TESLA MODEL S 100D

Silencio, se rueda. Prueba del Tesla Model S 100D

El Model S ofrece prestaciones, tecnología y una conducción muy cómoda sin emitir ruido alguno.

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El Model S es capaz de llegar a cualquier sitio, aunque esté muy nevado. / MOTOR

Àlex Soler

Àlex Soler

Hablar de Tesla es hablar de una marca muy particular, distinta a todas las demás en cuanto a filosofía y comportamiento. Según su plan maestro, la empresa, liderada por Elon Musk, se fundó para "acelerar la transición hacia el transporte sostenible". El Model S y el Model X han sido, hasta la llegada del Model 3, referencia en el segmento eléctrico por su potencial, autonomía y opciones.

En 2017, la marca llegó oficalmente a España con la apertura de su primer Service Center en el país en Barcelona y, desde entonces, se trabaja para hacer que viajar a todas partes sea posible ampliando su red de supercargadores, que ya cubren las principales rutas del país. En total hay 21 estaciones operativas con 162 puntos de supercarga y hay proyectadas 15 estaciones más para abrir este año, aunque el dato está sujeto a cambios. 

ES ELÉCTRICO, PERO ES UN COCHE

Tesla propuso para la prueba hacer un viaje desde Barcelona a Baqueira (290 km) para demostrar las capacidades del Model S 100D en cuanto a autonomía, prestaciones y funcionamiento. El vehículo dispone de una batería de 100 kWh, que ofrece unos 500 km de autonomía, que alimenta dos motores, uno para cada eje, por lo que dispone, como todos los Tesla Model S y X desde finales de 2017, de tracción total. La potencia de este coche se sitúa en los 420 CV con un par máximo de 660 Nm, cifras de superdeportivo. Además, entrega toda su potencia desde 0, por lo que la aceleración es increíble. 

Estéticamente difiere a cualquier superdeportivo, puesto que, según la descripción de la marca, el Model S es una berlina eléctrica de gama alta, no un superdeportivo. Las prestaciones son solo otro argumento para intentar convencer a posibles indecisos, como lo es también su autonomía y su equipamiento. Así, la marca presenta un diseño atractivo, coupé, más distinguido que deportivo con líneas muy fluidas recorriendo toda su silueta. Destaca, eso sí, la falta de la parrilla delantera porque los eléctricos no la necesitan.

LA GRAN PANTALLA

Entrar en un Model S es una mezcla de sensaciones difícil de describir. Su accesibilidad es perfecta, las dimensiones son amplísimas y hay espacio de sobras en la banqueta trasera para tres personas muy altas, gracias sobre todo al ahorro de espacio que supone omitir un motor de combustión. El asiento central trasero omite elementos de confort como un reposabrazos, pero es un asiento cómodo para un tercer ocupante. De la misma manera, el maletero trasero, de 745 litros, es enorme y capaz de guardarlo todo. Además, en lugar de motor, delante guarda otro maletero de 150 litros, más pequeño para bolsas de mano.

Una vez al volante, la enorme pantalla de 17 pulgadas que gestiona la mayoría de opciones del vehículo sorprende a cualquiera e intimida por lo complejo que parece utilizarla. Tras 5 minutos, el conductor se hace con todos sus sitemas gracias a su sistema operativo, intuitivo y fácil de gestionar. A través de este televisor se pueden controlar aspectos como la navegación, actualizada al segundo con información de tráfico u otros contratiempos, la climatización, la dureza de la dirección e incluso navegar por internet o utilizar Spotify. El Model S ofrece de serie conexión de alta velocidad y sorpresas como una suscripción a Spotify Premium de por vida (mientras se posea el coche). Las opciones son infinitas.

