cada detalle, como el goal-average, será definitivo.    

Una mano al cuello

No se trata de buscar culpables ajenos y es necesaria la autocrítica tras complicarse la vida, pero los años anteriores de naufragios europeos han conllevado también que el estamento arbitral le haya perdido el respeto a este equipo. El diferente criterio de Slavko Vincinc con las manos es indignante. Lo que en una área impide dar validez a un gol, en la otra no es penalti. Xavi y sus jugadores saben que en este difícil trayecto también deben recuperar la imagen del Barça, acorde con la grandeza de este club.

Nadie dijo que iba a ser fácil. El Barça se tambalea en Europa, pero hay motivos para la esperanza. El equipo supo reaccionar y rectificar una mala primera mitad, volver al sistema original y acorralar al rival sin obtener un premio, al menos el del empate, que habría sido lo más justo. La alarma roja está encendida y ahora, toca apagarla.