Adiós Europa, hola futuro

El Barça se despide con amor propio y la sensación de que está naciendo un nuevo equipo de futuro

El equipo sembró la duda al PSG pero otra vez faltó contundencia en dos las áreas para remontar

No fue la noche de Dembélé: Las ocasiones que podrían haber acercado al Barça a la remontada

Ousmane Dembélé no estuvo fino de cara a puerta y erró varias ocasiones claras ante el PSG / MEDIAPRO

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Se le pedía al Barça que fuera valiente y lo fue desde la alineación. Se le pedía al Barça que exigiera al PSG y logró instalar la duda en el Parque de los Príncipes. Se le pedía amor propio y compitió el Barça.

Se le pedía recuperar la dignidad en Europa y salió reforzado a pesar de no estar en cuartos. La actuación emocionó al culé porque, unos días después del regreso de Laporta, Koeman fue más cruyffista que nunca. 

El Barça salió a remontar la eliminatoria con un 3-4-3. Y durante muchos minutos sembró el miedo al PSG. Pero el partido volvió a decidirse en las áreas. Mbappé fue más contundente que Dembélé. Y Navas más decisivo que Ter Stegen.

Había avisado Koeman: el Barça necesitaba al mejor Messi y un partido redondo. Y no se dio ninguna de las dos. Pero ganó otro partido. El del orgullo. Frenó la caída libre y jugó una primera parte que recordó al mejor Barça. 

Fue un equipo con alma, que se rebeló contra el resultado de la ida y contra la imagen de las últimas temporadas. Tuvo que sudar el PSG, que sintió el miedo en el cuerpo, porque Messi se propuso lo imposible.

El argentino se quedó a medias: marcó un gol de otro mundo desde fuera del área. Pero falló un penalti en la recta final de la primera parte. Una lástima porque, de haber marcado, la cabeza de los jugadores del PSG habría dado muchas vueltas en el descanso. 

En cambio los franceses respiraron aliviados porque, ya se sabe, partidos así se definen por momentos. Y ese, el del penalti, era de esos que deciden eliminatorias. Aún con el susto en el cuerpo, el PSG se impuso dar un paso adelante y apretar al Barça. Un cambio de dinámica que enfrió el partido y perjudicó a los azulgrana. 

Pedri fue uno de los destacados

Pedri fue uno de los destacados / AFP

El partido también tuvo un punto de frustración para el barcelonismo. El de ver que el fútbol es un estado de ánimo. Y que la diferencia entre los dos equipos no es la que se vio en el Camp Nou. Ese día el Barça jugó con miedo, fruto de las cicatrices y fantasmas que arrastra en Europa. Pero en París, sin nada que perder, se liberó, jugó a su mejor nivel, y fue mejor que el PSG. 

Fue un Barça a la altura de su historia, pero al que le faltó la efectividad de los grandes. De haber aprovechado sus ocasiones se habría metido de lleno en la eliminatoria. Pero se quedó a medias. No hubo remontada, porque el Barça no tuvo la alegría y la profundidad de la primera parte. 

Tampoco la épica de las noches mágicas, pero el equipo volvió a Barcelona con un chute de autoestima. Sin la vergüenza de las últimas temporadas y convencido de que está naciendo algo.

En la mitad de un proceso como dice Koeman. Le queda LaLiga, más difícil tras la victoria del Atlético, y la Copa, donde ya está en la final. A seis puntos del Atlético, pero a solo una victoria ante el Athletic para levantar un título. Dos retos para seguir con la reconstrucción de un nuevo Barça. Un equipo reconocible que vuelva a ser un grande en Europa.  

El larguero de Sergiño Dest ante el PSG

El palo de Sergiño Dest ante el PSG / MEDIAPRO