Albert Puig: "Hay que apostar por los jóvenes"

Albert Puig analiza el Barça desde su retiro vacacional en Cambrils

Albert Puig analiza el Barça desde su retiro vacacional en Cambrils / Marc Casanovas

Josep Capdevila

Josep Capdevila

Después de estar 11 años en el FC Barcelona, primero como entrenador de equipos y después como coordinador del fútbol base, Albert Puig vive ahora la aventura americana. Comparte el cargo de asesor externo de la cantera del Córdoba con el de director técnico de los equipos del sub’12 al sub’18 del De Anza Force Soccer Club, ubicado en el famoso Silicon Valley en Estados Unidos. Lleva medio año ya allí, pero ha aprovechado las vacaciones de Navidad para pasar unos días en su Cambrils natal. Y allí ha mantenido una larga conversación con SPORT

¿Qué tal va la experiencia por Estados Unidos?

Entrenar en el Barça fue siempre mi sueño, pero a partir de ahí Estados Unidos siempre me llamó la atención. A nivel familiar estamos encantados y a nivel deportivo hay mucho trabajo por delante. Pero ese es uno de los atractivos que tiene. A mi, la verdad, me atraen más las cosas en sus inicios. Y Estados Unidos es uno de los lugares en el mundo con un potencial mayor

¿Qué es lo que más le ha sorprendido hasta el momento?

Es un mundo muy cerrado, muy estructurado todo. Hay dos cosas que en especial me han sorprendido. En negativo, el bajo nivel futbolístico que tienen y en positivo la capacidad para aprender que tienen, que es algo impresionante. Nada más llegar jugamos un torneo con tres equipos de nuestro club. El sub’12 ganó pero los sub’13 y sub’14 lo perdieron todo. Pero la suerte es que son chicos muy inteligentes, muchos de ellos hijos de ingenieros muy importantes en Silicon Valley. Y son muy disciplinados y a la vez se esfuerzan mucho. A partir de ahí, unos cuantos conceptos tácticos, de organización, potenciar su creatividad, etc y en cuatro o cinco meses los equipos sub’12, sub’13 y sub’14 ya están entre los cinco primeros de Estados Unidos. Por eso creo que el futbolista norteamericano tiene un potencial muy alto, aunque no será fácil por toda la normativa y leyes que rigen ese deporte allí.

Desde lejos parece que en un lugar como Silicon Valley solo debe interesar la tecnología. ¿Cómo llevan su relación con el deporte?

Lo llevan muy bien. En esos países tienen muchas horas libres por la tarde. Pero el tema es que allí la prioridad es la Universidad. Y si el niño puede acceder a ella a través del deporte, gracias a una beca, ello les supone un gran ahorro económico. Piensa que allí un año de carrera puede costar unos 60 o 70 mil euros. Es decir, que aquel niño gracias al fútbol les puede ahorrar a sus padres unos 300.000 euros.

¿Y el sueño de esos niños es la MLS?

El tema de la MLS es muy curioso. Es una gran operación de marketing. El nivel de esa competición es muy bajo, vendría a ser como un tercera división aquí. Es una lástima porque no potencian al joven norteamericano. Allí solo interesa el tema comercial y ganar dinero. Los sueldos de la gran mayoría de jugadores son bajísimos. Gana más un camarero que un futbolista de la MLS. Todo se enfoca a dos o tres estrellas que les potencian el marketing. Deben apostar más por los valores jóvenes que tienen allí.

¿Y sigue siendo un deporte más de chicas que de chicos o está cambiando?

Eso está cambiando. Ahora los niños allí ya quieren jugar a fútbol. Socialmente jugar a fútbol está muy bien visto y como te he dicho antes, los chicos buscan la beca para poder entrar en la Universidad

Usted sigue también como asesor externo de la cantera del Córdoba. ¿Y parece que no va nada mal, no?

El presidente del Córdoba me ofreció un proyecto para llevar la cantera. Le dije que no podía porque me iba, pero me pidió que lo cogiera y pusiese allí a personas de mi confianza. Y en año y medio el salto nos ha sorprendido a todos. Puse allí a Àlex Gómez, que había sido entrenador en el Barça y ha hecho un gran trabajo. El presidente apostó decididamente por el proyecto de un club de cantera y hoy en día Córdoba es un referente en el fútbol base andaluz, a la altura de grandes clubes como el Sevilla o el Málaga, algo que hace año y medio era impensable. Ahora el mando en la presidencia será para Alejandro González, que no tengo ninguna duda que tiene las ideas muy claras y será un gran presidente.

Ha trabajado en uno de los mejores clubes del mundo (FC Barcelona), en un país del llamado tercer mundo (Gabón) y ahora en el primer mundo, en Estados Unidos. ¿El fútbol es igual en todos los sitios?

