El último 'blanco' de Berlín

Abel Antón, antes de proclamarse campeón del mundo en Sevilla'99

Abel Antón, antes de proclamarse campeón del mundo en Sevilla'99 / EFE

Sergi Capdevila

Sergi Capdevila

A pesar de que servidor  apenas pudo relamerse con los éxitos de la generación de oro de nuestro fondo (Abel Antón, Martín Fiz o Julio Rey), el respeto que se respira hacia ellos en el atletismo actual nos hace valorar aún más unas hazañas que hoy en día parecen casi de ciencia ficción.

En Soria nació uno de los mayores talentos de la historia del fondo. Entre el frío castellanoleonés se forjó un chico que a los 13 años comenzó a interesarse por un deporte que rápidamente vio que se le daba bien. “Básicamente me empecé a aficionar al atletismo porque iba a las carreras y ganaba”, cuenta Abel Antón para SPORT. Ahora tiene 56 primaveras  y nunca ha dejado de correr. Porque desde hace más de 40 años su pasión se convirtió en su vida. “No puedo estar más de dos días sin correr. Cuando sucede mi mujer me nota nervioso, raro, y me manda a la calle”.

Entre el ‘currículum’ de Antón hay tantas condecoraciones que es muy difícil quedarnos con solo una. Quizás la que más llame la atención, por la impresión que da el dato en si, es su victoria en el Maratón de Berlín el año 1996. De aquello ha pasado mucho tiempo, pero resulta que en todo este recorrido ningún otro blanco ha sido capaz de ganar la cita más prestigiosa del mundo. Ocho de los últimos nueve récords del mundo en la distancia de ‘Filípides’ se han logrado en la capital alemana, donde los atletas africanos (excepto  han monopolizado casi con ‘abuso’ los podios desde que el español subiera a lo más altyo.

Kipchoge y las dos horas

Hay algo en el mundo del fondo, una duda, una cuestión que planea por encima de las demás. La barbaridad que logró el keniata Eliud Kipchoge precisamente en los 42 kilómetros berlineses hace un par de meses ha hecho intensificar el debate: ¿Estamos tan cerca de bajar de dos horas en la maratón? “Me impresionó lo de Kipchoge en Berlín. Es el único en este momento capaz de correr a esos ritmos. En la prueba que hizo Nike en su día corrió en 2:20, ha batido el récord del mundo sacando más de un minuto al récord anterior y pienso que es un atleta que todavía puede apurar un poco más a pesar de que ya se va haciendo mayor. Pero creo que llegarán otros que podrán bajar de las dos horas. Yo ya dije cuando Kimetto batió el récord e hizo 2:02:57 que se bajaría de esa barrera. Simplemente por puras matemáticas: ¿si ahora hay atletas africanos que corren la Media a 58’ por qué no van a hacer una maratón en 1:59’?”. Antón lo tiene clarísimo.

Otra época

El camino que debio reseguir el soriano para poder ganarse la vida con el traqueteo de sus piernas no fue precisamente un sendero de rosas. Todo cambió cuando empezaron a estructurarle un poco unas condiciones que tenían una pinta magnífica: “Hasta los 17 años no empecé con mi entrenador, Enrique Pascual, con quien estuve hasta el final de mi carrera deportiva. Sin él no sabía lo que era un gimnasio, las series, etc. Cuando comencé con él empecé a ganarlo todo. Luego con la mili de por medio fue un poquito transitorio y a partir de los 21 años cuando empecé a doblar tuve una evolución muy importante”.

El atletismo en general ha cambiado mucho desde que Antón acumulara éxito tras éxito (dos campeonatos del mundo de maratón en Sevilla’99 y Atenas’97 de por medio), tanto a nivel económico como competitivo. “Un atleta siempre quiere éxitos deportivos y cuando los consigues todo viene detrás. Según vas evolucionando y cumpliendo objetivos luego eso es lo que te da rentabilidad. Creo que mi mayor virtud es la mentalidad de ganador. Cuando vi los Juegos de Moscú por televisión me propuse ir sí o sí a los de Seúl. Fui a Corea y a tres Juegos más”.

Sobre la salud del maratón español en la actualidad, Antón cree que “falta alguien que compañe a Javi Guerra, que actualmente es el referente destacado. Es muy necesario para que volvamos a estar en las medallas”.  A veces es necesario sacar el baúl de los recuerdos para dar lustre a hazañas y personas que alcanzado cotas inimaginables. El tiempo es sabio...