Apartando la vista de la pantalla, algo difícil si es la primera vez que se entra en un Model S, fluye un interior minimalista y poco cargado, con un cuadro de instrumentos totalmente digital y personalizable en su contenido. Los asientos, que parecen duros al principio, son muy cómodos para recorrer largas distancias. La posición de conducción es ideal y la visibilidad es muy correcta. Ahora bien, quien quiera este coche debe desembolsar, como mínimo, 109.050 euros y no va a encontrarse el lujo esperado por un coche de este precio. Los acabados son buenos, pero no lujosos. En un Tesla se paga por la tecnología.

EN MARCHA

En marcha, lo primero que sorprende que no emite ruido alguno. De esta manera, solo se oirá el aire del exterior, que a velocidades altas puede ser un poco molesto. Así, en un primer contacto, el conductor deberá mirar el cuentakilómetros más veces de lo normal, porque no tiene la guía del sonido ni de las marchas, que es única. Su aceleración (0 a 100 en 4,3 segundos) es impresionante. Una vez superada la sensación de sorpresa, uno se da cuenta de que es muy líneal y siempre ofrece la misma fuerza, una de las diferencias claras con los vehículos de combustión y los superdeportivos de prestaciones similares, que ofrecen más dinamismo. La dirección, en modo deportivo, es directa y permite divertirse en carreteras reviradas. Los frenos contrastan un poco con su potencia porque son muy progresivos y pueden pecar de falta de contundencia si se circula a velocidades altas. Dentro del límite responderán sin problemas.

A medio camino, y tras juguetear con su aceleración y comprobar que realmente es como flotar por la carretera, toca comprobar la efectividad del supercargador, que ofrece hasta el 80% de la carga en 30 minutos. La mecánica es la misma que en una gasolinera: se aparca, se acerca el cargador al vehículo, que abre automáticamente la protección del puerto de carga, se conecta y en 20 minutos se dispone de carga para realizar 250 kilómetros más. Sí, habrá que esperar, sin duda uno de los puntos más en contra de los eléctricos, pero Tesla siempre hace esfuerzos por abrir supercargadores cerca de cafeterías o restaurantes. Mediante una app móvil, además, se puede decidir cuanto cargar y ver desde la cafetería en qué estado se encuentra. Para Model S y X, este servicio es gratis.

NIEVE Y AUTOPILOT

Tecnológicamente no hay, prácticamente, nada parecido. Además de ofrecer actualizaciones periódicas que pueden mejorar el coche sin necesidad de pasar por el taller y los sistemas de seguridad conocidos por todos, está el Autopilot, un sistema de conducción autónoma de nivel 2, capaz de controlar la velocidad y de mantener el coche en el carril. Con el sistema activado, y manteniendo las manos en el volante por seguridad, la sensación es impactante, el coche va solo, reconociendo las líneas y las señales y ajustándose a ellas. Hay que decir que en un tramo de autovía donde se pasaba de dos carriles a tres, con unos metros sin líneas, el vehículo perdía un poco el control y fue mejor intervenir ante la intimidante presencia de un camión. Por lo demás, el Autopilot es realmente efectivo y muy cómodo.

Una vez llegando a Baqueira y con la nieve dominando la calzada, la tracción total del Model S se comporta de manera impecable, aunque la dirección no termina de transmitir todo lo que debería. Sin embargo, gracias a los neumáticos de invierno y a la tracción total, el vehículo es capaz de circular sin ningún problema y, soprendentemente, reconoce las líneas de la carretera incluso si hay nieve manchando el asfalto.

Vea la ficha del Tesla Model S en Motor Zeta.

En conclusión, las diferencias entre un Tesla y un vehículo tradicional son obvias, pero eso no es una desventaja. El Model S ofrece la tecnología más puntera y unas prestaciones increíbles. Conducir con este coche es un placer por su comodidad y es capaz de llegar a cualquier lugar gracias a la tracción total. No es un deportivo, por lo que no se le puede pedir emoción y diversión, aunque también es capaz de ser divertido. Es el coche perfecto para cambiar del motor tradicional al eléctrico. Su precio elevado es el inconveniente principal.