El fútbol es el mismo. Lo que he comprobado es que es bueno marchar del Barça. El Barcelona es como Harvard, lo que se aprende allí no se aprende en ningún otro sitio. Pero muchas veces no entiendes lo que has aprendido. Y es cuando te vas cuando tienes que transmitir lo que has aprendido y es entonces cuando, egoísticamente aprendes aún más . Y te das cuenta que hay cosas que se pueden mejorar . El Barça y Catalunya tienen un nivel de cantera impresionante y trabajar después fuera aún te da la posibilidad de mejorar más.

¿El Barça puede aprender algo del fútbol de esos otros países?

Por supuesto. A nivel metedológico hay cosas a aprender, no tengo ninguna duda, aunque es cierto que a nivel competitivo no, porque el nivel competitivo en Catalunya me parece incluso exagerado. En el fútbol de aquí todo es desmedido: la pasión, los comentarios... En Estados Unidos son mucho más pragmáticos en todo.

Lleva dos años y medio fuera del Barça. ¿Lo echa de menos?

No. Y no quiero que se interprete mal. Son etapas de la vida. Gracias al Barcelona he aprendido todo lo que sé, pero hay otros mundos, otras cosas y se puede seguir aprendiendo. El Barça lo siento como algo mío, pero no lo echo en falta.

¿Albert Puig se fue del Barça o le echaron?

Fui yo quien decidió marchar, pero quizá me equivoqué en el momento. Le expliqué al presidente que no era feliz. Por un lado no estaba de acuerdo con la política de la dirección deportiva y por el otro mi hija tenía entonces dos años, ella estaba en Cambrils y yo en Barcelona y se me hacía muy pesado todo. Fue un cúmulo de circunstancias. Once años en el Barça son muchos, hay mucha presión. Recuerdo que estaba en el Torneig MIC y llamé al presidente y al directivo responsable del fútbol base para explicarles mi decisión.

¿Y qué pasó a partir de ahí?

Pues que de la noche a la mañana el director general del club me echó. Se acogió una clàusula de mi contrato, hizo un comunicado y me dijo que al día siguiente ya no fuese a trabajar. Fue muy triste. Recibí muchas muestras de apoyo, pero la realidad es que tuve que ir de noche a mi despacho, coger las cosas y marchar. Me podría haber despedido de la gente, pero era muy complicado. Mi intención era acabar los dos meses que quedaban de temporada y marchar con normalidad. Pero acabamos en los juzgados, la justicia les dio la razón a ellos, pero la razón moral la tenía yo. Los contratos dicen que aunque estés 50 años trabajando en el Barça solo te indemnizan por tu último contrato. Todo se mezcló con el tema de la FIFA. El presidente dijo que no tenía nada que ver, pero yo me equivoqué de momento y todo se mezcló. Lo viví con naturalidad y también con tristeza. Sería muy injusto por mi parte decir cosas malas de un club que me lo ha dado todo. Las formas no fueron las adecuadas, pero ya está.

Es decir, ¿no tiene ninguna queja del club pero sí de algunas de las personas que lo forman?

No se puede decir el club me ha hecho esto o aquello. El club es solo una entidad jurídica. Fue una persona la que no entendió que yo decidiese marchar y optó por darme vacaciones anticipadas.

Usted trabajó con tres presidentes: Laporta, Rosell y Bartomeu. ¿Cómo fue su relación con ellos?

Con Laporta era una relación de entrenador a padre de jugador, porque tuve dos años a su hijo y estuve encantado con él. Laporta siempre me respetó, hablábamos directamente y nunca tuve ni un problema. Y lo mismo tengo que decir de los directivos, Jacint Borràs y Rafa Yuste, de los que tengo un gran recuerdo. A Sandro Rosell le tengo que estar agradecido porque confió en mi como coordinador del fútbol base, con unas competencias que nunca antes había tenido ningún coordinador. Y de Bartomeu no puedo decir tampoco nada malo. Fue una relación correcta, formal. Sería un desagradecido si hablase mal de él.

La que no parece que era tan buena era su relación con los responsables del fútbol profesional, Andoni Zubizarreta, Narcís Julià y Albert Valentín...

En el fútbol, como en cualquier otra profesión, no tendrás amistad con toda la gente con la que trabajas. La nuestra era una relación estrictamente profesional. Ellos tenían una manera de ver el club y de organización muy diferentes a las mías. No estaba de acuerdo en el desarrollo de la última fase de nuestros jugadores para conseguir llegar al primer equipo. Ellos eran los responsables de eso y pensaba que podía derivar en no completar correctamente la formación de estos jóvenes.  Cuando no estás a gusto algo tienes que hacer. Pienso que se hizo un buen trabajo durante cuatro años. Pienso que lo más honrado si no estaba de acuerdo en cómo se hacían las cosas era marchar. Y eso fue lo que hice.

¿El caso FIFA es una espina que le quedó clavada?

Sí, por que para los niños fue una gran injusticia. Al principio solo éramos cuatro los que defendíamos que era una gran injusticia, una norma absurda, incongruente. Es evidente que había y hay que proteger a los niños, pero hay mil maneras mejor de hacerlo. Fue un tema que a alguien le interesó utilizarlo a su manera. Se utilizó mal y se sigue utilizando mal.

Vamos a analizar un poco al FC Barcelona desde la lejanía. Empecemos por el club. ¿Cómo lo ve?

Se ve como siempre, como algo muy grande. En cualquier pueblo de Gabón, sin electricidad, sin nada, encontrabas un niño con una camiseta del Barça. La marca Barça es una brutalidad. Es un club complicado. Todo son críticas, el que está no quiere marchar nunca y el que quiere entrar no para de presionar para conseguirlo. Todo es exagerado, tanto en positivo como en negativo. Eso no cambiará nunca. Probablemente sea algo propio del carácter catalán. El “seny” el Barça lo perdió el primer día que se hicieron sus estatutos.

¿Y el primer equipo?

Ha cambiado la manera de jugar. Con Guardiola y Tito había un control absoluto de los partidos. Ahora hay jugadores diferentes y el juego es más vertical. Se pierde más el control del partido. Pero en el fútbol lo que cuenta el rendimiento. La diferencia es que el Barça lo busca de una manera muy concreta y eso no lo podemos perder porque perderíamos nuestra identidad. Lo importante será ver cómo está el equipo en febrero o marzo. Todo lo que pasa antes solo sirve para vender diarios y para mantener debates. Lo que cuentan son los últimos tres meses de la temporada.

¿Y el fútbol base?

Hay muchos jugadores de calidad. Pero hablando ya no del Barça sino en general, si en un club no hay una apuesta por los jóvenes, el trabajo de la cantera siempre se verá con malos ojos, lo hagas cómo lo hagas. Hay que confiar siempre en los jugadores jóvenes. Hay muchos jóvenes que han pasado por el Barça, Bartra, Bellerín, Bojan, Adama, Deulofeu, Grimaldo, Onana, Munir, Thiago Alcántara, etc, que podrían estar jugando en el equipo. Lo que hay que tener con ellos es paciencia y apostar por ellos. Cualquier club que quiera ser de cantera debe apostar por ellos. Y todo debe ir encaminado en ese sentido. Sí que es cierto que en el Barça hubo un momento en que pareció que se enloquecía pensando que cada año se sacarían 11 jugadores de la cantera. La gente en el fútbol pierde mucho la memoria. Solo ha habido un jugador, Messi, que ha conseguido entrar en el primer equipo y ser un referente desde el primer momento. Pero eso pasa cada muchos años. Los otros, Xavi, Iniesta, Puyol, todos, comenzaron a despuntar a partir de los 25 años. Y ahora pretendemos que jugadores de 18 o 19 años lleguen al primer equipo y ya sean estrellas. Y eso es imposible. Ha de seguirse un proceso. Quizá una de las cosas más importantes que hizo Guardiola es dar el poder dentro del vestuario a los canteranos. Y eso es algo que hacía muchísimos años que no pasaba. El jugador que no es canterano lo tiene todo: calidad, profesionalidad... Todo menos una cosa: implicación. No le puedes pedir a un jugador que viene de fuera que ame al Barça de toda la vida. Y de cara al futuro del Barça será muy importante que el dominio y el control del vestuario esté en manos de canteranos. Jordi Roura, Aureli Altimira y Pep Segura están haciendo un muy buen trabajo, como también lo hicieron sus predecesores, Albert Benaiges, Albert Capella, etc.

¿Sufre por el futuro deportivo del Barça?

En estos momentos no me hace sufrir pero si en muchos años va derivando así, después costará mucho remontar. Hay que seguir apostando por los jóvenes. Pero no para sacar 11 de golpe. No. Apostamos ahora por uno, después por otro y así sucesivamente. Hay que ir siguiendo el proceso con tranquilidad.

¿Qué opinión le merece la figura del director deportivo dentro de un club como el Barcelona?

No creo en esa figura. El director deportivo en un club como el Barça tiene que ser el director del fútbol base, desde el Barça B hacia abajo. Él debe ser el guardián de la idea, del modelo de club que se quiere. El primer equipo tiene que ser responsabilidad del entrenador. Si le estamos dando el poder a un gran entrenador, ¿el director deportivo, qué es? Creo más en figuras como las de Robert Fernández o Txiki que son secretarios técnicos de ese equipo. La figura del director deportivo no debe existir en un club que quiere ser un club de cantera. Lo difícil en cualquier club es saber qué línea hay que seguir y el Barcelona tiene la suerte de saber cuál es esa línea.

Como cada año, llegamos a ese punto en que se empieza a hablar de las ofertas de clubes ingleses por jugadores cadetes. ¿Cómo se puede evitar esto?

Es un tema complicado. La mayoría de jugadores de los que ahora se habla los llevé yo al Barça. Fui yo quien habló con sus padres . No vinieron por la oferta económica que les hice. Tenían otras ofertas mejores. Vinieron por el proyecto de club que se les ofrecía. Y para que ahora se queden, tienes que hacer lo mismo, venderles un proyecto que les ilusione. Siempre habrá quien opte por otra oferta, ya sea deportiva o económica. Pero se han dado muchos casos de jugadores que se han quedado por el plan deportivo que les ofrecías. Ese es el camino.

¿Se arrepiente de en algún caso en concreto no haber hecho más para impedir que un jugador se marchase?

La verdad es que si de algo me arrepiento es de quizá haber hecho demasiado para evitar que alguno marchase. Hubo casos sentimentales, como el de Jon Toral que hay que respetar. Incluso Pep Guardiola habló con él, más ya no podíamos hacer, pero él decidió irse y se le apoyó. Josi Quintero también se fue por un tema familiar. Deportivamente el que más lamenté fue el de Héctor Bellerín porque veías su progresión. No hacía ni tres semanas que le habíamos pasado de extremo a lateral. El Arsenal le ofrecía un buen proyecto, que en su caso ha funcionado y en otros no. Que alguno se vaya es inevitable, pero también habrá otros que vengan gracias al proyecto deportivo que les ofrezcas. Pero es evidente que en algunos casos no tuve el éxito esperado y no sé si con otra estrategia me habría ido mejor.

Y al revés, ¿algún caso de un jugador que interesaba y por el que quizá se podría haber luchado un poco más?

El caso que más recuerdo es el de Brahim, que ahora está en el Manchester City. Estuvimos dos años luchando por él. Llegó a firmar un contrato con el Barça, pero entró en juego el jeque con su dinero. Lo comuniqué a Guillermo Amor y al directivo Jordi Mestre. Brahim tiene tres hermanos más y el Barça entendió su situación y rompió el contrato que tenía firmado. Se volvió a intentar más adelante su fichaje, pero entonces la dirección deportiva consideró que no había que pagar lo que se pedía por él.

Cualquier niño cuando llega al Barça sueña con acabar jugando en el Camp Nou. Pero, ¿cree que son conscientes de lo difícil que será que lo consigan?

Es difícil. A un joven no le puedes quitar tampoco esa ilusión. Lo único que les puedo decir es que piensen que llegar a ser futbolista profesional es muy complicado. Que aún consiguiéndolo, pocos son los que pueden vivir con lo ganado cuando dejan el fútbol. Y eso crea muchos problemas. Hemos idealizado al futbolista y eso es un error. A los únicos que deberíamos idealizar son a los médicos, ingenieros, gente que sí que hace mucho por la sociedad. El futbolista es cierto que da alegrías a la gente, pero nada más. Por eso muchos futbolistas viven en una burbuja que se rompe de golpe cuando dejan de jugar a fútbol. Les digo a esos chicos que luchen por su sueño, pero también que se preparen para el futuro. Que disfruten de esta etapa.

Estas navidades hemos vivido de nuevo el caso de la Liga Promises, donde un torneo de infantiles tiene una gran repercusión mediàtica. ¿Les estamos haciendo más mal que bien a esos niños?

Es como está el mundo. Es probable que sí que se les esté haciendo daño, pero es consecuencia de un mundo que va demasiado acelerado, con las redes sociales, Internet... Recuero el año que gané ese torneo como entrenador. Esa noche pareces el centro del mundo, te buscan todos los periodistas, todos quieren entrevistas, recibes mensajes de todo el mundo... Y a los dos días la gente ya ni se acuerda de quien ha ganado ese torneo.

Acabamos ya. ¿Cuál es el futuro de Albert Puig? ¿Le volveremos a ver por aquí?

No lo sé. Me quedan dos años y medio de contrato en Estados Unidos y después veremos qué hacemos. La pregunta que me hace la gente es si volveré al Barça, pero para que eso ocurra tienen que pasar dos cosas: una, que el que esté mandando quiera que vuelva y la otra que yo quiera volver. Y en estos momentos no se da ninguna de las dos circunstancias. Ahora estoy aprendiendo cosas nuevas, viviendo experiencias nuevas y la idea es seguir dando vueltas por el mundo, pero sin cerrarme tampoco a ninguna opción.